VUELTA CONTINUA
20/12/2018
La persistencia del presidente es terquedad, acusan sus detractores. Pero lo cierto es que en esta semana, Andrés Manuel López Obrador exhibió una virtud inestimable en un gobernante: la cualidad de saber rectificar. El tema no es menor: el presupuesto de egresos de la federación, columna vertebral en la distribución de los recursos públicos.
Es cierto que sobre la marcha se hacen, siempre, modificaciones en la manera de erogar el dinero público, porque finalmente el presupuesto es lo que se presupone que se va a hacer, y siempre la terca realidad se impone, los montos varían, las necesidades cambian, las urgencias surgen…
Sin embargo, el presupuesto puede leerse como un indicador contante y sonante de las prioridades del gobierno federal. Por eso saltaron todos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al ver que la institución de educación pública más grande de América Latina vio reducido sus recursos en mil millones de pesos respecto al año anterior en la propuesta del año pasado. El recorte parecía general, de seis por ciento menos para todas las universidades públicas federales e importantes reducciones a los subsidios de las universidades públicas estatales y el programa nacional de becas, cortado a menos de la mitad.
El presidente de origen tabasqueño primero respondió que los privilegios también se tienen que acabar en las universidades, lo que inició un acalorado debate. Unos señalaron lo que es innegable, hay trabajadores y docentes que, al amparo de prebendas políticas internas o negociaciones de sindicatos cobran mucho sin hacer casi nada. Otros respondieron lo que también es innegable, la gestión de los recursos públicos debe corregirse desde la autonomía de las universidades. Por lógica, en última instancia, si no se destruyen esos cotos de poder, lo que los pocos privilegiados harían sería reventar el hilo por lo más delgado, recortar salarios a maestros esmerados y no siempre bien remunerados, así como becas y programas de estudios.
Pero AMLO pronto rectificó lo que, dijo, fue un error. Aseguró que a las universidades públicas de México se les entregará lo que les corresponde, y los recursos no van a estar por debajo del aumento por inflación. Les pidió, en cambio, a los rectores, ayuda para que haya austeridad en el manejo del presupuesto. Austeridad y transparencia, añadiría.
Ayer mismo, el rector de la UNAM y el director general del Instituto Politécnico Nacional (IPN) le reconocieron al presidente el haber aceptado el error, y se comprometieron a devolver mensualmente la misma cantidad excedente que él en su quincena: 22 mil 313 pesos con 29 centavos. Un ejemplo que el presidente espera que repliquen todos los funcionarios.
El episodio del presupuesto a las universidades sirvió para identificar lo mismo a quienes todo le aplauden al presidente que los que todo le condenan; también, para los que desde prioridades y valores bien definidos, están dispuestos a debatir con seriedad y datos confiables el presupuesto, como cualquier asunto de la vida pública.
Sin menoscabo de que las universidades públicas requieren una revisión a fondo en materia de política financiera, pues desde hace años vienen arrastrando déficits que se combinan mal con una mayor demanda por el crecimiento de la población, el presidente López Obrador demostró que está dispuesto a cumplir sus compromisos y a rectificar sus errores o los de sus funcionarios.
Tendrá que hacerse un esfuerzo extra para aprovechar la última “cola” del bono demográfico, pues precisamente esta generación de los que hoy tienen entre 15 y 19 años representan la parte más ancha de la pirámide de población. Los jóvenes de hoy, incomprendidos, menospreciados y mimados por las generaciones que fueron jóvenes ayer, tienen que ser prioridad desde dentro y desde afuera de las universidades para que en su momento puedan aportar a este país que requiere mucho trabajo y varios años para enderezar el camino.
PRIMERA PARADA
Los ánimos están muy caldeados y resulta irresponsable echarle más gasolina al fuego. Lo sucedido en el Hospital del Niño con la retención a la fuerza de la profesora Martha Lilia puede ser explicada pero no justificada. En este sentido el presidente López Obrador hizo lo correcto al manifestar su desacuerdo con la forma como fue tratada esta dama; pero también hizo lo correcto al anunciar que de manera inmediata se atenderán las necesidades presupuestales para finiquitar los pagos de los trabajadores. Algo similar tiene que hacerse para intervenir con recursos la falta de elementos para un buen servicio de salud. Es vital.
SEGUNDA PARADA
No faltaron, por supuesto, quienes sólo vieron –y mal- la primera parte de lo dicho por AMLO. Interpretaron a su parecer lo que debe ser una regla general: nada por la fuerza, lo fundamental es el Derecho. Los adversarios de AMLO y de Núñez aprovecharon para recordar que el ahora Presidente acudió a la protesta callejera en reclamo de justicia. Pero podemos asegurar que nunca tomó a nadie de rehén. Pudieron los inconformes, como, como ya lo hizo un grupo de universitarios y como lo han hecho miles de personas, acudir al propio mandatario para expresarle sus demandas. Seguramente los habría escuchado sin llegar a los extremos.
PARADA ESPECIAL
Ayer mismo el equipo de transición de Adán Augusto López Hernández informó que analizarán minuciosamente “la información que reciba de adeudos de la administración saliente, en especial los del sector salud”.
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