Sobre la izquierda (I) Como opción de gobierno: antecedentes y horizonte 2024

Esta anécdota viene a cuento por la capacidad organizativa surrealista de la izquierda mexicana

UTOPÍA, GRUPÚSCULOS O VIABILIDAD

Lo cuenta Carlos Monsiváis: era 1958, él tenía 20 años de edad y la izquierda mexicana (Partido Comunista) citó a la grey en el Teatro Ferrocarrilero para designar candidato presidencial a un descendiente de Pancho Villa. Luego de varios discursos preliminares, toma la palabra el recién ungido candidato: “lo primero que tenemos que hacer, la primera promesa por cumplir, lo garantizo, ¡es acabar con los comunistas de este país!, ¡no al comunismo, compañeros!”, así o más delirante el equívoco. Se hizo un silencio en la sala y después, refiere Monsiváis, “los camaradas presentes emprendimos con urgencia el camino de salida”.     

Esta anécdota viene a cuento por la capacidad organizativa surrealista de la izquierda mexicana. Primero la construcción de utopías y grupúsculos con linaje social (la referencia a Villa, en la historia de Monsiváis, fue clave para el equívoco), mientras la viabilidad política dormía el sueño de los justos. Cierto que hubo marginación legal por décadas, frente al sistema autoritario, aunque la izquierda no hacía mucho por salir de la clandestinidad y se obstinaba en la presencia testimonial. Discusiones interminables, con teorías marxistas en la cabeza, sin aterrizarlas en acciones concretas.  

La izquierda, como opción de gobierno en México, durante mucho tiempo fue un fantasma en la sala de la República. Impensable en la etapa porfirista de afrancesamiento de las élites económicas, la izquierda se asomó desde el periodismo floresmagonista a la discusión social. En ese tiempo de florecimiento conservador en México (1885-1905), nombrar la justicia social era levantar polvo para persecuciones que terminaban en el exilio. Otra variante de la brega de eternidad. 

Muchas cuestiones culturales se remontaron desde la izquierda, para que ésta arraigara en el piso social y tuviera una oportunidad en el ejercicio del poder. Hubo experiencias regionales significativas, como las de Tomás Garrido Canabal en Tabasco y Felipe Carrillo Puerto en Yucatán, con sabor agridulce: había progreso material y condiciones de vida más parejas, pero fue alto el costo del fundamentalismo político con rígida línea ideológica. Los tiempos no estaban maduros para que la izquierda diversificara su base social.

En el siglo XX, La izquierda picó piedra en sindicatos. Había zonas urbanas y rurales de incipiente desarrollo, con obreros y campesinos sin formación política. Un campo de acción que necesitaba horas de trabajo y solidaridad. En este sentido, el pensamiento de izquierda fue cobrando forma sin demasiada coherencia teórica. 

México, desde el terreno de la praxis, aportó una forma festiva de izquierda social, valerosa y desparpajada, siguiendo los pasos de la experiencia italiana y española. Seguiremos si nos acompaña en esta revisión que nos permite Diario Presente.