Rullán Ferrer 'dio vida' a la colonia "Mayito"
Otorgó lotes a bajo costo a trabajadores, con el compromiso de que pagaran sus escrituras
La historia de esta colonia data desde los tiempos de Antonio Rullán Ferrer (fundador), quien tenía una fábrica de jabón denominada “Mayito”, donde muchos de los colonos de la zona laboraban quienes recibieron lotes de terreno bajo el compromiso que ellos -los trabajadores de dicha fábrica- pagaran las escrituras.
Esa fue la forma en como don Antonio llevó a cabo la fundación de esa colonia, donde la calle principal lleva su nombre, así como la escuela, en ese entonces de techo de madera pero que llevó a que los niños tuvieran educación.
Con el paso del tiempo, la escuela fue reubicada en dos ocasiones hasta quedar de manera fija en el parque La Pólvora, ahora con el nombre de primaria “Manuel Sánchez Mármol”.
ACCESO A LA CALLE MAYITO
En aquellos años, para ser exacto en los cincuentas; la laguna denominada “Laguna de Mayito” fue dividida por un un camellón que se construyó de Ocampo a donde hoy está la calle León Alejo Torres, para que los vecinos tuvieran libre acceso para entrar a la calle Mayito.
Al comienzo de esta calle, esquina con Ocampo, vivía Salvadora Rullán (hija de don Antonio) que era pianista. De manera cortés, tocaba el órgano en la iglesia de la Purísima Concepción -La Conchita-.
De ese punto seguía el camellón, cuyo recorrido era a través de la laguna que lo circundaba y terminaba donde ahora está la calle León Alejo; Frente a ese lugar estaba la primera casa, la de don Juan Méndez, talabartero en la fábrica Mayito.
En su domicilio instaló un taller para hacer artículos de piel y daba servicio a sus amigos fabricando cinturones, carteras, vainas (fundas) para machetes, entre otros.
En ese solar tenía un patio a manera de península (rodeada por la laguna) con árboles de mangos criollos y que los chamacos del rumbo llegaban a cosechar porque don Juan lo permitía.
- Adelante, frente donde ahora está la iglesia católica, vivía la familia Castro Vidal; cerca de ahí, don Honorato Barrueta, quien en el patio de su casa tenía un pozo de donde sacaba agua y vendía a las familias del centro de la ciudad en latas de 20 litros que transportaba en un caballo provisto de un aparejo; junto vivía Antonio Galicia, dedicado al curtido de pieles.
La historia de esta colonia da a conocer que lo que se llama Callejón de Aguadores, vivía Don Samuel Beaurregard, porque al frente de su casa también tenía un pozo y al igual que don Honorato comercializaba el agua.