Cazadores furtivos v/s fauna tabasqueña

En la actualidad, las poblaciones de pijijes son escasas en pantanos y manglares de Centla, Nacajuca, Jalpa de Méndez, Cunduacán, Comalcalco, Paraíso, Cárdenas, Balancán y Jonuta, debido a la pérdida de su hábitat natural y la cacería indiscriminada de la que son objeto por parte de cazadores furtivos.

Por su parte, habitantes y familias indígenas que viven en comunidades como son: Güiro Arrancado, Pueblo Nuevo, Venustiano Carranza, y Monte Grande, así  como cabecera del Centro Integrador, que colinda con el vecino municipio de Macuspana, están acostumbrados a vivir de estas aves, las cazan para el autoconsumo y para su venta.

José Pascual Chablé, habitante de Monte Grande, criador y comerciante de esta especie silvestre, explicó que las hembras hacen sus nidos sobre las palmas de corozo y coco, en la cavidad de un árbol, o entre los conocidos “espadañales”, y su ciclo de reproducción abarca los meses de mayo, junio, julio, agosto, septiembre y octubre.

Agregó que a esta especie se le conoce también como “pato silbador”, por el llamado que emiten semejante a un silbido; señala que los depredadores utilizan escopetas para matar de un solo disparo de 3 a 4 pijijes, los  cuáles llegan a vender a 70 pesos el par.

Señaló que hay familias que los domestican y engordan en corrales para el autoconsumo, aunque su carne es un poco dura no deja de ser parte de la comida tradicional indígena.

“Su venta en el mercado público aumenta en esta temporada dónde familias acuden a comprarlos para su menú alimenticio", explicó.

Aún es muy frecuente ver las parvadas de Pijijes en las lagunas del ejido Monte Grande, entre otros santuarios de reproducción.

“Algunas personas han perdido hasta un 10 por ciento de cultivos de arroz y maíz, a causa de que estos atacan en grupos, por lo que campesinos los aniquilan”, afirmó.

Por último, el vendedor dice que una de las particularidades de esta ave es que se aparea en el aire.