Transición Energética no es bandera política

Durante el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima, organizado por el gobierno de Estados Unidos

Resulta inadmisible que ante la amenaza que representa para el planeta el cambio climático, en México esa oposición que por consigna negó a las familias mexicanas la oportunidad de elevar a rango constitucional la Transición Energética ahora usen a las energías renovables como bandera política.

Contra todos aquellos que hablan por hablar, nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador ha demostrado ante la comunidad internacional que México tiene como imperativo irrenunciable la transición energética. Ese compromiso fue el que motivo que delineara un decálogo de acciones para contribuir a la reducción de gases efecto invernadero.

Durante el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima, organizado por el gobierno de Estados Unidos, el presidente de la República ratificó el compromiso de producir para 2024 el 35% de energía con fuentes limpias y renovables.

De esa manera, nuestro país –que solamente aporta el 1.2% de las emisiones– se puso a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático, causado principalmente por el sistema energético de los países más industrializados basado en combustibles fósiles.

De acuerdo con el indicador de participación de las energías renovables en la matriz de energías primarias, México genera en esta materia un porcentaje de 10.3%, por arriba de lo que registran Estados Unidos y China, con apenas el 6%.

Las energías limpias renovables integradas por la generación de centrales hidroeléctricas, eoloeléctricas, geotermoeléctricas, fotovoltaicas, plantas que utilizan bioenergéticos y la generación distribuida fotovoltaica, en conjunto su generación se ha incrementado en 7.4%, de 2018 a 2021.

Eso es resultado de la nueva política de Estado en materia energética, enfocada hacia la autosuficiencia y la transición energética del país.

En el marco de los esfuerzos emprendidos para lograr la autosuficiencia de combustibles, con la modernización del Sistema Nacional de Refinación, instalación de una planta coquizadora en Tula, Hidalgo, y una más en Salina Cruz, Oaxaca; así como la entrada en funcionamiento de la refinería Olmeca en Tabasco, y la adquisición de una más en Texas, el presidente López Obrador redobla los esfuerzos para combatir el calentamiento global.

A todo esto hay que agregar la modernización de 16 plantas hidroeléctricas para incrementar la producción anual de energía limpia en 1 mil 85 giga watts/hora; y la reducción del 98% de las emisiones de gas metano en los procesos de Pemex.

A la par de estas políticas públicas se adoptó el compromiso global para producir 50% de vehículos de cero emisiones para 2030; así como la construcción del parque fotovoltaico en Puerto Peñasco, Sonora, con una capacidad de generación de 1 mil mega watts.

También se promovió la inversión privada extranjera para generar 1 mil 854 mega watts de energía solar y eólica; y gracias al programa de reforestación “Sembrando Vida”, que proyecta el desarrollo de 1 millón de hectáreas, se estará en condiciones de absorber hasta 4 millones de toneladas de dióxido de carbón.

Estas acciones evidencian la postura incongruente, por no decir infame, de los partidos políticos que no sólo bloquearon que se elevara a rango constitucional la Transición Energética, sino que evitaron que el Litio fuese considerado mineral estratégico y negaron la posibilidad de aumentar a un mega watt los permisos de generación distribuida.

De manera contradictoria, ahora tratan de tapar el sol con un dedo al desconocer e ignorar los resultados y esfuerzos que el actual Gobierno de la República ha emprendido como parte de la lucha contra el cambio climático.   

Diputado Federal