ESCALA CRÍTICA
Vestiduras rasgadas del neoliberalismo: interpretaciones y cambio de régimen
* Apertura democrática: ¿empuje de abajo o directriz de arriba?
* Crítica del modelo neoliberal, agenda AMLO.
* Resistencias y comentocracia: falacias y justificaciones.
Víctor M. Sámano Labastida
EL ANUNCIADO cambio de régimen ha desatado curiosas interpretaciones sobre México y el neoliberalismo, de 1982 a la fecha. La etapa moderna pasa a debate, con protagonistas políticos variopintos, más un nutrido elenco de tecnócratas educados en el exterior (Chicago, Harvard, Berkeley). Es agua pasada, pero importa mucho que la política tenga memoria: antídoto contra errores y oscuridades públicas.
El punto de arranque tuvo como eje la dura crítica al neoliberalismo que realizó AMLO en su discurso de toma de posesión. Por el bisturí nacionalista fueron pasados 36 años pasados, con una consecuencia demoledora para México: se frenó el crecimiento económico y la desigualdad aumentó, mientras se confiscaban libertades a la oposición de izquierda (300 militantes asesinados, entre 1988 y 1992) y se otorgaban a los aliados (acuerdos que movían poderes estatales).
Varios analistas (Héctor Aguilar Camín, Leo Zuckerman, José Woldenberg, Luis Rubio) se han quejado de la “polarización social” y de “la ausencia de matices” que encarnó el discurso de AMLO. Señalamiento que no toma en cuenta la vertiente política del escenario ni la mirada histórica e ideológica (nacionalismo popular y gobierno de izquierda) que dirigió las palabras del presidente. La cereza en el pastel la puso, con sarcasmo preocupante, el panista Diego Fernández de Cevallos, adversario contumaz de AMLO: “Muchos neoliberales andan sueltos. Cuídese”.
Exploremos el corte de caja sobre el neoliberalismo, con una acotación democrática: es saludable debatir con sentido crítico los efectos del modelo de gobierno que dominó en México en la era PRI/PAN. Otro gol más en la agenda pública que marca AMLO.
ANTEOJOS DISPARES, RESULTADOS IGUALES
FUE GEORGE Orwell quien acuñó la frase: “Está bien, todos los intérpretes son iguales, pero algunos son más iguales que otros”. Con esa paradoja en mente, veamos los temas que saltaron al debate luego de la crítica de AMLO, a la que –por cierto- se le adjetivó como “discurso maniqueo y simplón”. Los críticos cometieron el mismo error que endosaron a AMLO.
Se dijo, para justificar al neoliberalismo y la tecnocracia: “con el neoliberalismo llegó la apertura democrática a México”. Se podría decir: lo que forzó la apertura en México fue la crisis económica (1976-1982), la crisis social (terremoto/1985) y la cerrazón política del régimen (surgimiento de la corriente democrática en el PRI, 1987, y el fortalecimiento panista).
Se dice, en el mismo sentido justificador del neoliberalismo: “México ahora exporta más que cualquier país sudamericano”. Se podría decir: el trabajo de las empresas no es “neoliberal” y la frontera con Estados Unidos produce números positivos porque es la zona más grande del mundo entre un país desarrollado y otro en vías de serlo. Además, la reciente firma del Tratado Comercial México/EEUU/Canadá fue catapultada por el jefe del equipo negociador de Morena en la mesa, Jesús Seade, quien tuvo la idea clave para destrabar la negociación (capítulo energético, con resguardo de la soberanía nacional en dos párrafos). Así que el neoliberalismo no monopoliza las canicas comerciales.
ESTEREOTIPOS SIN GRISES
DOS FRASES significativas del discurso de AMLO fueron sacadas de contexto. La primera frase fue: “Lamentablemente, en México el neoliberalismo ha sido sinónimo de corrupción”. Sus críticos dijeron: “Sin distingos, igualó corrupción y neoliberalismo.” Olvidan el adverbio “lamentablemente”: AMLO hubiera querido otro funcionamiento del neoliberalismo, por el bienestar del país. Por supuesto que otros modelos económicos y políticos no están exentos de corrupción y, como lo encuadra la frase de AMLO, “en México” significa que en otros lugares la doctrina neoliberal se aplicó con mayor fortuna, por ejemplo en Chile y España, con toques de izquierda social y freno a uñas largas.
La segunda frase, “no se puede utilizar al Estado en la defensa de intereses particulares”, produjo amarradas de dedo: “las privatizaciones eran necesarias, por ejemplo Telmex (1990), algunas zonas costeras para turismo (2008) y, más recientemente, las rondas petroleras para extracción de crudo en aguas profundas (2017/2018)”. “El rescate bancario del Fobaproa (1998/1999) era vital para que no quebrara la economía del país”. “La productividad en el campo no puede detonarse sin inversión privada”.
A las justificaciones no pedidas, se responde: “culpabilidad manifiesta”. Lo interesante del asunto, más allá de la interpretación sobre un discurso justificador, es el cambio de óptica para evaluar la etapa neoliberal. Lo que se vendió a la opinión pública como opción única de gobierno, por la globalización y el triunfo del modelo capitalista en 1989, ha generado una lectura histórica que devino crítica en las urnas. Los ciudadanos no tuvieron muchos datos al alcance de la mano, pero la vivencia fue contundente: el país no está mejor que hace 36 años. La disección de AMLO sobre el neoliberalismo generará otras lecturas y protestas. Es válido. Pero no fue válido, sin duda, vender la supremacía neoliberal y alimentar las contradicciones sociales. (vmsamano@yahoo.com.mx)