Solidaridad, organización, voluntad

Así, situaciones aparentemente lejanas e inconexas afectan la realidad inmediata de los tabasqueños

La noticia de que ya no es obligatorio el uso de cubrebocas en espacios públicos dejó al descubierto rostros preocupados, porque si bien la pandemia parece estar llegando a su fin, la ola de inflación está arrasando la frágil economía de las familias.

La "calamidad de la inflación", como la llamó el presidente Andrés Manuel López Obrador, es una de las mayores preocupaciones a nivel global en estos momentos. Fue el coronavirus el primer detonante de esta situación, ya que las diversas restricciones sanitarias interfirieron con los procesos normales de producción y comercio de diversos insumos, sin embargo, la situación se ha acentuado con eventos como la guerra entre Rusia y Ucrania. Estos dos países producen la cuarta parte del trigo en el mundo, por lo que ante la incertidumbre de qué ocurrirá con esas cosechas, el precio ha incrementado. También afectan situaciones derivadas del cambio climático, pues la sequía en la India ha llevado a ese país a restringir su exportación de trigo.

Así, situaciones aparentemente lejanas e inconexas afectan la realidad inmediata de los tabasqueños, cuando constatan que cada vez es más caro disfrutar una pieza de pan con café en el desayuno o la cena.

El panorama en el corto plazo no es muy esperanzador. El Fondo Monetario Internacional estima que la crisis de la inflación mundial podría mantenerse unos dos años más. Lo peor es que, como siempre, este tipo de crisis golpean más a quienes menos tienen. Mientras algunos expertos temen que el incremento en los precios de lugar a severas hambrunas África, en Latinoamérica la brecha de desigualdad solo provocaría prolongar todavía más la agonía de la población con menos ingresos, que de por sí ha tenido que enfrentar dos años de total incertidumbre en la pandemia.

Las dificultades de la macroeconomía se convierten en auténticas batallas en la microeconomía del hogar para poder poner un plato de comida en la mesa. Usualmente son las mujeres quienes todos los días tienen que asumir el desafío de alimentar a su gente con recursos que alcanzan para cada vez menos.

Mientras las autoridades han puesto en marcha un plan para tratar de frenar el duro golpe de la inflación, en las familias las amas de casa o cuidadores también desarrollan estrategias para salir adelante cada día.

Algunos dejarán de comer carne con frecuencia, aunque sea de manera involuntaria, para echar mano de alimentos más modestos: legumbres como los frijoles, lentejas y garbanzos, las verduras en cualquier tipo de combinaciones, que son además muy sanos. Con la ventaja de que ahora existen más que nunca medios para aprender a preparar platillos económicos que pueden ser un gusto novedoso para quienes sepan adaptarse.

Son tiempos para ser más juiciosos en los gastos y tomar decisiones con mucha precaución para evitar errores lamentables o costosos. Esto aplica tanto para la economía individual como para los países.

En la desesperación, muchas personas pueden ser presas fáciles de fraudes o estafas. Como en su momento fue la flor de la abundancia, ahora hay quienes engañan a los buscadores de empleo y les sacan dinero para hacerles creer que con eso asegurarán un lugar con un buen ingreso.

Un ejemplo del tipo de ilusiones en las que no vale la pena caer lo está dando El Salvador, país que adoptó el bitcoin como moneda de curso legal y ha perdido cerca de 40 millones de dólares luego de que esa moneda virtual ha perdido su valor durante los últimos meses, lo que solo ha puesto a este país en una dificultad todavía mayor para poder reunir los 800 millones de dólares que requiere para pagar su deuda.

A pesar de que los tiempos difíciles continúan, vale la pena recordar cómo hemos podido sobrevivir a una pandemia mundial: con solidaridad, esfuerzos bien organizados, precaución y una gran voluntad de salir adelante.