POR UN DESARROLLO PARALELO AL PETRÓLEO

En Tabasco hemos avanzado mucho en la definición del rumbo que deseamos para nuestro estado

Los industriales de México, como todos los mexicanos, quieren posiciones claras. Este planteamiento es congruente, ciertamente, con el régimen de economía mixta que caracteriza a nuestro país. Si todos coadyuvamos en el proceso de desarrollo, es necesario también que todos estemos enterados de la acciones que emprendemos para lograrlo. Se trata de una indispensable dinámica de comunicación que aplaudo y comparto. (…)

En Tabasco hemos avanzado mucho en la definición del rumbo que deseamos para nuestro estado. La premisa para iniciar nuestros proyectos para el desarrollo ha sido siempre el análisis cuidadoso de los problemas que queremos resolver; de los recursos con que contamos, y de la voluntad soberana del pueblo tabasqueño. Por eso sabemos bien qué tenemos, qué queremos y cómo vamos a lograrlo.

     

La estructura productiva de Tabasco se caracteriza, para decirlo esquemáticamente, por el profundo contraste que existe entre las actividades tradicionales representadas por el sector agropecuario, y la modernidad simbolizada por la industria petrolera. En efecto, el sustento tradicional de la economía tabasqueña ha sido la explotación de los recursos provenientes del campo: más de la mitad de la población económicamente activa de nuestro estado trabaja en las actividades primarias, pero el valor agregado que generan representa sólo el 10 por ciento de lo producido en la entidad. En cambio, la industria petrolera, la actividad económica más moderna de América Latina, registra el 76 por ciento del valor agregado de la producción en el estado, pero la calificación de la mano de obra y la alta tecnología que esta industria requiere se ha traducido en el desplazamiento de la fuerza de trabajo local, que ha sido sustituida por trabajadores de otros estados de la República. En otras palabras: Tabasco es tierra de contrastes sociales. Conviven en nuestro territorio la pujanza petrolera y las tareas rurales. (…)

Los elevados salarios de la industria petrolera han producido una dualidad en los niveles de vida que se manifiesta, por una parte, en el rezago de los sectores de la población que no tienen acceso a los beneficios del petróleo; y por otro lado, en la prosperidad de los técnicos y trabajadores de esa industria y de las actividades que la complementan, que se han beneficiado por la liquidez financiera que supone el petróleo. Este desequilibrio es, justamente, una de las mayores preocupaciones de mi gobierno en el afán de armonizar la industria petrolera con el desarrollo general del estado. 

Para lograr ese objetivo, el gobierno de Tabasco ha definido en su Plan Estatal, y en las estrategias que de él se derivan, el propósito de impulsar un desarrollo paralelo, porque no vamos a competir con el petróleo, como tampoco vamos a frenar su avance. Por el contrario, nos hemos abocado a fortalecer las actividades primarias y a impulsar la transformación de sus productos tomando en cuenta que, fuera del petróleo, el sector secundario del estado se integra con 701 pequeñas industrias distribuidas en 37 actividades industriales que en su mayoría operan en condiciones de explotación familiar. Si Tabasco no es, en consecuencia, un estado industrializado, nuestra estrategia no puede alimentar un proceso indiscriminado de industrialización pesada, porque ello significaría seguir reproduciendo el modelo de crecimiento altamente polarizado que Tabasco ha vivido en los últimos años en perjuicio del campo que es, sin duda, la mayor fuerza del estado. 

La política de fomento industrial que estamos instrumentando, se apoya en la transformación de los productos del sector primario, fundamentalmente en materia de agroindustrias, y en el desarrollo autosostenido de pequeñas y medianas industrias orientadas a la producción de bienes de consumo duradero y a la metalmecánica ligera. Se trata, en suma, de obtener un desarrollo adecuado a las características de Tabasco, aprovechando las riquezas de nuestro subsuelo. 

Por todo ello, el impulso de las actividades primarias y de las agroindustrias como ejes fundamentales de la estrategia del desarrollo para Tabasco, no es el resultado de un capricho sexenal, sino el reencuentro y la voluntad de rescatar las vocaciones naturales del estado que, como ya he dicho, representan la fuente de ingresos de la mayor parte de la población. Y es esta última, naturalmente, la preocupación de cualquier gobierno comprometido en verdad con la mayoría. 

Debo aclarar, por último, que esta posición es respetuosa de la voluntad soberana de Tabasco y por eso el gobierno estatal está decidido a llevarla hasta sus últimas consecuencias, como desean los tabasqueños. Pero no lo haremos solos: sabemos que la agroindustrialización es quizá el proceso más complicado de todos los que hay para el desarrollo de un estado, por la cantidad de variables que intervienen en su desenvolvimiento. Estamos, en consecuencia, haciendo un doble esfuerzo por estimular ese proceso en todos sus aspectos y por promover el entusiasmo para participar en ese gran desafío: es así como Tabasco se suma al compromiso de enfrentar la crisis con criterios razonados y con conciencia nacional. En este proceso los industriales mexicanos tienen un gran papel que jugar, y en la medida en que nosotros podamos colaborar lo haremos con mucho gusto, conscientes de que tenemos una causa común: el desarrollo de México. (*27 de marzo de 1984, en la reunión con la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación. Reproducimos este texto donde el lector podrá apreciar la vigencia de las reflexiones)