Un artista, maestro del labrado

Que no se muera el artista y se muera el arte, hay que dejar un legado

Un artista, maestro del labrado

Baltazar Hernández López construyó en el patio de su vivienda, en Tecoluta, Nacajuca, un local con iluminación y en alto, en prevención de inundaciones, en el que instaló una mesa de trabajo con 10 motores y, por si fuera necesario, lámparas, para el taller de grabado en hueso.

En entrevista, dice a Diario Presente, que cada uno de los motores cuesta, en la Ciudad de México, seis mil 800 pesos y el juego de fresas, mil 200 pesos.

  • -Es un taller para 10 alumnos, de las 16 a las 18 horas; en la mañana trabajo en el taller de labrado de madera.

Explica que el dominio del grabado en hueso depende de la capacidad del alumno.

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  • -En año y medio aprenden el control del motor y luego las partes del labrado: partir el hueso, el desbastado, modelado, pulido del trabajo de obra. 

La instrucción empieza por procesar el hueso: se hierve, se le coloca sal y carbonato, hasta expulsar la grasa, con cinco o seis cocciones, el proceso es largo; en el taller aprenden a procesar su propio material. 

  • -Aprendí a la edad de 11 años con el maestro Roberto Ruy, en el taller, instalado en Jalpa de Méndez.

VOCACIÓN Y CONSTANCIA

Riendo, dice que junto con su hermano Plácido sólo sus padres solo les daban para el pasaje, pero que de vez en cuando se lo gastaban en un refresco, y tenían que regresar caminando, por Soyataco y Guaytalpa, a veces bajo la lluvia.

"Ser artesano del grabado en hueso depende de la constancia, hasta que vean a perfeccionar sus trabajos; los primeros, les van a resultar cachurecos, pero la práctica hace al maestro -explica. De las dos horas, media hora la dedica a platicar con los alumnos, de su formación personal, como los tratan en su casa, en la escuela, "comentamos de cuestiones de arte, de las diferencias entre arte y artesanía, de los grandes hacedores del arte".
  • -Tienen que entender qué es la artesanía, que no voy hacer lo mismo toda mi vida -recalca-. El artesano va evolucionando y puede hacer otras cosas; que no llegue el tiempo en el que los alumnos se aburran. 

Al taller pueden llegar niños de los 10 años en adelante, no hay límite de edad, quien quiera.

  • -El taller es gratuito, esto lo hago por amor al arte. no lo voy a cobrar, alguien tiene que aportar su granito de arena -justifica como si nada.

Baltazar Hernández dice que lleva 38 años trabajando el hueso.

  • -Han salido premios, galardones, viajes dentro y fuera del país, entonces, ¿para qué cobrar? 
"Aquí nadie trabajaba la madera. Yo fui aprender a Chiapas, a la ciudad de México, a platicar con muchos artistas, he viajado muchísimo dentro y fuera del país", dice.

SENSIBILIZACIÓN, LA CLAVE

Baltazar Hernández dice que abrió el taller gratuito porque ve que en muchos jóvenes andan perdidos, ya no saben de sus raíces porque imitan a la televisión, "aunque tienen pena decir que son chontales, nuestro color y lengua nos delata, es el efecto de la globalización".

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  • -El arte es tan hermoso que sensibiliza -asegura.

Advierte que las personas están dejando de hablar el yokot´an hasta en sus casas, ya no se diga en la escuela o en la calle.

  • -Esa es la preocupación, de que las lenguas maternas se vayan a difuminar con el tiempo. Dice que, por eso, los jóvenes son los semilleros, "en el taller están a gusto, platicamos mucho de lo que es la escultura, de que vayan a ser escultores".
"Yo encontré mi oportunidad en mis ángeles, los sacerdotes; en ellos encontré mi camino, ellos me dieron la credencial de que era escultor y me hicieron pintor", reconoce.

Baltazar Hernández es el que esculpió en bajo relieve las enormes puertas de 10 metros de la parroquia La Resurrección del Señor, de Comalcalco, las puertas de más de seis metros de la parroquia de Jalpa de Méndez y el Cristo de 10 metros, de la parroquia de San Antonio de Padua, Cárdenas. 

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  • -Me sorprendí cuando frene a mi casa levanté el Cristo, uní el tronco de dos árboles, aquí en el callejón, no tenía taller; lo levanté para que pudiera ver las proporciones. Dice que esas puertas pesan entre 600 y 800 kilogramos y que él se encarga de instalarlas, "platico con el herrero, con el tornero sobre el tamaño de las alcayatas, de los valeros, yo mismo diseño e instalo". 
"Hace como un mes vino la esposa del gobernador Merino Campos, la señora Guadalupe Castro, y hace cuatro meses le hicimos un tour para que conociera la obra: visitó Cárdenas, Jalpa de Méndez y la parroquia de Santa Cruz donde está la obra en estuco, el material en que trabajaron los mayas, las grandes civilizaciones", describe.

Narra que, para las obras de la parroquia de la Santa Cruz, el obispo Benjamín Castillo Plasencia le pidió plasmar la persecución cristera en Tabasco.

  • -La voy a hacer por un motivo porque ese tema no está en ninguna otra parte, en aquel tiempo todo el mundo se quedó callado -respondió. 

Detalló que, en un desayuno, Castillo Plascencia narró la persecución y mientras lo hacía, Baltazar dibujaba en una hoja tamaño carta. 

  • -Cuando él terminó de narrar, yo, también, de dibujar, le entregue el boceto y le gustó, lo demás fue lo de menos -recuerda.
"En los personajes en bajo relieve, hay unos que tienen al 60% y otros hasta el 90% del volumen de su físico, es una de las grandes obras de la historia jamás contada. "Para la reevangelización, el obispo del Valle trajo muchos grupos religiosos carmelitas, jesuitas y franciscanos", relata. También está en el techo del mausoleo el Reino de Dios Padre y en la pared, la flagelación de Jesús.
  • -Esas obras ya son arte porque son únicas, no son copiadas -distingue-. Como las pinturas de corriente bizantina, que es ajena a la renacentista.

ARTE PÚBLICO

A Baltazar Hernández, a los 32 años, le otorgaron el Juchimán de Plata.

  • -Cuando le pregunté a Miguel Rueda de León el motivo de esa distinción, me respondió: Porque ningún cabrón está contribuyendo con el turismo de Tabasco. "Y sí, soy el único que tiene obra pública. Ya salí del círculo de artesanos para ser artista, pero si me dicen que soy artesano, no voy a decir otra cosa. 
"Tengo mi autoestima muy equilibrada, prefiero que hable la obra. Unos han llegado a decir que las pinturas que están en la parroquia de Jalpa de Méndez, el padre Rubén las trajo de España, pero todas las obras están firmadas", destaca. "Al igual, que el arte no tiene límite, en la creación, no tengo límite", dice.

Baltazar Hernández reconoce el apoyo de su esposa, "me comprende".

Con ese apoyo, instaló el "Taller comunitario de labrado de hueso del maestro Baltasar Hernández López". "Que no se muera el artista y se muera el arte, esto no lo vamos a llevar a la tumba, que de este lugar se hable de que están los mejores pintores, escultores, grabadores", espera.



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