Cartas del Trópico (II)
Las organizaciones civiles, necesarias para la democracia
En mi anterior colaboración me referí a los antecedentes de las organizaciones civiles en Tabasco, destacadamente el Codehutab (derechos Humanos) y Santo Tomás (ambientalista). Tras el surgimiento de estos grupos independientes, a finales de los ochenta, ocurrió una contraofensiva oficial.
Los gobierno priistas comprendieron la importancia de las organizaciones no gubernamentales y se dieron a la tarea de crear las propias. Bastaba el membrete, según sus cálculos. En el sexenio de Manuel Andrade se publicó un directorio de organismos civiles con un lomo de tres centímetros de grosor, muchas de ellas especializadas en trabajos electorales o para bajar (obtener) recursos del gobierno federal ante la creación de la Ley de Fomento a las Organizaciones de la Sociedad Civil que cada año entregaba recursos a las organizaciones que se decían dispuestas a coadyuvar con las tareas que el gobierno no podía atender. Claro, también con esto se buscó desplazar a las verdaderas agrupaciones surgidas de manera espontánea y por las necesidades de la población.
Con el tiempo, las organizaciones civiles locales y nacionales se fueron especializando. Las auténticas con la ayuda de las leyes de transparencia empezaron a abrir verdaderas cloacas en el manejo de los recursos públicos, desde el famoso "Toalla Gate" con Vicente Fox, las tangas de Provida, pasando por la llamada "Estafa Maestra", hasta "La casa blanca", de la entonces esposa de Enrique Peña Nieto.
Las organizaciones no gubernamentales se hicieron aborrecer por los que por años consideraron el presupuesto público como suyo. Incluso en el sexenio de Peña Nieto se les llegó a intervenir los teléfonos de algunos representantes de estas organizaciones civiles con programas especializados en el espionaje.
Pero también es cierto que algunas de estas organizaciones civiles desvirtuaron el quehacer ciudadano. Algunas de ellas del centro del país, con presencia en Tabasco, diagnosticaban el problema y le ofertaban la solución al gobierno, por esto fueron exhibidas en la rueda de prensa matutina que ofrece el presidente López Obrador cada mañana.
Sin embargo, en honor a la verdad también hay que decir que se les ha continuado tratando mal y no solo a las que hicieron mal su trabajo. En la actual administración morenista se eliminaron los recursos públicos que se destinaban a la financiación de proyectos de las organizaciones civiles, con el argumento de quitar intermediarios entre el gobierno federal y los beneficiarios se han ido entre las patas, justos con pecadores y son pocas las que continúan realizando su trabajo desde la trinchera ciudadana, aportando sus experiencia en las solución de problemas que atañen a todos los mexicanos.
En Tabasco exigiendo la declaratoria de alerta de género para que se protejan a las mujeres de la entidad y otras trabajando por un tratado internacional para la eliminación de los plásticos. No en las mejores condiciones, que urge mejorar para que continúen sus acciones que como decían los zapatistas: se debe aspirar a que no sean necesarias. Pero mientras ese momento llega...
La democracia no es un acto de fe
La política está hecha por hombres, no por ángeles, han dicho los clásicos. Hombres que tienen virtudes, pero también defectos, por lo que es importante la existencia de los contrapesos institucionales y ciudadanos. La rendición de cuenta horizontal y vertical, que permita cerrar las entradas de actos de corrupción, y los que se demuestren reciban la sanción necesaria, ese es el verdadero cambio. Actuar de otra manera solo promoverá la impunidad. Es la única manera de fortalecer nuestra democracia, que la izquierda deje huella y no repita los vicios del pasado.
En conclusión las organizaciones no gubernamentales, ahora denominadas organizaciones de la sociedad civil, fueron necesarias en el pasado y se requieren para afianzar el futuro político de México. Es el mensaje que debe quedar claro para quienes aspiran continuar con la llamada transformación de México.