Plano tangente
Imaginando un mundo sin agua
"¿Qué sabe el pez del agua donde nada toda su vida?"
Albert Einstein
La escasez de agua potable es un desafío cada vez más preocupante a nivel mundial debido a una combinación de factores, como el crecimiento de la población, la urbanización, el cambio climático y la contaminación del agua. Si no se toman medidas significativas para abordar estos problemas, es probable que en las próximas décadas veamos un agravamiento en la escasez de agua potable en muchas regiones del mundo.
Se espera que la demanda de agua aumente debido al crecimiento de la población y la urbanización, lo que ejercerá una presión adicional sobre los recursos hídricos a la mano. Además, el cambio climático está provocando fenómenos meteorológicos extremos, como sequías más frecuentes y prolongadas en algunas áreas y lluvias intensas en otras, lo que puede afectar la disponibilidad y calidad del agua.
Para abordar la escasez de agua potable, se necesitan medidas locales y globales que tengan como foco la conservación del agua, la eficiencia en su uso, la inversión en infraestructuras hídricas sostenibles, la protección de ecosistemas acuáticos y la promoción de prácticas agrícolas y empresariales responsables. La cooperación internacional también es fundamental para gestionar de manera efectiva los recursos hídricos transfronterizos y abordar los desafíos globales relacionados con el agua.
El sector agropecuario gasta en promedio entre el 70% y el 90% del agua a nivel mundial. En México, la agricultura es el sector que más agua consume, representando entre el 68% y el 70% del total utilizado. El elevado consumo de agua en el sector agropecuario del país se debe a la falta de tecnificación y a las deficiencias en los sistemas de riego, que en su mayoría son obsoletos, ineficientes o tienen fugas. Según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), más del 57% del agua utilizada en la agricultura se desperdicia solo en el riego, lo que representa un desafío importante para la optimización hídrica en el país.
Las consecuencias previstas debido a la escasez de agua son amplias e impactantes. La escasez de agua puede generar una variedad de problemas que afectan la salud pública, el desarrollo económico y la estabilidad global. La falta de acceso a agua potable y a servicios sanitarios adecuados podría derivar en la propagación de enfermedades transmitidas por el agua como el cólera, la fiebre tifoidea, la polio, la hepatitis A y la diarrea. Esto puede tener graves implicaciones para la salud, especialmente para las poblaciones vulnerables, y puede contribuir a la desnutrición y enfermedades crónicas debido a una mala alimentación.
La escasez de agua hace que la agricultura sea más desafiante, amenazando la producción y el acceso a los alimentos por las malas cosechas. Las comunidades que enfrentan escasez de agua pueden experimentar hambre aguda y crónica, y los niños corren un riesgo particular de padecer afecciones relacionadas con la desnutrición, como retraso del crecimiento y emaciación.
Desde el punto de vista económico, se puede reducir la productividad y obstaculizar el desarrollo. Las comunidades pueden enfrentar dificultades para acceder al agua para sus actividades diarias, y en sus esfuerzos prolongados por conseguirla se desviaría la atención del trabajo y la educación. Las industrias que dependen del agua para su producción pueden enfrentar interrupciones que impacten el crecimiento económico.
También hay que tener presente que la escasez de agua puede desencadenar migraciones masivas a medida que las personas buscan áreas con mejor disponibilidad. Y como ya ha sucedido, esto puede exacerbar las desigualdades sociales, ya que las comunidades marginadas a menudo se ven afectadas de manera desproporcionada por el estrés hídrico.
Los ecosistemas también son víctimas de la escasez de agua, pues sufren la degradación del hábitat, la pérdida de biodiversidad y alteraciones en los ciclos naturales del agua. La reducción de la disponibilidad de agua puede afectar la vida acuática, la vegetación y la salud general de los ecosistemas, afectando el equilibrio de los ecosistemas y su resiliencia a los cambios ambientales.
Hay una serie de "mandamientos" del cuidado del agua con los que varios hemos crecido, como tomar duchas más cortas, no dejar correr el agua durante el lavado de dientes o el afeitado, arreglar a la brevedad fugas en tuberías y grifos, optar por aparatos de bajo consumo de agua o reutilizar el agua para el riego de plantas o la limpieza del hogar. No obstante, a la ciudadanía se le exige tanta cautela en su uso del agua que lo menos que podemos devolver es la misma seriedad en exigencias hacia las empresas e industrias que realmente la despilfarran. No hay que olvidar que el cuidado del agua nace en los pequeños cambios del estilo de vida personal y madura en la demanda de buenas prácticas en sectores como el agrícola, entre otros tantos.
(jorgequirozcasanova@gmail.com)