Pensar a México

Definir los modelos imperial y democrático útil para nuestro futuro

“Mantengo a seis servidores honestos (me enseñaron todo lo que sé). Sus nombres son: Qué y Por qué, y Cuándo y Cómo, y Dónde y Quién.” Rudyard Kipling.

 

He mencionado en otras colaboraciones que ha tenido a bien publicarme PRESENTE la comparación entre el avanzado modelo democrático y el rezagado modelo imperial que padece México. ¿Qué quiero decir por “Modelo”?

Pido paciencia a los lectores que podrán saltarse algunas definiciones, pero que creo importantes para entender por qué cuando hablo de lo que sucede o sucederá con el modelo imperante tiene bases no sólo históricas sino científicas.

Un modelo es una concepción de un grupo de relaciones previamente establecidas que permiten a uno predecir el resultado de cualquier circunstancia abarcada por ese modelo. Dos características lógicas marcan a cualquier modelo, matemático o no: debe de ser consistente y completo. Siguiendo a Alfredo Tarski (lógico, matemático y filósofo, 1901-1983): Una teoría deductiva se llama consistente o no contradictoria si dos postulados de esa teoría no se contradicen.

Al ser completa nuestra teoría nos garantiza cuando menos una solución, y al ser consistente nos asegura que esa solución sea la única.

El éxito de un modelo consiste en su habilidad en predecir correctamente lo que va a pasar.

Un modelo puede ser construido para cualquier tema.

Por ejemplo, en el caso de la Ingeniería, un modelo podría recurrir a la disciplina de la Física para su sustento; es una cuestión matemática y lógica como lo definió hace 50 años Erwin Kreyszig (matemático alemán, 1922-2008).

En la economía, la sociedad, la política, la ecología o la cultura, tratamos de seguir la misma línea de pensamiento de Kreyszig para poder armar un modelo de desarrollo, desde luego bajo los lineamientos lógicos ya establecidos por Tarski.  El modelo no puede tener la precisión matemática que uno para la Física, o uno de alguna de sus aplicaciones, como es la Ingeniería, pero sigue siendo lógico en el sentido que le comento.

Como señaló Marc Bloch (uno de los intelectuales franceses más destacados de la primera mitad del siglo XX): “Ninguna ciencia puede prescindir de la abstracción, como tampoco, desde luego, de la imaginación. …. No hay excepción acerca de ello en las ciencias humanas. ¿En qué es más “real” la función clorofílica, en el sentido del más extremo realismo, que la función económica?”

Bajo estas bases, he abordado la concepción de dos modelos: el imperial y el democrático.

Entendido así, nuestros modelos abarcan a todo en un país, o incluso en una vasta región del planeta. Incluyen a los gobernantes, a los gobiernos, a las empresas, a las familias, a todas las instituciones, a la sociedad, a la cultura, a todo.

El modelo es la visión dominante de un pueblo y su conducta diaria, aunque no lo articule. Es su manera de ser y de operar tras una experiencia muy larga de siglos. Lo invito a que me acompañe en este viaje sobre la concepción y la operación de ambos modelos.

Por supuesto, en la práctica, un país nunca opera plenamente con las características y las relaciones internas de un sólo modelo. Aunque el país lo ubiquemos en el Modelo Democrático, siempre habrá algunas características típicas del Modelo Imperial, pero serán pocas y no determinantes para el Modelo; si son determinantes, ese pueblo regresaría del Modelo Democrático al Imperial. No hay garantías de no regresión en esto como en gran parte de la vida.

Consideren el estado de la gran mayoría de nuestras democracias en el mundo desarrollado. Nadie puede negar la gran influencia del dinero en cada una de ellas. En algunas, esa influencia podría ser decisiva en la selección de la dirigencia que naturalmente atenderá muy poco, tal vez nada, a los intereses expuestos por sus pueblos. En todas esas democracias, vemos lo que Richard Sennett ha llamado la caída del hombre público, mediante su conversión en una estrella más de la farándula.

Dejo al lector tasar la creciente similitud entre el político, el actor, el predicador y los líderes de la modalidad, las estrellas del rock o el vendedor en televisión. (* México y su modelo de desarrollo, bases para pensar nuestras opciones. Centro de Estudios e Investigación del Sureste)