RUSIA UCRANIA: CAMBIOS EN EL ORDEN MUNDIAL

Con tino lo que sucede fue calificado como el “gran juego de los imperios”

Ninguna guerra nos puede ser ajena. En estos tiempos, una chispa puede incendiar al mundo entero. Lo vimos con el virus del COVID: algo que parecía lejano, en una perdida población de China, cambió nuestras vidas. Ahora es otro virus no erradicado: la violencia bélica.

Cinco investigadores participaron en un diálogo público de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sobre: “El gran juego del siglo XXI. Ucrania: Reflexiones generales”, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ).

Arturo Oropeza, académico universitario, sostuvo que estamos ante el fin de la dominación occidental, en tanto que Ariel González Levaggi, de la Pontificia Universidad Católica Argentina, advirtió que el mundo del futuro será más conflictivo del que hemos visto en los últimos 25 o 30 años.

Francisco Javier Haro Navejas, de la Universidad de Colima, señaló que los actores se van a reacomodar y buscar alianzas, pero no se puede garantizar su comportamiento; mientras que Cassio Luiselli, señalo que en efecto el problema es serio y puede salirse de control. Es una anunciada confrontación geopolítica porque el mundo, tal como lo conocemos, está en reconstrucción, un reacomodo y en el riesgoso paso hacia un nuevo acuerdo entre las grandes potencias. Y este “acuerdo” o reparto, pasa por una guerra que no sabemos si será limitada.

Con tino lo que sucede fue calificado como el “gran juego de los imperios”, con tres los actores: Rusia, Estados Unidos y China.

Todavía antes de la invasión rusa a Ucrania, González Levaggi consideraba muy bajas las posibilidades de un conflicto armado. Ya vimos que no.

SÓLO ERA COSA DE TIEMPO

Dice el reporte de la mesa de análisis:

Oropeza García dijo que estamos ante la “crónica de un choque anunciado” que se venía manejando a partir de finales del siglo pasado, donde los actores oficiales internacionales no habían querido tomar nota porque “no se esperaba que este tipo de confrontación creciera a lo que parecería una escalada militar respaldada por 130 mil soldados que están rodeando a Ucrania. No es menor lo que está pasando”.

Prosiguió: La gran pregunta es si realmente Rusia, con un producto interno bruto inferior al de Brasil, tiene el poder de enfrentar y poner en la mesa a su ejército como medida radical para exigir el reconocimiento como potencia, y de competir con China, Estados Unidos o la Unión Europea. “Económicamente la respuesta es no, pero ante los cañones y el choque militar debemos estar atentos”. Pero tampoco hay duda que estamos ante el fin de la dominación occidental por razones económicas, y frente al renacimiento de las sociedades asiáticas en gran escala. Sobre todo China.

Tiene razón Cassio Luiselli: Ucrania no es un país a minimizar. Tiene una superficie de tamaño de España y 45 millones de habitantes, es el granero de Europa y de Rusia, cuenta en la geopolítica y la reestructuración del llamado “macizo euroasiático”.

Como dijo González Levaggi, lo que sucede entre Ucrania y Rusia expresa una nueva crisis de las reglas internacionales que habían dado una cierta estabilidad global al llamado capitalismo neoliberal, también orden liberal internacional. Pero también al resurgimiento de la Federación Rusa y sus ansias de poder con Vladimir Putin.

Sostuvo el académico que avanzamos hacia un mundo más equilibrado, “en un juego que tiene una gran interrogante: si se establecerá un eje euroasiático o si las relaciones entre Rusia y China demuestran un matrimonio de conveniencia, lo cual determinará la libertad de acción de Estados Unidos, cuyo declive hegemónico es bastante claro”.

Dejemos que hablen los especialistas, Pero de lo que no hay duda es que somos testigos de otro hecho histórico. Y muy lamentable.

POSDATA

Dice La Voz de las Américas, emisora del gobierno de Estados Unidos que hay otro asunto en este juego parte de una guerra económica: el gasoducto que va de Rusia a Alemania. Reporta: “Estados Unidos y algunos aliados europeos como Polonia, además de Ucrania, se oponían al proyecto (de gasoducto) desde antes de que Joe Biden llegara a la Casa Blanca con el argumento de que aumenta la dependencia europea del gas ruso y le da a Moscú la posibilidad de usar el gas como arma geopolítica. Europa importa la mayor parte de su gas y el 40% proviene de Rusia”. Muchos intereses en juego y la humanidad en vilo.