Nuevas tecnologías: la imposición no funciona
En mi anterior colaboración referí que en nuestro mundo existe una curva de adopción de tecnología
En mi anterior colaboración referí que en nuestro mundo existe una curva de adopción de tecnología. La inserción de la educación como tecnología para hacernos mental y espiritualmente autosuficientes depende de si tenemos un modelo imperial o uno democrático de organización; en este segundo se avanza más rápido; en modelo imperial la imposición de una tecnología provoca rechazo y fracaso.
Lo invito a revisar y reflexionar cómo funciona nuestro Modelo Imperial en este aspecto. La curva que el Modelo Imperial quiere imponer es meter a todos a la vez en algo nuevo. Por lógica, al contravenir cómo funciona el Mundo está condenado al fracaso. Porque el mundo real no funciona así, el mundo real funciona en los 130 millones de mexicanos en los 32 estados y 2 mil 300 municipios o 20 mil comunidades. Si vienes con una forma nueva, lo tienes que introducir poco a poco para que en los primeros dos o tres años, cuaje el modelo en pocos lugares. Y esa cuajadera del modelo de alguna forma sea convincente para la siguiente generación que lo va a adoptar.
Entonces el sistema nacional de México de meter a todo el país en algo (“reforma educativa”), todos los estados en algo, y a todos los municipios en algo y a todos en esto y en lo otro, está equivocado de raíz. Es una cuestión de la evidencia comprobada, de lógica y de filosofía. Nadie reta el modelo de Grilliches (Hirsh Zvi Griliches, economista de la Universidad de Harvard cuyos trabajos d se referían principalmente al cambio tecnológico, incluidos los estudios empíricos de la difusión de las innovaciones y el papel de la Investigación, las patentes y la educación, N.E.)
Es parte del conocimiento humano. Pero no en México. Adicionalmente, el gobierno quiere que “todos los bebés nazcan con bigotes” en la frase famosa del Padre Avelino Cortez Téllez.
Sabemos, a priori que el mundo funciona como lo estableció Grilliches (y el Padre querido Avelino), no el Sr. Presidente. Pero, por la conveniencia de quedarnos callados y no declarar nuestro propio conocimiento del futuro fracaso nacional, dejamos pasar a una inútil “Reforma Educativa”, que no reforma nada más que dar más poder a los privilegiados del Modelo Imperial para hostigar a sus oponentes, desgraciadamente amarrados al mismo modelo.
Los sistemas inteligentes deben ser optativos, de los incentivos se van a ver si hay opciones; pero acá no, en estos modelos hay castigos importantes contra quien no participa en el modelo como está armado desde el gobierno federal. Y eso es parte también del Modelo Imperial, de mostrar que solo el gobierno federal “funciona” con su escenografía mediática y que el resto son fracasados. Nunca se tendrá un resultado positivo así. Esto es una cuestión de método.
Necesitamos modelos flexibles considerando que la variedad de nuestro país va desde la A hasta la Z. Si vamos a considerar lo de los ingresos, tenemos a uno de los hombres más ricos del planeta y tenemos a algunos de los más pobres del planeta en nuestro país. Entonces en educación, tenemos a algunos de los más educados del planeta en el país, y algunos de los menos educados en nuestro país. Si vamos al deporte, igual tenemos el récord mundial de no sé qué y tenemos a muchos quienes no llegan a comprar zapatos.
Creo que esa gran variedad obliga a una serie de variantes del modelo, para que todos los pies tengan el zapato que le conviene, no forzar a todos a comprar el mismo zapato. Creo que eso no lo entienden en el país, ya que el Modelo Imperial ha educado al mexicano a pensar que la uniformidad tiene una gran virtud. No le atinan, es un gran defecto; pero el modelo vende esa idea. La uniformidad va con la dirección del Señor Presidente, del gobierno federal, como la cúspide de la exigencia. No lo es, esta cúspide de la exigencia; pero el problema es que el mexicano ha sido educado en el modelo de esa manera, él está entrenado a tragar todo eso y no pensar en los resultados reales.
El modelo le dice: “olvídate de la realidad, escúchame a mí”.
La demagogia es más importante que la realidad. Por eso repiten: “Yo te estoy diciendo, yo soy el señor presidente, yo soy el señor secretario, entonces tiene que ser cierto lo que te estoy diciendo. Solo tienes que creerme.” Basta abrir el periódico y encender la televisión cualquier día, entonces se verá que ese es el verdadero mensaje del Modelo Imperial. Y desgraciadamente hay muchos mexicanos quienes lo creen. No niego que hay esfuerzos para cambiar, pero es necesario comprender cómo funcionan estos modelos y por qué.
(El autor es economista, especialista en planificación, los apuntes de México y su modelo revisan las limitaciones del modelo imperial frente al democrático. Director del Centro de Estudios de Investigación del Sureste. Colaborador de Presente)