LECTURA Y CIUDADANÍA (I)
El sueño del Celta, novela de Mario Vargas llosa, cuenta el criminal proceso colonialista de Bélgica al Congo
Hace un tiempo estuve en la presentación de un libro de autores locales. En dicho evento me llamó la atención la participación de uno de los "presentadores" que a manera de consejo decía a los presentes, pero más al colectivo de escribidores del libro, que había que leer harto y, citando al gurú del periodismo Kapuscinski, proponía que por cada cuartilla escrita había que leer cien.
En la novela "Recuerdos de la Muerte" de Miguel Bonasso, los "chupados", elementos de la guerrilla montonera atrapados por la dictadura, se lamentaban haber perdido la guerra ante tipos que no sabían ni siquiera leer el diario (periódico). El sueño del Celta, novela de Mario Vargas llosa, cuenta el criminal proceso colonialista de Bélgica al Congo. En este trabajo uno de los personajes preguntaba sorprendido cómo, un número reducido de belgas, podía someter a tantos nativos. Es porque no saben leer, le respondieron.
En las diversas charlas con amigos que leen he podido ir recogiendo testimonios de cómo se enganchan en la lectura y como se vuelve ésta, herramienta de vida. María Angélica me cuenta sobre la biblioteca de su casa lo siguiente: La biblioteca de casa había acumulado libros tanto de mi abuelo, como de mi padre y de mi tío. En ella se podía encontrar una diversidad de títulos de distintos campos de la cultura, aunque todos ellos estaban vinculados a las humanidades: letras clásicas, modernas, contemporáneas, psicoanálisis, filosofía, historia, arte.
Es obvio que en el hogar de ella había una influencia lectora que la llevaba en sus días de infancia a soñarse profesora y no cocinera, no mamá. A jugar con libros y no con "juegos de té" o muñecas: "Simulando ser la maestra, anotaba en mi supuesto pizarrón (la puerta del patio que daba al pasillo de la entrada) la lección del día a mis alumnos invisibles, traviesos y "burros" (los regañaba con frecuencia. Cualquier persona, sin ser psicólogo, diría de esa situación lúdica que se trataba de una dramatización en donde el inconsciente se hacía presente y estaba yo actualizando mi realidad de niña... Pues bien, ahí estaba frente a alumnos invisibles, dando clases supuestamente magistrales... Cuando venía la etapa de corregir el dictado, aquellos libros ubicados en la fila de abajo de la biblioteca (bien cerquita a la mano de los niños) se convertían en los cuadernos de mis alumnos... ¡Qué correcciones les cometía!!!! Esos libros/cuadernos terminaban con marcas desprolijas, violentas, rabiosas... Sin duda, mucho había que corregir".
Cuando le pregunto a esta compañera que autores le "llegaron" primero, cómo se le abre el mundo de las letras, de los libros, como un misterio a descifrar, como un mundo a descubrir y no solo como un pretexto lúdico, ella me responde: "Sin duda la etapa más generosa en este proceso no fue la infancia, tampoco la universitaria, sino la adolescencia. Mis lecturas de adolescente le dieron un gran sentido y fundamento a mi forma de sentir, a mi manera de percibir el mundo. En momentos en los que una buscaba certezas para asirse a verdades tangibles, yo encontraba alternativas múltiples, realidades diversas, y con ellas... comencé a sentirme libre para adherirme a algunas causas y separarme de otras".
Acá la lectura como sacudidora de conciencias nuevas. O como ella misma dice; una fascinación devota, una guía de planteos de conflictos y de posible resolución. Cuando cuestiono específicamente qué lecturas sacudían su pensar y su existencia adolescente, ella asegura: "Por el proceso interno que me invadía leía sobre temas existencialistas, los estudios radiográficos sobre nuestra humanidad como los de Sartre (La náusea), Camus (El extranjero), Kafka (La metamorfosis y El proceso), Nietzsche (recortes de Más allá del bien y del mal entre otras); así como también, algunas lecturas de clásicos como las de Dostoievski, Tolstoi, Shakespeare, etc. Todos ellos iban estructurando el caos, a veces en más caos... provocaban una reflexión... subvertían el orden de principios, valores y emociones que me habitaban".
¿Angélica, qué es y ha sido la lectura para ti?, le pregunto y esto me responde: "En fin, la experiencia de la lectura ha organizado -bajo sus reglas estrictamente simbólicas- el pensamiento de lo sentido, de lo percibido, de lo que era hasta ese momento intuición. En otras palabras, la lectura ha racionalizado bajo reglas estrictamente subjetivas mi realidad". (Continuará)