Transformadores vs Conservadores
24/02/2021
Finalmente, la lucha política se decantó en dos grandes opciones que buscan el consenso ciudadano en las elecciones del próximo 6 de junio. Por un lado, están los que buscan, desde el poder político, consolidar la Cuarta Transformación de la Vida Pública del País (4T); y por el otro, los que pretenden, desde la oposición, conservar las políticas neoliberales.
Con la puesta en marcha de la 4T la simulación cedió su lugar a la formación de “Va por México”, una alianza electoral que deja en claro los oscuros intereses del PRI y del PAN y el oportunismo de lo que quedó del PRD luego de la renuncia de Andrés Manuel López Obrador.
Durante más de tres décadas la simulación de una confrontación político electoral entre el PRI y el PAN si bien abrió las puertas de la alternancia en la mismísima Presidencia de la República no pudo desvanecer las coincidencias que se manifestaron en múltiples acuerdos legislativos para institucionalizar el proyecto neoliberal.
La suscripción del Pacto por México en los albores del sexenio de Peña Nieto, al que también se sumó el PRD, colocó la corona de este proyecto mediante la total apertura a la inversión privada de la energía eléctrica y del petróleo, confirmando a no pocos ciudadanos los verdaderos intereses de estos partidos y la su cínica simulación.
La diversidad social que supuestamente era representada por estos partidos ha sido motivo de una falsa ponderación del pluralismo político, ya que aun cuando contendían electoralmente por separado (con algunas excepciones del PAN y el PRD) en el Congreso de la Unión llegaron a acuerdos para las privatizaciones, la desregulación de los mercados y, en suma, para consolidar las políticas neoliberales. De suerte tal que priistas, panistas y perredistas, así como los intelectuales orgánicos (José Woldenberg, et al) festejaban esto acuerdos como un triunfo de la pluralidad democrática, del “diálogo franco y la negociación transparente”.
No arribamos al primer mundo, como lo presumió el expresidente Salinas de Gortari; tampoco pagamos la deuda pública que nos colocó de rodillas ante la imposición neoliberal; ni hubo el crecimiento económico que en 20 años iba a generar ingresos suficientes para reducir la pobreza. Todo esto fue un gran engaño que permitió a la tecnocracia neoliberal y a la élite empresarial saquear impunemente la riqueza del país, condenado a la pobreza a la mayoría de la población.
La tecnocracia neoliberal nos engañó con el dogma del libre mercado y una distribución equitativa de la riqueza que nunca llegó, propiciando agudas desigualdades en un mundo invadido por grandes consorcios monopólicos.
De ahí que las políticas neoliberales aplicadas en México durante 36 años nos llevaron a la degradación del tejido social y a la cada vez más limitada capacidad del Estado para corregir los excesos y las desviaciones del mercado, lo que se tradujo en una creciente e impune generalización de la corrupción.
La retórica neoliberal sucumbió ante la fuerza de los hechos y abrió el camino para el triunfo electoral de una opción política contraria encabezada por el Presidente AMLO, quien ha impulsado, a través de las “mañaneras”, el debate político en torno al rotundo fracaso del paradigma neoliberal cada día más alejado del progreso económico y el bienestar social.
En tan solo dos años el Presidente AMLO y su acción transformadora ha propinado un golpe decisivo a los privilegios de la alta burocracia y de la élite empresarial; a los sofisticados y extendidos esquemas de corrupción; a los salarios de hambre y al paulatino deterioro de los programas sociales, entre otras.
El esfuerzo por reducir las desigualdades sociales y recuperar la rectoría del Estado para fortalecer la soberanía y la independencia económica es más que evidente, como también lo es la fuerte resistencia de la derecha conservadora. La tensa polémica en torno a la iniciativa de reforma de la Ley de la Industria Eléctrica así lo demuestra, pues se trata de revertir la privatización de un sector estratégico para el desarrollo del país. Casualmente la tormenta invernal en Texas contribuye a este objetivo debido a la suspensión del suministro de gas utilizado para generar electricidad que afectó la economía de varios estados del norte del país.
La lucha política entre los transformadores de la coalición “Juntos Hacemos Historia” (Morena, PT y PVEM) y los conservadores de “Va por México” hoy se expresa con mayor claridad en estas elecciones que son históricas por la cantidad de cargos que están en disputa y que involucra a las 32 entidades federativas, de las cuales 23 están en manos de gobernadores emanados de los partidos que integran la alianza “Va por México”, más un independiente; mientras Morena tiene 6 más uno del PES; nos queda el de Jalisco que pertenece al MC que participa solo.
Esta desagregación por entidad federativa permite observar que los transformadores no la tienen nada fácil si, como es costumbre, los gobernadores operan a favor de los candidatos de sus respectivos partidos.
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