El gran terror (I)
Entre varias, que vivamos en paz y que haya alimentación en la mesa de cada ser humano. Supongamos que cada ser humano tenga mesa. Se argumentará en contra, de "el egoísmo maestro", que guía al actuar humano.
NADIE RAZONABLEMENTE puede estar en contra de las utopías. Entre varias, que vivamos en paz y que haya alimentación en la mesa de cada ser humano. Supongamos que cada ser humano tenga mesa. Se argumentará en contra, de "el egoísmo maestro", que guía al actuar humano. Se nos dirá que eso es imposible y que la historia -esa sí maestra- nos ha enseñado en el transcurso de la existencia humana que eso no ha sido ni será posible. Cierto, Carlos Marx habla del comunismo primitivo. Pero solo es eso: un planteamiento del materialismo histórico. Sustentado, eso sí. La utopía de querer mejores condiciones para todos, nunca abandone al ser humano.
MI ADOLESCENCIA SUCEDIÓ allá por los años setenta. La vigencia de la revolución cubana y mis amigos lectores, uno de ellos filósofo, alimentó la avidez y curiosidad por saber y conocer, en esa búsqueda que tiene todo adolescente, y dadas las condiciones de vida de nuestras familias, los barrios marginales, etc, todas esas ideas cayeron en terreno fértil. Y, si bien alimentábamos esperanzas ilusorias de destino mejor para el país, también nos asomábamos a lecturas críticas serias sobre las sociedades llamadas "socialistas".
UN MAESTRO DE LA UNIVERSIDAD, que nos da clase de "Filosofía de las religiones", nos dice que si todos los dirigentes de los miles de grupos religiosos se pusieran de acuerdo, habría paz en el mundo. Y lo dice como conocedor de la historia de las religiones, donde cada una argumenta ser la poseedora de la verdad, que dicho sea de paso, con mayúsculas La verdad, es la búsqueda de la filosofía religiosa y la no religiosa.
A LA EDAD DE VEINTE AÑOS me encontré gracias al amigo filósofo, los tres tomos de la biografía de León Trostky, escrita con magnificencia y amor a las ideas y a la historia, por el alemán Isaac Deuscher. Son tres tomos, siendo de nombre general Trostky, con los subtítulos: "El profeta armado", "El Profeta desarmado" y "El profeta desterrado". Y en esa obra encontré una detallada semblanza-crónica de la vida del político ucraniano que fue perseguido y asesinado en México en 1940, para coronar la serie de asesinatos políticos que en millones (sí, millones)de soviéticos por el régimen de Stalin en su búsqueda personal de asegurar sin enemigos el máximo poder en ese país de la utopía socialista.
DEUTSCHER ESCRIBIÓ TAMBIÉN la biografía de Joseph Stalin, esta con el nombre simple de "Stalin"; obra en la que no adjetiva ni juzga. Simplemente describe su trayecto y el papel que le tocó vivir en esa lucha por el poder, a la enfermedad y muerte de Lenin en 1924. Personajes todos ellos envueltos en la marabunta de la lucha por el poder, donde intrigas, calumnias, planes secretos, alianzas, etc, muestra lo que es en todo lugar la lucha por el poder político: pragmático al extremo.
ANTES DE MIS LECTURAS a los 18 años de ese tipo de temas, leía yo la revista norteamericana Selecciones del Reader's Digest. Nunca le he hecho reconocimiento en mis orígenes como lector a esta revista. Doña Tencha, señora con la que yo trabajaba de ayudante y compañía. Ella vivía sola. Yo iba y venía a las tiendas en compras que ella necesitaba, al banco a depositarle un cheque, y cosas por el estilo. Y ella ya dije en otro ocasión que me pagó clases de guitarra, me regalaba boletos para el cine cuando pasaban películas que dejaban mensaje (tipo "Papillón", sobre la libertad), y me regaló una suscripción de Selecciones del Reader's Digest.
ESA REVISTA ADULTERABA LA NOCIÓN del modo de vida americano, no venía propaganda directa contra la Unión Soviética, algunos chistes, relatos de superación personal y anécdotas la hacían atractiva. Yo me la engullía prácticamente tan pronto me llegaba vía correo. Pero luego entré a la Normal, que estudié entre mis 15 y 20 años, y cambié de rumbo de lecturas, entre literatura y propaganda soviética, en apoyo a la revolución cubana. Pero también nuestro amigo filósofo nos acercaba libros sobre literatura rusa. Entre ellas "La madre", de Gorki; "Crimen y castigo", de Dostoyevski; Así se templó el acero, de Ostrovsky. Y más. (Continuará)