ESCALA CRÍTICA
Los EEUU y el sur cultural: asimetrías de poder, un riesgo creciente para México
* Apuesta 2020 de Donald Trump: reelección, sin ver al sur
* AMLO, paciencia política: serenar al elefante, eludir a la manada
* Política con mentiras vía twitter: 3 mil de Trump, y contando
Víctor M. Sámano Labastida
UNA CUESTIÓN es segura: al presidente norteamericano Donald Trump no le gusta el sur. Para ser exactos, no comprende la cultura del sur. Está fuera de su rango cognitivo. Un riesgo mayúsculo en la relación México-Estados Unidos. Esta falla cultural en Trump puede ser patológica. Sea lo que sea, esto lo imposibilita para pensar en positivo una agenda latinoamericana. Trump con relación al sur, primero dice ‘no’ y después actúa.
Exploremos esta grieta cultural del empresario metido a político que ocupa el cargo más poderoso del mundo. Si no fuera por ese dramático detalle, la situación sería una comedia, digna de un show televisivo.
PIEDRAS Y BALAS, TRABAJO Y DIGNIDAD
TRUMP ha dicho sobre la caravana de migrantes centroamericanos, en especial hondureños, que “no serán buenos trabajadores si les damos asilo”. Para el jefe de la Casa Blanca, curtido en disparar por twitter, “los ilegales del sur representan un lastre porque les falta iniciativa y educación”. Así que, si tiran piedras, los uniformados tienen orden de disparar. La igualdad según Trump: piedras contra balas.
Mientras tanto, el 90% de los trabajos manuales realizados en EEUU, desde agricultura, jardinería, restaurantes y fontanería, los realizan oriundos del sur cultural. ¿Cómo se las arreglaría Estados Unidos sin mano de obra barata, mexicana y centroamericana? Ahí está la falsedad, certificada por la realidad del sueño migrante: una labor modesta es trabajo digno. Nadie tiene aval para plantear que “falta iniciativa y educación” a los migrantes, porque entre otras cosas eso fue lo que les negaron en sus países de origen. La deficiencia estructural de los gobiernos se convierte en crítica al ciudadano del sur.
No debe sorprender el desprecio de Trump hacia el sur cultural. Su campaña electoral la basó en las promesas de un muro que cerrara fronteras y las extradiciones multitudinarias. Con ello despertó el poder rubio y la mentalidad kukuxklanesca, al grado que políticos y artistas de corte liberal en EEUU corrieron el riesgo de atentados con sobres/bomba, que fueron desactivados por el FBI. La condena fue generalizada en EEUU y Trump tuvo que rechazar actos terroristas que antes alentó con retórica agresiva. Estados Unidos libra una batalla civilizatoria: cómo será su mirada hacia el sur en el siglo XXI, porque así será su mirada hacia sí mismo.
Con Trump en el poder hasta el 2020 y la posibilidad de reelección, son tiempos aciagos para el sur cultural. Y lo que debe sorprender es la anomalía de Trump en la cima. No basta decir que fue la ola antisistema la que posicionó a este multimillonario. Es el misterio político del siglo XXI: la urna como caja de Pandora.
ASIMETRÍAS DE PODER Y MENTIRAS MEDIÁTICAS
CON TODO y caso a su alrededor, Trump tiene una estrategia que aplica a rajatabla: colocar un tema del sur cultural en la agenda, cuando tiene problemas internos. Ha sucedido demasiadas veces como para no advertirlo. El muro que quiere para la frontera con México, ha surgido 10 veces como tema central, precisamente cuando ha sido criticado por 1) aliarse con hackers rusos para ganar la elección presidencial; 2) desmontar los tratados comerciales firmados por EEUU; 3) separar a familias de migrantes, padres e hijos, con leyes inflexibles; 4) sobornar a mujeres para guardar silencio sobre sus affaires sexuales; 5) excluir a los medios que lo critican; 6) conspirar para terminar con el Tratado del Atlántico Norte (OTAN, por sus siglas en inglés), en franca ruptura con la Unión Europea; 7) denunciar a China “por ventajas comerciales indebidas”; 8) maniobrar para colocar a Jueces de la Suprema Corte afines a él; 9) usar información confidencial de plataformas virtuales, para enviar mensajes persuasivos a potenciales votantes; 10) tener acuerdos por debajo de la mesa con Vladimir Putin, flamante presidente ruso reelecto.
Lanzarse sobre el sur tiene sus ventajas. La principal: una interlocución asimétrica, donde el poder de facto de la elite gringa es un colchón para eludir cualquier réplica. En esta historia de asimetrías, el reto es para AMLO que tendrá que serenar a un elefante. El presidente electo –en Palacio Nacional a partir del sábado-ha dado muestras de pericia en el manejo diplomático con Trump, pero eso no disminuye las asimetrías de poder. Más el siguiente dilema: ¿cómo lidiar con un mandatario que lleva más de 3 mil mentiras en menos de 2 años de gobierno, según contabilizan el Washington Post y el New York Times en el twitter de Trump? La mentira como forma de comunicación es consustancial a él, que no teme recurrir a fintas y golpes bajos para obtener lo que quiere, suponiendo que sepa lo que quiere. Algunos analistas han sugerido, por ello, que “no hay parámetros normales de política para juzgar a Trump”.
El reciente 6 de noviembre, Trump perdió el control político en la cámara de representantes. El sur cultural no se desvanece en EEUU, aunque se le persigue y luce desorganizado. La agenda: derechos humanos de migrantes, derechos laborales de residentes y derechos familiares en juego. Desde México, el comercio en suspenso y el muro amenazante. Hay voluntad para aplastar lo que no se comprende. Ignorancia con poder es la combinación más tenebrosa del siglo XXI.
AL MARGEN
México, con AMLO en la Presidencia, tiene la enorme tarea de comprender a su propio sur y a Centroamérica. (vmsamano@yahoo.com.mx)