¿Y de ahí?
Paridad de hombres y mujeres, todavía camino por recorrer
Quizá algunos piensen que las mujeres están ya en igualdad de circunstancias que los hombres, incluso algunos dicen que son las mujeres las que mandan en las casas (cuando eso sólo demuestra lo poco dispuestos que están los hombres a asumir las labores del hogar). Hay mujeres en todas las profesiones y oficios. Hay mujeres políticas y científicas. Pero no es suficiente ni la igualdad está dada todavía. Para poner las cosas en perspectiva, apenas recién este año una mujer ganó el premio Nobel de economía en solitario.
Claudia Goldin fue premiada por su labor casi detectivesca (como ella misma la ha descrito) en estudiar con datos históricos de al menos dos siglos de antigüedad el papel de las mujeres en la economía en los vecinos Estados Unidos. Antes de ella, solamente dos mujeres, Elinor Ostrom y Esther Duflo habían ganado el Nobel de economía, aunque lo hicieron junto a sus pares varones. Solo tres mujeres entre 93 premiados a lo largo de 55 años en que se ha otorgado este premio.
El trabajo de Claudia Goldin permite entender cómo y por qué todavía las mujeres no están en igualdad de condiciones sociales y económicas que los hombres, por más que en la ley diga que todos somos iguales y que tenemos derecho a ganar el mismo salario a igual trabajo. Una de sus aportaciones más ilustrativas lleva su nombre, la curva de Goldin, que muestra cómo las mujeres tenían una participación en la economía importante, que fue disminuyendo a finales del siglo XIX y llegó a su punto más bajo en la década de 1940, para después remontar de nuevo a finales del siglo pasado.
También observó y describió una tendencia que conceptualizó como la "child penalty" o sanción por hijo, en la que las posibilidades profesionales de toda mujer se ven seriamente afectadas en cuanto tiene a su primer hijo. Por lo regular sus ingresos disminuyen ante la imposibilidad de reconciliar las demandas laborales con las familiares, con frecuencia ocurre que ponen una pausa o se dedican a otras actividades que les permitan generar ingresos desde casa. Esto sucede incluso cuando las mujeres nos son profesionistas. Se agrava y complica con cada nuevo hijo.
Es una situación que no se aprecia en los hombres. A pocos les preocupa que ser padres les complique su carrera o su trabajo, porque se da por sentado que son las mujeres quienes tienen que asumir la obligación de la crianza. Esto se traslada también a las labores del hogar, a la carga mentar de administrarlo, de estar pendiente de lo que se tiene que hacer y de adquirir lo que haga falta.
Mucho se ha escrito sobre esta doble jornada de las mujeres. Apenas de manera reciente se ha reconocido este trabajo no remunerado como el trabajo que es, y en los juzgados, las mujeres que dedicaron su vida a las labores del hogar pueden reclamar la compensación correspondiente, cuando su ex marido se separa de ellas. Porque muchos de estos hombres han podido tener hijos y dedicarse a sus trabajos sin preocuparse de qué van a comer, qué hace falta en la despensa, lavar, barrer, trapear y muchas veces ni siquera saben en qué año de escuela van sus hijos.
Con todas estas barreras, es claro por qué no ha habido igual cantidad de mujeres que ganan premios Nobel que hombres. Por qué la historia la escribieron, en su mayoría, los hombres. Son situaciones que generan sesgos que llegan a ser peligrosos. Por ejemplo, la anatomía completa del clítoris no se descubrió hasta 1998, y hasta la fecha no se conocen las causas de males tan comunes como el síndrome de ovario poliquístico o los miomas uterinos, que afectan la vida de tantas mujeres. En el pasado, la omisión de investigar el efecto de tratamientos médicos en mujeres provocó catástrofes médicas tan graves como la de la Talidomina. Y este tipo de discriminación médica sigue ocurriendo.
Resulta comprensible que a muchos les molesten las acciones afirmativas a favor de las mujeres en materias como la electoral, que se opongan a una inclusión que llamarán forzada. Sin embargo, es el camino que los mexicanos, a través de sus representantes en el Poder Legislativo, han elegido para hacer efectiva la paridad de hombres y mujeres en todos los niveles de toma de decisión. Incluyendo, desde luego, los cargos de elección popular. No es un capricho, sino una obligación que emana del mismo mandato popular. Parte del camino que queda por recorrer hasta el día en que este tipo de acciones no sean más necesarias.