¿Qué hubiera opinado Monsiváis del coronavirus?

Ver al escritor Carlos Monsiváis en un asiento del metro, e ir contando qué significa para él ese estilo de viaje, tan urbano y social

Ver al escritor Carlos Monsiváis en un asiento del metro, e ir contando qué significa para él ese estilo de viaje, tan urbano y social, lleva a replantearnos al hombre con los pies en la tierra.

Luego, observarlo en un set de televisión, aclarando dudas sobre la poesía, la literatura en general, o citando frases de otros escritores, invita a seguir más de cerca sus obras, ensayos y conferencias.

No es fácil rastrear el lenguaje de este escritor, al menos para un servidor. Sus crónicas en apariencia están dirigidas para que todo mundo pueda leerlas, pero muy adentro existen ciertos candados que obligan, como un requisito, a tener consigo libros previos en la conciencia.

Con  su ironía, Monsiváis siempre puso el dedo en la herida, donde más dolía, sobre todo a la clase política, de quien se mofaba por su forma de hablar, y al final no saber transmitir el mensaje correcto.

El escritor nos deja como ejemplo que debemos caminar nuestras calles, sentarnos en los parques, ver películas, investigar nuestro pasado, hablar con la gente, saber escuchar ese lenguaje popular, oír música, entender lo que sucede a nuestro alrededor, y sobre todo leer al máximo.

Sus lecturas multiculturales es una especie de conexión entre el individuo y la historia de su comunidad.

El autor de Días de Guardar, Nuevo catecismo para indios remisos, A ustedes les consta, entre muchos más, abordó temas como el homosexualismo, los conflictos obreros, sindicales, religiosos,  la educación pública, burguesía, críticas contra los abusos del poder, de lo que muy pocos se atreven a decir.

Serían interesante saber en nuestro tiempo qué hubiera opinado sobre el coronavirus, y escuchar de viva voz cómo se está actuando.

Faltan en nuestros espacios cronistas que recorran sus ciudades, y no lo hagan desde un escritorio, inventando sin al menos escuchar u observar su entorno.

Tal actividad ayudaría, como una voz autorizada, a replantear lo que sucede en los lugares que habitan, sobre todo bajo una visión por fuera, no para dejar un mal sabor de boca sino con el fin de aportar.

Lo mismo sucede con nuestros historiadores, antropólogos y sociólogos, que bien podrían adoptar esa misión. Pero falta la entrega y el pundonor para atreverse a documentar.

Carlos Monsiváis murió hace diez años, y su personalidad continúa viva, porque sus libros están a la venta o en internet, es cuestión de encontrarlos y empezar a darles una lectura.

No nos quedemos con la pobreza del sentido. Es mejor una bandera que represente  la esperanza. Que los veranos no sean breves como la vida. Persigamos nuestra historia. Regresemos a nuestro origen.

“Miremos al mundo con un ligero aumento de luz”, escribió Javier Aranda, uno de sus alumnos, en homenaje al cronista.

Sí. Miremos hoy a nuestro mundo, lo que sucede con esta pandemia, y sobre todo hacia dónde nos lleva.

PARÉNTESIS

Combatir el racismo en el país será muy difícil si como sociedad desconocemos cuándo, cómo y por qué se gestó, según la antropóloga María Elisa Velázquez, coordinadora del libro Estudiar el racismo: afrodescendientes en México.