La lectura en la 4T: amor, olvido y reconciliación en Tabasco
La formación de lectores en Tabasco se debilitó bajo la gestión de Ramiro Chávez Gochicoa
La formación de lectores en Tabasco flaqueó con Ramiro Chávez Gochicoa. Su conducción de la Secretaría de Cultura causó tanto perjuicio que ahora –visto a la distancia– hace que Yolanda Osuna Huerta se lleve las palmas. De ahí que el diálogo de la nueva secretaria, Aída Elba Castillo Santiago, con mediadoras y mediadores voluntarios el 12 de octubre encarne un relanzamiento del Programa Nacional Salas de Lectura (PNSL) y de las bibliotecas. Para aquilatar dicha reunión propongo un breve recuento inverso que periodizo en tres momentos: amor, olvido y reconciliación.
La reconciliación
En este encuentro Aída Castillo presentó nuevos encargados: en la subsecretaría de Fomento a la Lectura y Publicaciones, Karla Alejandra Garrido Perera, profesora de Música y ex diputada local; en la dirección de la Red Estatal de Bibliotecas, Wilber Albert de la Cruz, periodista y mediador de lectura; y en la dirección de Fomento a la Lectura, Ervey Castillo Alcudia, poeta y editor. Todos conocidos y apreciados por la comunidad cultural, con una gran encomienda enfrente: abonar, desde Tabasco, a la promesa hecha por la Presidenta Claudia Sheinbaum de "convertir a México en una República de lectores, promoviendo círculos de lectura en todos los ámbitos",.
Mediadoras y mediadores respondieron con una asistencia concurrida, fueron propositivos (como siempre) y plantearon diversas peticiones: capacitación y encuentros presenciales, acervos adecuados, seguimiento y reconocimiento, dotación de materiales, inclusión en ferias de libro y seminarios de literatura, apoyos económicos, garantía de seguridad ante el incremento de la violencia, entre otros aspectos.
El olvido y el puente roto
De acuerdo con datos que presentó Ervey Castillo, Fomento a la Lectura reportó a la Federación cifras en ceros de 2021 al 2024. Es decir, ni el presupuesto ni las funcionarias de Chávez Gochicoa se movieron a la derecha.
Tras la renuncia de Yolanda Osuna Huerta para competir por la alcaldía de Centro, el entonces gobernador, Adán Augusto López Hernández, designó como reemplazo en la Secretaría de Cultura a Ramiro Chávez Gochicoa a partir del 1 de noviembre de 2020. A su llegada, y como suele suceder en estos cambios, Chávez trajo a su propio equipo de funcionarias. En Fomento a la Lectura, superpuso sobre los titulares sobrevivientes una estructura paralela que los desbancó de sus funciones, no los eliminó de la nómina, hizo algo peor: los arrinconó y restó autoridad. En lo público se presentaron con una actitud arrogante y nada conciliadora, incluso causaron indignación porque pretendieron dar un trato vertical al voluntariado y no el que corresponde. Mientras que en lo privado nada hicieron sino estropear la relación institucional de Tabasco con la Federación en este rubro. "Ni Sofía Trejo ni Paco Ignacio Taibo II, querían ya nada con Tabasco por su inoperancia", se recalcó en la reunión.
La designación de personas sin perfil ni experiencia trajo abandono y atraso. Para dar vida a la cultura de un estado se requiere mucho más que oficinistas.
El amor: un breve puente de continuidad
En enero de 2019 se crea la Secretaría Cultura, por mandato de la nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo del Estado de Tabasco. Su primera titular, Yolanda Osuna, estuvo al frente veintidós meses, y echó a andar el aparato pese a los procesos de reestructuración administrativa y jurídica: 1) en lo local, la disolución y el tránsito del Instituto Estatal de Cultura a Secretaría implicó incertidumbre por la reorganización de los puestos y sus atribuciones; 2) en lo federal, la Secretaría de Cultura también se reorganizó, creó nuevos programas nacionales que establecieron una estructura externa en los estados vinculada directamente con los agentes culturales, sin relación con el área de Programas Federales, aunque apostando a la colaboración interinstitucional en las tres esferas de gobierno.
La Oficina de la Presidencia de la República, bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador, puso gran interés en el fomento del libro y la lectura vía la Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México, donde su esposa, la Doctora Beatriz Gutiérrez Müller, fungió como presidenta de su Consejo Asesor Honorario del 19 de noviembre de 2018 al 20 de enero de 2023, en que se decretó su desaparición, habiendo cumplido sus objetivos de reunificar esfuerzos institucionales, como lo fue, por ejemplo, la Estrategia Nacional de Lectura, que dio continuidad al PNSL desde el Fondo de Cultura Económica bajo la dirección del ratificado recientemente, Paco Ignacio Taibo II.
Para Tabasco, esta continuidad representó un puente con el legado de Porfirio Díaz Pérez, nuestro entrañable bibliotecario, quien estuvo al frente de Salas de Lectura dos décadas. Esta época, sin duda, está grabada en la memoria y corazón de las personas mediadoras, no sólo porque hubo inversión gubernamental, sino porque la personalidad de Díaz Pérez sumaba. Además, inyectaba recursos personales para viajar a las comunidades rurales de municipios a hacer promoción. Sus voluminosos álbumes fotográficos daban cuenta de actividades con gente de letras y de otras artes, personal bibliotecario, maestras y maestros, lectores y lectoras, jóvenes y mayores. Una generación de jóvenes –algunos consolidados ahora en las letras u otras disciplinas– figura en esas colecciones, porque era la mediación lectora también la puerta a la vida cultural del estado. Esta resonancia del programa difícilmente sea medible en términos cuantitativos.
En el periodo de Osuna Huerta, la subsecretaría de Fomento a la Lectura y Publicaciones, a cargo de Luis Alberto López Acopa, llevó a cabo la primera y única feria del libro del Estado, y junto con el escritor Vicente Gómez Montero visitaron las salas de lectura, llevaron el Librobús con cuentacuentos a diferentes puntos de la entidad e hicieron un Encuentro presencial. Sostuvieron reuniones de trabajo con las personas mediadoras en las que estuvo presente Mireya Sofía Trejo Orozco, directora general de Publicaciones y operadora nacional de Salas de Lectura.
Por su parte, Antonio Alberto de la Fuente Mora, como jefe de departamento, asumió entonces tareas propias de un coordinador estatal y fue la cara del programa durante el periodo de Osuna, mantuvo un diálogo cercano con el voluntariado de la lectura, ejerció el presupuesto para dotar a las salas de lectura con material de papelería, banners con soportes y placas metálicas como identificadores, libretas conmemorativas, mochilas y un acervo bibliográfico sin desperdicio. En el tiempo de la pandemia, la actividad continuó a través del Internet, incluyendo cursos, diplomado y talleres. Además, se editó el libro Lectores en Tabasco: a veinticinco años del Programa Nacional Salas de Lectura, para conmemorar la vigencia del programa. De la Fuente Mora incluyó un análisis sobre la situación que aguardaban las Salas de Lectura y una proyección de crecimiento. Si en 2020 se contaban con 100 salas registradas, un escenario posible para el 2024 era concluir el sexenio con 150 espacios, un plan balanceado, para contar con una sala por cada 16,124 habitantes aun en los municipios de Los Ríos, región sin mediadores. Esta proyección quedó como la voz en el desierto, llegó Chávez Gochicoa y dio carpetazo al tema, cerró las puertas de la Secretaría y dinamitó el puente.
La mediación lectora sólo se logra en el contacto de persona a persona; esta sencilla clave fue antes compleja para oficinistas. Afortunadamente, la nueva administración quiere recuperar la grandeza del programa. La reunión del 12 de octubre en la Biblioteca Pública del Estado José María Pino Suárez fue la reconciliación entre la administración y el voluntariado. Aída Castillo, Karla Garrido, Wilber de la Cruz y Ervey Castillo tuvieron buen tino en reactivar el fomento a la lectura con el respaldo de las mediadoras y mediadores, quienes les señalaron el desafío de hacer compatibles los objetivos del programa con sus demandas planteadas.