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EL SOL DEL SURESTE
Hablar de los orígenes de los mercados en la antigua San Juan Bautista, tendríamos que remontarnos a los inicios del comercio y la legalización del puerto, que data del año de 1792 cuando se le da la categoría de Puerto Menor. Fecha en la que era común ver llegar a los coletos de Chiapas y toda la rivera del viejo Mezcalapa, lo que hoy es las Corregidoras, los Tintos, las Estancias Viejas, los Guineos, los Boquerones y los Ixtacomitanes ect, que hacían llegar todos sus cultivos por caballos y mulas por viejos caminos reales que atravesaban Tamulté y Atasta, mientras que otros por grandes cayucos que arrimaban a la orilla del Grijalva, sin olvidar los que llegaban de Nacajuca, Ocuiltzapotlán por la vía de la Laguna del Negro que comunicaba con Tierra Colorada y lo que es el Centro hasta llegar al famoso Puerto Escondido y cerca de lo que hoy es el parque Benito Juárez. Toda esta producción llegada de estos lugares, hicieron que por un tiempo el primer mercado informal fuera un tianguis acuático, el cual estuvo en las inmediaciones de lo que hoy corresponde al puente del Caballero y lo que hoy es la avenida 27 de febrero, todo ese tramo de lo que hoy es el malecón Carlos Madrazo Becerra. Tramo al que por su geografía y orografía llamaron tradicionalmente “el Barranco”, que con el paso de los tiempos llegó a convertirse en la Plaza Pasteur que para aquellos tiempos colindaba con la famosa compañía Berreteaga y el Hotel Palacio, tal cual se puede ver en el libro “Villahermosa Nuestra Ciudad” de donde tomamos la fuente.
Fue entre los años de 1849 y 1850 estando como gobernador don José Julián Dueñas, es que nace la idea de la construcción de un mercado formal y legal, que sería responsabilidad del Ayuntamiento. Por lo que se emitió un decreto solicitando la compra de un predio para dicha construcción, que de negarse a vender se adjudicaría y se indemnizaría bajo los artículos de la Constitución vigente. Con este decreto se da el primer paso para la construcción de lo que sería el Mercado Central. Posteriormente a este avance, fue hasta el año de 1854 por donación de la señora Claudia Andrade de Rovirosa que dos predios fueron adquiridos por el Ayuntamiento. El primero fue donado y el segundo con casa también fue comprado, fue así que se logró delimitar casi en su totalidad la extensión de lo que sería el mercado público. Ya en su sexta y último mandato como gobernador don José Víctor Jiménez (1856) también aporta el seguimiento del mercado, no llegando a concluirse en su totalidad, siguiéndole 5 gobernadores más que poco pudieron hacer para su conclusión. Fue hasta el 16 de septiembre de 1859 estando como gobernador don Victorio Victorino Dueñas es que se inaugura el Mercado Central, que en ese entonces colindaba con la prestigiosa casa comercial Romano y Compañía. Que para ubicarlo hoy con exactitud corresponde al cuadrante de lo que hoy es el parque la Corregidora, entre las calles de Vicente Guerrero, avenida 27 de febrero y Rafael Martínez de Escobar, justo en el corazón del Centro Histórico.
A hora bien, podemos mencionar que dentro de los productos que se vendían estaban los tropicales y cítricos: Naranja dulce, agria, carey, limón, coco, guanábana, pitahaya, piña, melón chino, mango, la caña, etc. Así como también frutas: el plátano macho, pan de sopa, castaña, la papa voladora, cebolla de tierra, maíz verde y seco, chinín criollo, aguacate verde, nance, zapote y chico zapote, guayaba criolla, pan de agua, guayabas, etc. Mientras que en un pasillo que daba entre el mercado y la tienda comercial Romano se podían encontrar desde las cinco de la mañana que se abría el mercado a los vendedores de leña de palo de tinto, a los que vendían gran variedad de pescados y conchas, todos ellos venidos de Ocuiltzapotlán, Macultepec y Tamulté de las Sabanas. También en ese mismo pasillo podían encontrar a los vendedores de maza de pozol y pozol envueltos en hoja de to verde, así como a los que vendían dulces de diferentes frutos tropicales, los más famosos eran los que llegaban de la ranchería de Torno Largo y el pueblo de Cacaos, que bajaban por el río al lugar mencionado líneas atrás.
Otro espacio del mercado era el que se ocupaba para los desayunos y las comidas corridas, que iban desde empanadas de pejelagarto, así como pucheros de carne de res, consomé de pollo y gallina, estofados de pava, todos hechos a la leña, acompañados por las mañanas por un café de olla, atol de maíz. Como vemos, la visita al mercado era toda una verbena popular, pero la cosa no terminaba allí, era tradición también que este mercado se vistiera de gala con bailes populares, tal como lo menciona don Rafael Domínguez en su libro Tierra Mía. Finalmente, ya longevo este mercado al paso de los años pasaría por cuestiones políticas a llamarse Tomás Garrido Canabal (22-11-1925), nombre que ostentaría por 12 años, ya que el 6 de enero de 1937, don Ernesto Trujillo Gurria, Presidente del Comité Administrativo del Centro informó de un edicto que se aprobó, borrando el nombre de “Tomás Garrido Canabal” designándole desde ese momento mercado “Mercado Coronel Gregorio Méndez Magaña”, el cual existió hasta 1975 cuando se demolió para convertirlo en el parque la Corregidora lugar que existe hasta el día de hoy.
NACE EL MERCADO JOSÉ MARÍA PINO SUÁREZ.
Ya existente el viejo Mercado Central y tras la lenta urbanización y necesidades del pueblo de San Juan Bautista, se construyó el mercado público “Porfirio Díaz”, obviamente idea del gobernador Abraham Bandala Patiño, su compadre, para congratularse más con el viejo dictador que lo sostenía en el poder por muchos años en Tabasco. Este nuevo edificio popular era de hierro y su medida era de 25 mtros de frente por 42 de fondo. Tenía dos fachadas principales viendo al oriente y al occidente. Cada una de estos frentes se componía de tres ventanas colocadas sobre bastidores de hierro galvanizado que estaba de moda por aquellos tiempos. Así también en las fachadas mencionadas existían letreros titulando el mercado “Mercado Público Porfirio Díaz”, también elaborados de galvanizado. También lo componían tres puertas de hierro en cada entrada y una en los laterales que en total sumaban ocho. Las grandes corrían sobre rieles de hierro ya que tenían llantas para deslizarse; mientras que el piso era de cemento y su pulimento. La iluminación era de lámparas incandescente. Contaba con su sistema de agua y drenaje.
Ahora bien, la distribución de su interior era de 82 puestos, un área para el administrador y el otro para los trabajadores de limpieza y cargadores. Algo curioso era que algunos puestos tenían asignaciones específicas, como, por ejemplo, el 68 al 73 eran para todo tipo de semillas, mientras que el 54 al 59 a las carnicerías, cerdo y res. Y en lo que se refiere a aves, frutas y legumbres tenían mostradores de hierro y más pequeños. Por algunos años pasada la Revolución, se le denominó “Mercado Central” y se le hizo adecuaciones y mantenimiento para distinguirlo del otro.
Tras el cobarde asesinato del presidente Francisco Indalecio Madero y el tabasqueño tenosiquense, José María Pino Suárez, el mercado Gral. Porfirio Díaz cambio su nombre al del “Caballero de la lealtad” en honor y reconocimiento como Vicepresidente de México. Esto entre los años de 1914-1915. Mercado al que llegaban los productos al igual que el central por la vía pluvial y marítima a lo que se le llamó el “Playón”, a hora con más cobertura y fluidez de las riveras y comunidades también ya mencionadas. La extensión del playón comprendía de lo que hoy es la calle Sánchez Mármol hasta las inmediaciones de la calle de Lino Merino aproximadamente. Tomando más relevancia este mercado con una de sus primeras remodelaciones en 1924. Que en aquel entonces se componía de una estructura de metal a dos aguas, la moda tradicional, de esta se desprendía su fachada estilo neocolonial-nacionalista que se puso de moda a la caída del porfiriato y dejar a tras la arquitectura francesa impuesta durante la dictadura. Siguiendo con su estructura, el mercado al centro tenía una gran puerta enmarcada por un gran arco de medio punto soportado por dos pilastras cuadradas, acompañada de dos vanos conteniendo tres ventanas metálicas seguramente en cada lado y un óculo en la parte superior. La fachada se cerraba con un remate típico de un caballete escalonado, con un remate también semicircular al centro y una franja en toda la orilla. Este inmueble duró un poco más de 40 años, ya que por cuestiones de insalubridad que afectaban al playón, pero sobre todo al Malecón fue demolido por el año de 1962, hace 50 años y cambiado a su ubicación actual: calle José María Pino Suárez y hermanos Bastar Zozaya donde existe el día de hoy.
Posteriormente a este mercado nacieron los de la colonia Tamulté de las Barrancas, el de Atasta, el Mercado de la Sierra, Gaviotas y Tierra Colorada. El de la Colonia Tamulté “Gral. Miguel Orrico de los Llanos” macuspanense (quien participó en la Revolución Mexicana), que se inauguró un 12 de noviembre de 1975. Mientras que el popularmente llamado “De la Sierra”, oficialmente Gregorio Méndez Magaña, fue construido entre los años de 1977 y 1982 por el entonces gobernador Leandro Rovirosa Wade teniendo en este lapso de tiempo una ampliación (1978) por el entonces presidente municipal Agustín Beltrán Bastar. El de Atasta, que su nombre oficial es actualmente “Tabasco Avanza” sus primeros pasos los inició lo que es el día de hoy el predio que ocupa el Súper Sánchez, a un costado del Registro Civil, llevándose consigo el nombre de Pedro Sánchez Magallanes, donde permaneció entre 6 a 8 años. Posteriormente se trasladó en el lugar que ocupa el día de hoy y el cual fue inaugurado a principios de los años 80 del siglo pasado. A ello le siguen: el mercado Noé de la Flor Casanova de la colonia José María Pino Suárez o popularmente llamada “Tierra Colorada”, el cual vio nacer e en el año de 1985, con 106 locales. Por último, el Florentino Hernández Bautista, de la colonia Gaviotas Norte, en pleno Malecón Leandro Rovirosa Wade, el cual fue construido en lo que fue parte de la finca “Palmitas” y que se dedicó por décadas al cultivo de plátano y banano. Mercado que fue inaugurado el 2 de febrero de 1986.
MINUTO A MINUTO
- 03:00 p.m. Descalabrado en el pavimento
- 02:00 p.m. ¡Revolcó las tortillas!
- 12:00 p.m. Por poco le tumban la cabeza
- 11:00 a.m. ¡Derrapados… y al hospital!
- 16/01/2024
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- 16/01/2024