Día con día: Platón sobre el tirano

De la democracia, dice Platón, puede nacer la tiranía, pues está en la naturaleza de la democracia cambiar de gobiernos y, eventualmente

En la Grecia de Platón el tirano no era necesariamente el dictador sanguinario, sino el que se apropiaba de las libertades de la ciudad y ejercía el mando inconsulto sobre ella

De la democracia, dice Platón, puede nacer la tiranía, pues está en la naturaleza de la democracia cambiar de gobiernos y, eventualmente, producir gobiernos tan malos que siembren en la polis el rechazo a la democracia e inclinen sus afectos a la tiranía.

También está en la naturaleza de la democracia el afán de disfrutar sin restricción de las libertades y, en ese camino, dejar de cumplir las leyes, lo que da lugar a la anarquía, que a su vez acaba necesitando la mano ordenadora del tirano.

En la Grecia de Platón el tirano no era necesariamente el dictador sanguinario, sino el que se apropiaba de las libertades de la ciudad y ejercía el mando inconsulto sobre ella.

Platón fue el primer pensador en imaginar un Estado totalitario “bueno”, utópico, reglamentado minuciosamente hasta en sus más inverosímiles detalles.

Al mismo tiempo Platón odiaba la tiranía y dejó en La república algunos trazos imborrables de la naturaleza del tirano, líneas que cruzan la historia, con precisión invencible, ante las tiranías de todo tiempo y lugar.

Aquí algunos de esos trazos, por si alguien busca un referente clásico para mirar el mundo político que le rodea.

El tirano no aparece desde sus inicios como tal, dice Platón: aparece primero como un salvador de los desórdenes de las democracias.

Al principio, sonríe y saluda a todo el que encuentra a su paso, niega ser tirano, promete muchas cosas en público y en privado, libra de deudas y reparte tierras al pueblo y a los que le rodean y se finge benévolo y manso para con todos […]

Suscita guerras para que el pueblo tenga necesidad de conductor […]

Si sospecha de algunos que tienen temple de libertad y no han de dejarle mandar, buscará acabar con ellos […]

(Así también) con algunos de los que han ayudado a encumbrarle y cuentan con influencia y se atreven a enfrentarse ya con él […]

El tirano, si ha de gobernar, tiene que quitar de en medio a todos, hasta que no deje persona alguna de provecho, ni entre los amigos, ni entre los enemigos.