Voto por internet y urna electrónica

Mientras que para el ejercicio del primero sólo se requiere para emitirlo una computadora o un teléfono celular

Tanto el voto por internet como el voto a través de la urna electrónica utilizan valores binarios, generalmente 0 y 1, en los que dicho de manera muy escueta se codifica, transmite y recibe información por medios electrónicos y por eso, ambos son votos electrónicos.

Mientras que para el ejercicio del primero sólo se requiere para emitirlo una computadora o un teléfono celular, con independencia del lugar del planeta en que se encuentre el elector; para el segundo es indispensable la presencia física en la casilla previamente determinada.

El voto por internet en nuestro país está circunscrito a los ciudadanos mexicanos que radican en el extranjero y es una de las tres opciones con que cuentan para sufragar en las elecciones federales y en las locales que así lo hayan considerado en sus legislaciones electorales.

El voto por medio de la urna electrónica se ha utilizado en elecciones federales en nuestro país, de 7 años a la fecha de manera parcial y durante los últimos 17 en algunas elecciones locales; por ejemplo, éste año de las seis entidades federativas en que habrá elecciones locales el próximo 5 de junio, sólo en Aguascalientes y Tamaulipas se instalarán en cada una de ellas 50 urnas electrónicas, en virtud de que su normatividad electoral contempla la posibilidad de usar la urna electrónica como medio alternativo de votación. Al respecto, dicho sea de paso, hasta ahora la legislación electoral de Tabasco no contempla esa posibilidad.

Las pruebas pilotos realizadas en urna electrónica han sido exitosas y su avance contradictoriamente lento, no porque la autoridad electoral así lo decida caprichosamente sino porque flota en el ambiente desconfianza de los actores políticos, que ven frágil este medio, sobre todo en la contabilidad y cómputo de votos. Ciertamente existe la posibilidad de manipular electrónicamente la autenticidad y sentido del voto, como lo fue en el pasado la forma tradicionalmente de votar y de ahí la necesidad de mantener un elevado nivel de seguridad en el voto electrónico.

Por eso, desde la creación del IFE en 1990, se fueron incorporando al proceso electoral altas medidas de seguridad que hicieron más costosas las elecciones, al mismo tiempo que se dotaba a las instituciones electorales de autonomía para fortalecerlas y para que no estuvieran sujetas a la voluntad de los gobernantes en turno y de los partidos y candidatos, sino subordinadas al imperio de la ley.

En realidad, la decisión de entrar de lleno al campo de la utilización generalizada de la urna electrónica está en la cancha de los actores políticos y no en la del electorado en el que tengo la percepción existe confianza en su uso.

La urna electrónica ofrece garantías y confianza similares a las de la forma actual de emitir el voto, pues mantiene la misma vigilancia por parte de los partidos políticos y candidatos, con el plus de la facilidad y comodidad para sufragar, la inmediatez del escrutinio y cómputo, la rapidez para conocer los resultados y el ahorro económico en términos mediáticos, entre otras de sus bondades.

Por ahora, implantar en las elecciones el voto a través de internet para electores que residen en territorio nacional, sería muy difícil y polémico, porque desafortunadamente existen resabios clientelares que no terminan de morir, susceptibles de ser usados mediante la coacción de diferentes formas y la presión por medio de los programas sociales; lo que no opera en el caso de los electores mexicanos radicados en el extranjero, donde estas prácticas carecen de caldo de cultivo.

El voto a través de la urna electrónica es viable.