Vive Tapijulapa su Pesca de la Sardina
Danzantes bailaron elevando sus canastos de mimbre con la ofrenda de flores y veladoras
Después de dos años de pandemia, en que el pueblo mágico de Tapijulapa y el parque natural Villaluz, habían sufrido la niña y baja afluencia de turistas y realización de eventos culturales, este fin de semana se llevó a cabo el tradicional ritual de la Pesca de la Sardina.
En su recorrido por los senderos del parque natural Villaluz, encabezados por el Patriarca, los danzantes arribaron al manantial desde donde brota el arroyo de azufre, dónde iniciaron con el tallado de barbasco en las piedras para ir formando una masa mezclada con cal, misma que fue guardada en una pushcagua de hoja de platanillo, invitando a los visitantes a vivir la experiencia en medio del cuerpo de agua, dónde se sumó el alcalde Ricki Arcos Pérez.
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Posteriormente, el séquito de danzantes se formó en fila para avanzar al ritmo de flauta y tambor hasta el área destinada para la danza de la Pesca de la Sardina, bajo los altos árboles, cerca de las albercas de aguas termales, dónde se improvisó una cueva como es escenario para apreciación de todas las personas.
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En círculos, los danzantes bailaron elevando sus canastos de mimbre con la ofrenda de flores y veladoras, mientras la flauta de carrizo y el tambor de cuero marcaban los tiempos y movimientos a seguir, hasta que el patriarca se dirigió al centro para elevar sus plegarias al dios de la lluvia y al guardián de la cueva para permitirles pescar de su sardina y alimentar a las familias.
La traducción de la llegaría chol fue hecha en español para todos los presentes, quiénes con celular en mano buscaban captar las mejores escenas de este ancestral ritual que dejó de realizarse por dos años y tuvo que cambiar de escenario por el litigio ejidal en el área de la cueva, y por el Frente Frío 41 que impidió se realizara el pasado Domingo de Ramos.
Después d ella plegaria, los danzantes se enfilaron al arroyo de azufre para vaciar la "cueza" de barbasco y cal en el agua, creando una creciente mancha blanquecina que adormecería a las sardinas y les permitiría pescarlas con los canastos, y con eso culminar este ritual, dónde cientos de familias se quedaron a disfrutar de la belleza natural de Villaluz en sus albercas, cascadas, museo y rio.
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