Votos contados por ciudadanos.

Los ciudadanos que integran las mesas directivas de casilla deben cumplir entre otros requisitos

La integración de las mesas directivas de casilla es una de las fases del proceso electoral que comienza en el mes de diciembre del año previo a la elección, con la insaculación de un mes del año calendario por parte del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, que junto con el siguiente mes, forman la base para la insaculación de los ciudadanos que nacieron ese mes y si fuera necesario el contiguo, hasta la insaculación final que hacen los consejos distritales a más tardar el 6 de abril del año de la elección, para tenerla lista cuando mucho el 8 de ese mismo mes y año.

Cada Sección Electoral está constituida por no más de 3000 ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores, salvo que el crecimiento demográfico lo demande y entonces podrá ser superior. Por cada una de ellas se instala una Mesa Directiva de Casilla formada por un presidente, un secretario, dos escrutadores y tres suplentes y un secretario y un escrutador más, si la elección es concurrente; es decir, que haya simultáneamente tanto elecciones federales como locales.

Los ciudadanos que integran las mesas directivas de casilla deben cumplir entre otros requisitos, no ser servidor público de confianza ni tener cargo de dirección partidista, cualquiera que éste sea y surgen del azar, en virtud de que proceden de sorteos, independientemente de que los consejos distritales verifican que cumplan con las exigencias de la ley y hayan tomado el curso de capacitación electoral correspondiente.

De esta manera quienes integran las mesas directivas son ciudadanos que no fueron seleccionados por preferencia alguna de partido, candidato o funcionario gubernamental, sino por el azar y haber cumplido con los requerimientos de la ley.

Esto es de la mayor importancia, porque contribuye a generar más confianza en la elección y en sus resultados, pues quienes clasifican y cuentan los votos de los ciudadanos son vecinos de la sección electoral, cuyo nombramiento para integrar las mesas directivas de casilla la definió esencialmente la casualidad, cuyas tareas son vigiladas por las representaciones de los partidos políticos, candidaturas independientes en su caso y observadores electorales.

La casilla es el centro neurálgico de la elección, porque en cada una de ellas se decide quien gana y quien pierde, si bien es en el cómputo distrital donde se determina al partido o candidato que obtuvo el triunfo, al hacer la sumatoria de los resultados de las actas de escrutinio y cómputo de las casillas o el cómputo de entidad federativa, que es la suma de las actas de cómputos distritales y así sucesivamente dependiendo de la elección.

Esta forma de integración de las casillas y funcionamiento con vigilancia de los actores referidos y la conducción y supervisión de la autoridad electoral como

instancia organizadora, dan solidez y confianza a los resultados electorales, pues incluso más allá de esta etapa, están las instancias administrativas y jurisdiccionales en las que pueden hacer valer su inconformidad; de tal manera que existen vías y medios para canalizarlas adecuadamente.

La forma como está concebida la integración ciudadana de las mesas directivas de casillas y la vigilancia a la que es sometida la actuación de sus integrantes abonan en gran medida a la confianza de los resultados electorales, cuyos presidentes tienen una enorme responsabilidad al depositarse en ellos la tarea de recibir 5 días antes de la elección las boletas, consideradas de seguridad nacional y la documentación electoral, sin lo cual no habría votación en las casillas.

Hoy gracias a eso, a la autonomía e imparcialidad de los órganos electorales administrativos y jurisdiccionales y a la profesionalización del servicio electoral, no hay lugar para el fraude electoral, aunque todavía hay conductas fraudulentas; a lo que se adiciona tanto la profesionalización como la especialización de los organismos electorales, que han contribuido al fortalecimiento del sistema electoral mexicano y a la vez son resortes que impulsan e inyectan oxígeno a la democracia, que es indispensable nutrir a diario y defenderla permanentemente, porque no es dada para siempre. Las desigualdades sociales la acechan y son un riesgo para su permanencia y consolidación, como también lo son las conductas embozadas y abiertas de sus enemigos.