Corrupción pública: la importancia de las instituciones (II)

Los corruptos no autorizados, piratas sin licencias legítimas para ejercer la corrupción

Dentro del Modelo Imperial, existen dos caminos para mostrar que se está “combatiendo la corrupción”: primero, se establecen contralorías para cuidar los recursos públicos. Nuestras contralorías datan mayormente desde tiempos del presidente Miguel de la Madrid y su esfuerzo de actualización del Modelo Imperial, “Renovación Moral”, mediante la creación de una instancia bajo uno de sus colaboradores leales para revisar “todo” pero que concentraba sobre aquella parte de corruptelas no autorizada por el gobernante.

Así, efectivamente, los corruptos no autorizados, piratas sin licencias legítimas para ejercer la corrupción, tenían que cuidarse del Contralor, y tenían que inventar nuevos métodos para pasar las pruebas que se fueron desarrollando progresivamente en la marcha hacia contralorías más maduras y completas. Pero, el nombramiento del Contralor venía del gobernante en turno, y también sus instrucciones y recursos, y ese hecho garantizaba la continuación del doble trato entre las corruptelas autorizadas y las no autorizadas. De otra manera, el Contralor tendría que oponerse a los deseos del gobernante, y dejar el puesto.

Desde luego, la contabilización de los recursos “públicos” en teoría, pero “del gobernante” en la práctica, es una doblez que corta a través de todo el presupuesto. Dicha contabilización es detallada, pero solo disponible al Contador Mayor de Hacienda en los estados y su contraparte federal a nivel nacional. Normalmente, ese personaje está nombrado por el mismo gobernante, o sus colegas partidistas en el Congreso, o en el área financiera gubernamental, pero no por el Pueblo en forma directa, ya que todavía México no ha llegado tan lejos, y sus recursos e instrucciones precisas o generales, provienen del gobernante. Aun cuando no está nombrado por el gobernante en turno, normalmente está bastante dispuesto a “no crear problemas”. Su trabajo consiste en revisar todo con gran cuidado y castigar las corruptelas no autorizadas por sus superiores, pero también dejar pasar a las autorizadas, y hasta vestirlas para aparentar un razonamiento, y hasta una belleza que realmente no tienen.

Así, la Corrupción extra-gobernante se castiga, a veces con mucha severidad y la correspondiente publicidad, pero la principal pasa por todos los filtros con gran facilidad, y muchas veces con el apoyo del Contador Mayor. Por ejemplo, una corruptela de un ayuntamiento no bien visto por el gobernador será detectada, señalada, y pudiera haber castigos severos si no hay arreglos de por medio. Y es así, por el proceso seguido desde Miguel de la Madrid, por dos razones de fondo: tanto el Contralor, como el Contador Mayor, están nombrados por el gobernante y responden a sus instrucciones. Cuando el gobernante es honrado, el trabajo de ambos personajes es más fácil y generalmente limpio, pero varias veces es deshonesto en pocos o en muchos temas, y entonces ellos se limitan a perseguir las corruptelas no autorizadas. Veo el problema en el método de nombramiento. El que será vigilado, el gobernante, pone a los vigilantes, y por ello no puede haber una contabilización real y pareja, o sea democrática.

UN GABINETE HONRADO

En contraparte, en el Modelo Democrático, las Contralorías y Contadurías Mayores responden a una serie de requerimientos que abren su trabajo diario y detallado a la vigilancia del Pueblo, comenzando con el nombramiento del Contralor o Contador Mayor mismo. El Pueblo no permite que el gobernante cuya gestión va a ser supervisada ponga al supervisor directa o indirectamente. Esto más o menos garantiza una supervisión pareja de todos los recursos públicos, y por lo general elimina la posibilidad de contar con una parte autorizada por el gobernante, aunque todavía va a haber algunas excepciones, esperamos pocas.

Desde luego, estoy resumiendo el proceso. En los hechos, el Ciudadano pueda conocer cualquier detalle del ejercicio del gobierno con prontitud y una postura positiva del gobernante mismo. Esto requiere que el gobernante mismo tenga las manos pulcramente limpias en todo momento y en todo detalle del ejercicio gubernamental. Va a requerir no solo un gabinete, sino también funcionarios menores convencidos de la honradez de todos alrededor de ellos. No es una cosa fácil.

El gobernante podría comenzar este proceso mostrando sus propias cuentas al Pueblo, porque si no puede hacer eso, va a ser muy difícil que muestre las cuentas de los niveles menores. En el Modelo Democrático, una dependencia contaría con su Inspector General, independiente y con acceso directo a la legislatura, la prensa, etc. Su trabajo consiste en llevar a esa dependencia por el camino correcto, y por lo general, lo hace. Así, por ejemplo, el Inspector General del Ejército de los Estados Unidos señaló con detalle como el ejército había comprado aviones viejos sin posibilidad de mantenimiento, mucho menos reparación, para crear la Fuerza Aérea de Afganistán por centenas de millones de dólares, y cómo en poco tiempo se lograron recuperar menos de 40 mil dólares, uno por cada mil gastado. Y así, el Acto de Corrupción podría ser señalado, si no atendido cumplidamente. (El autor es Doctor en Economía, especialista en planeación y finanzas, colaborador de PRESENTE)