OPINIÓN

TIEMPO DE TABASQUEÑOS: CUESTA ARRIBA
30/04/2022

En 1977, al inicio del sexenio del Ing. Rovirosa, un joven de 23 años de edad hace su aparición

TERCERA Y ÚLTIMA PARTE

Al iniciar la década de los setentas, los gobiernos de Mario Trujillo García (1971-1976) y Leandro Rovirosa Wade (1977-1982) brindaron espacios de participación, desde la administración pública, para que muchos jóvenes se foguearan en los quehaceres gubernamentales. Más tarde serían diputados locales, federales, senadores, presidentes municipales, gobernadores y un Presidente de México.

En 1977, al inicio del sexenio del Ing. Rovirosa, un joven de 23 años de edad hace su aparición, de la mano del poeta Carlos Pellicer, en el escenario político local: Andrés Manuel López Obrador. Fue el segundo Director del Centro Coordinador Indigenista Chontal, dependiente del Instituto Nacional Indigenista. El nuevo funcionario es dueño de un inusitado dinamismo, se toma bastante en serio su encomienda y se mete de lleno a una labor de gestión con resultados francamente alentadores a favor de uno de los grupos más marginados de Tabasco: las y los hermanos chontales.

Una de sus acciones es la rehabilitación de zonas pantanosas mediante tecnología tradicional chinampera, como en Xochimilco, pero aquí tomaría el nombre de camellones chontales; programas de crédito a la palabra; fundación de escuelas secundarias y centros de salud; introducción de agua potable, así como la creación de una radiodifusora bilingüe, la famosa XENAC, “La voz de los chontales”.

En seis años de ingente actividad, este muchacho que, para 1982, contaba ya con 29 años, se suma a la campaña de quien sería un gobernador progresista, Enrique González Pedrero. Se integra como Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales del PRI, organizando reuniones de análisis sobre los problemas del estado, donde se configurarían las futuras propuestas de gobierno. Para 1983, es nombrado Presidente Estatal del PRI. Una de sus acciones se centró en la realización de un proceso auténticamente democrático, como el que realizó Carlos Madrazo en los sesentas, solo que aquí se iniciaría por renovar a los comités seccionales. La idea era que esos comités, democráticamente electos por la militancia, supervisaran las acciones de gobierno municipal y además, conocieran el destino de los recursos públicos. Los Presidentes Municipales prendieron las alarmas y se sintieron, no solo despojados de un poder de decisión, tradicionalmente exclusivo, sino vigilados. Sumado a esto, las élites que detentaban el poder en Tabasco, presionan a González Pedrero y provocan la salida de Obrador.

En un propósito de restañar la herida, el mandatario local lo designa Oficial Mayor del gobierno. El joven no acepta. Lo suyo, desde ese momento, era la lucha social, la política a ras de suelo, con y al lado de la gente. Opta por retirarse a la capital, un breve interregno de 5 años. De 1988, cuando se postula como candidato del Frente Democrático Nacional al Gobierno de Tabasco y hasta 2018, cuando es electo Presidente de México, transcurrirán 30 años de una lucha social cuesta arriba, donde el origen, el centro y el destino de sus acciones, sus propuestas e ideales, son en torno al combate a la corrupción, el apoyo a las clases marginadas y la afirmación de la soberanía nacional.

En esas tres décadas donde se midió contra un sistema vertical y autoritario, nunca le faltaron esperanzas. Tanto en lo local, como en lo federal, la presión no cesó, ni su dignidad cedió. En un sistema político donde la cooptación era el camino más terso entre dos polos, no bajó la guardia. En su trayecto se topó con todos y de todo: con Salinas y los comicios del 94; con Zedillo y el FOBAPROA; con Fox y el desafuero; con Calderón y el fraude de 2006; con Peña, el fraude de 2012 y la elección de 2018; con amigos, falsos amigos y adversarios. Todo lo anterior, resume una lucha social cuesta arriba. Una lucha que continúa desde el gobierno a través de diversos programas sociales, un combate decidido a la corrupción y una nueva forma de hacer política, al lado de la gente, más que para la foto, entregando resultados.

Quedan dos años. Hay un buen tramo por recorrer y muchas esperanzas aún. Tabasco y el sureste en particular, tienen la oportunidad que un hijo de estas tierras conduzca los destinos del país y se constituya en la voz de un cambio con bienestar que no debe detenerse. Por las anteriores razones, este proyecto social de firmes alcances merece continuidad. Una continuidad hermanada con ese proyecto de nación y esa lucha social de quien le está dando, más para bien que para mal, un rostro con perfiles nuevos a este país, en un tiempo, en un momento estelar de nuestra historia.



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