Entre dudas y certezas

HAY QUIENES SE MANEJAN CON CERTEZAS y hay quienes con dudas

HAY QUIENES SE MANEJAN CON CERTEZAS y hay quienes  con dudas. Los de las certezas tienen la seguridad de lo que dicen. Y consideran que tienen la verdad tomada por los cabellos. Cuando llegan a tener un grado de poder efímero -como todo poder- tratan de imponerla. Ya no estudian porque ya saben. En cambio, quienes se manejan con dudas indagan, buscan. Saben, de eso sí están seguros, que la verdad es agua que se escapa entre los dedos. Así que todo lo que expresamos como simples mortales son opiniones.

LOS DE LAS CERTEZAS NO DIALOGAN, porque no escuchan. Saben que tienen la razón y eso les basta, como pasaporte al cielo. Mas, no, no les basta. Buscan la manera de gritar a los cuatro vientos: "Ustedes están equivocados". Consideran la poesía inservible. Y sus conocimientos -los de las certezas- creen que están por sobre el bien y más allá del mal.

ME GUSTA ESCUCHAR CUANDO DISCUTEN los de las certezas. Es un verdadero espectáculo. No tienen armas para herirse en sus susceptibilidades. Simplemente son dos monólogos que coinciden en un lugar, en un tiempo y con ánimo de imponerse uno a otro. Empatan, sí. Y se frustran al no poder imponerse al otro.

HACE MUCHOS AÑOS CONOCÍ A UN MAESTRO de la universidad (no me dio clases) quien me dijo con esa seguridad que solamente los dioses han de tener: "No me la voy a pasar toda la vida estudiando; ya desde hace años solamente enseño". Creo que yo le había dicho que siempre se aprende algo nuevo. Y esa fue su tajante respuesta. Hasta para atrás me fui. Pero no le dije nada. No le dije que pienso lo contrario. Que para enseñar debe uno seguir aprendiendo.

NO SÉ SI VIVE AÚN DICHO MAESTRO. Lo cierto es que no lo he visto desde mucho antes del Covid. Es probable que haya cambiado su radicación de estado. No dudo ni dudé que supiera mucho. Cuando menos más que el promedio. O lo poco que sabía sentía que era mucho. O su costal donde se guarda el conocimiento era muy chico. O... Lo cierto es que así dijo que no se la iba a pasar todo la vida aprendiendo.

SE DICE QUE SÓCRATES DECÍA NO SABER NADA. Ha llegado hasta nuestros días esa expresión de "Yo solo sé que no sé". No es que no supiera el ilustre ateniense. Sino que miraba con desprecios a los sofistas que andaban por todas partes con suficiencia demostrando que ellos sí sabían e impresionaban con sus conocimientos, de tal manera que podían cambiar con su verbo las percepciones que se tenían, hasta cambiar en la consideración de una verdad con la mentira. Por eso hay que tener precaución  con los sofistas, que andan -o más bien pululan- por todas partes.

LAS CERTEZAS SON BUENAS, las dudas son mejores. Las primeras te hacen caminar con seguridad e impresionar, como los tuertos que dirigen a los ciegos. Los de las dudas caminan con tientos, indagan, investigan para tratar de llegar a una certeza de la que al instante, como por arte de mafia o magia, surgen nuevas dudas, y a seguir investigando, meterse a libros, viajar para encontrar al dato, revisar papeles amarillentos en las hemerotecas, friccionar cuerpos, detenerse a observar el río en su corriente para ver si Heráclito, el de "nadie se baña dos veces en el mismo río", y meterse a bañar para ver si es cierto que el río ya es otro en el siguiente baño.

¿Y YO MISMO ME PREGUNTO si no es una contradicción decir que las certezas son buenas y buenas también las dudas? Lo que pasa es que hay certezas de las que uno no puede escapar por más dudas que tenga. Cuento que una vez salimos de una clase de Filosofía, precisamente en una clase de semiótica, y la reflexión con palabra arrebatada entre los cinco estudiantes que somos, era sobre la realidad y las palabras, si estas construyen la realidad o viceversa. Y como estábamos en el piso 8, y no servía el ascensor,  teníamos que usar la escalera. Y vacilando dijimos que esa era nuestra realidad. Y que la escalera ante nosotros era real, no ficticia. Y ya estaba construida antes que nosotros la nombráramos. Y bajamos con la certeza de que la escalera efectivamente era real.

LOS VIEJOS BISABUELOS DE LA FILOSOFÍA siguen siendo vigentes. Cualquier otro los toma como referencia incluso para refutarlos o al menos intentarlo. O habla de ellos para decir que son del pasado remoto, y lo pasado pasado es. En la pintura "La escuela de Atenas", de Rafael Sanzio, donde aparece un conjunto de Filósofos reconocidos, en el centro están Platón y Aristóteles . El pintor tuvo a bien dibujarlos, al primero con uno de sus dedos indicando a las alturas, al estagirita señalando hacia abajo. Esto porque Platón aseguraba que hay dos realidades: el mundo material y el de las ideas, siendo este último el más importante. En cambio su alumno Aristóteles consideraba que todas las ideas solo pueden generarse a partir de lo que nuestros sentidos pueden percibir, y esto solo puede darse en el mundo material, y que por tanto este es el más importante. Y no es que esté equivocado uno de los dos. Ellos hicieron su parte en la búsqueda, hombres de su tiempo. A nosotros, aprendices de aprendices, nos toca otra parte de búsqueda en nuestra vida.

TODOS LOS FILÓSOFOS BUSCAN LA VERDAD. Los de antes y los de ahora. Solo que, como decía Parménides en su Poema a la naturaleza, verdad que le fue revelada en sueños: "Mas necesidad es que te informes de todo, tanto del intrépido corazón de la Verdad bien redonda, cuanto de las opiniones de los mortales, en las que no hay una fe verdadera".

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