Violencia contra los hombres en México

Vergüenza. Cuando un hombre admite ser maltratado por una mujer

Los hombres también pueden ser víctimas de maltrato. En México 4 de cada 10 hombres sufre algún tipo de violencia perpetrada en un 90% por una mujer. De acuerdo con un estudio realizado en 2018, el 40% de los varones mexicanos, sufrieron algún tipo de maltrato, sin embargo, el 96% de ellos NO denuncia formalmente. Del mismo modo, según indican las cifras del Instituto Nacional de las Mujeres en 2018, el 8% de las víctimas de acoso sexual de algún tipo, son hombres.

Las razones por las que ellos guardan silencio al ser víctimas de maltrato pueden ser varias, pero las más comunes son las siguientes:

-Vergüenza. Cuando un hombre admite ser maltratado por una mujer, generalmente suele ser motivo de burla entre las personas. Esto también es parte de los conceptos sexistas dentro de la sociedad. En un estudio, se pregunta a mujeres adultas como se describiría en una palabra a un hombre que golpea a una mujer. El 70% respondió “cobarde”. Al preguntar al mismo grupo como definirían a una mujer que golpea a un hombre, la respuesta más frecuente fue “pues depende de por que lo golpea”. Esto hace evidente que se ha devaluado la agresión física de la mujer hacia el hombre.

-Miedo a que no les crean. Por lo general, las autoridades no suelen dar credibilidad a lo que cuentan los hombres maltratados. En caso de creerles, minimizan los abusos e incluso se estigmatiza como débiles o “mandilones” a los hombres que sufren este tipo de agresión.

-Sentimiento de merecer ser abusados. Así como pasa con las mujeres, ellos llegan a sentir que merecen ser abusados por algún mal comportamiento. “Me lo merezco”, “yo lo provoqué”, “la hice enojar y por eso reaccionó así”, son de las frases más frecuentes.

-Negación del problema. La idealización es un factor imperante para que se dé la violencia. Los hombres abusados tienden a idealizar o sobrevalorar a su pareja (lo mismo que pasa en casos de violencia doméstica hacia las mujeres).

Todo esto, nos permite identificar claramente, que la composición familiar de nuestro país ha cambiado y los roles dentro de la sociedad también. El hombre está siendo desplazado del lugar de proveedor de los bienes de la familia o como “jefe” de la misma. Al disminuir su salario o quedar sin trabajo, aparece una situación que idiosincráticamente, daña su autoestima y aumenta la agresión del grupo familiar hacia él.

Así, la problemática puede ser enfocada desde distintas aristas: desde la desigualdad social entre los géneros en cuánto al ejercicio del poder entre varones y mujeres, posturas machistas, feministas y autoritarismo.

Todos los extremos son patológicos y la violencia es destructiva sin importar quién la genera y hacia quién esta dirigida. Reconocer la existencia de violencia de género hacia los hombres, dar credibilidad a las víctimas y aplicar de manera igualitaria la ley en contra de los agresores sin importar su sexo, será un gran paso hacia un ejercicio real de la justicia hacia aquéllos víctimas de maltrato.  (*Psiquiatra/Paidopsiquiatra, colaboración para PRESENTE)