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Los lectores iniciales solo pasan sus ojos por la escritura y a veces descubren poco o nada

Un paradero literario es una frase en donde hay que detenerse, afirma el escritor y periodista Ricardo Garibay. Es el epicentro localizado por el lector en donde habrá de hacerse alguna nota a lápiz o simplemente se encerrará una idea. 

Garibay publicó "Paraderos literarios" en 1995 y un año después hizo un ejercicio similar a través del libro "Oficio de leer". En ambas obras Garibay sostiene que cuando el lector hace un alto frente a uno de los párrafos —llámese cuento, crónica, ensayo, novela y poema— es porque ha descubierto algo asombroso. No hay libros recomendables sin anotaciones y subrayados. 

Los lectores iniciales solo pasan sus ojos por la escritura y a veces descubren poco o nada. En cambio, los que están en los niveles de lectura, inferencial y crítica, hacen otros hallazgos más profundos. Algunos lo hacen para el análisis y otros más para observar cómo el autor escribió la obra.

Imagínese cómo se siente un escritor —si es que llega a saberlo— que su novela no logró una sola parada literaria. Pero si sucede lo contrario, es decir, atrapó al lector en la página uno, y luego en la diez, el escritor —si es que llega a saberlo— podría celebrar el stop del lector en esas hojas en las que comparte la visión, la idea, el fin, la metáfora, la descripción, la estructura narrativa, etcétera. 

Garibay fue uno de esos pasajeros, en el siglo XX, que paró el autobús de sus ojos para incluir en un par de libros esos párrafos, apartados que le inspiraron a pedir la parada. 

Sobre todo, porque encontró "momentos de mucha felicidad donde el idioma de los autores abre para la intelección el misterio de la vida". Así, solo así, se detuvo en un centenar de párrafos de escritores mexicanos y extranjeros para escribir "Paraderos literarios" y "Oficio de leer".

La parada literaria es la parada forzosa. Es como detenerse a comprar una obra en el Librobus o mirar impresos que ponen en las vitrinas del Paralibro. La parada literaria es el propio hechizo que siente un estudiante cuando viaja en el autobús y descubre una frase que lo envuelve y lo hace pensar, reír, llorar, sentir. Lo hace estremecerse. 

A los lectores principiantes les da miedo rayar los libros. En el instante en que miran para atrás y descubren que llevan cinco o diez años en el oficio lector, un día, más que otro, comienzan a anotar y a subrayar sus impresiones sobre las obras que leen. Entonces dejan de ser principiantes y se hacen llamar lectores de oficio. Todo lo marcan. Todo lo manchan. Todo lo reescriben sobre el mismo libro. 

Otro escritor mexicano que ha hecho estudios sobre la lectura y los efectos que esta tiene, es Juan Domingo Argüelles. "Por una universidad lectora"(2015), lo publicó en la UJAT, pero en esta ocasión nos referiremos a "Escribir y leer con niños, los adolescentes y los jóvenes" (Océano, 2014).

De la manera en que Garibay se detiene en fragmentos, Argüelles hace lo propio con otras obras, con otros autores. Realiza paradas en donde considera importante subrayar un cuento, una novela, un poema. 

En sus ensayos, Argüelles critica que se critique a los adolescentes y jóvenes por leer a este u otro autor, si el libro que llevan en las manos no es de un escritor serio, profesional. Sin embargo, los adolescentes y jóvenes hacen paradas literarias en libros de vampiros, lobos, magos y naves intergalácticas.

Para Argüelles aprender a leer "es como empezar a alimentarse", y señala:  

"los peores músicos, según me cuenta un músico, son aquellos a quienes se obligó a aprender a tocar el piano o el violín, cuando lo que deseaban era practicar béisbol". 

El poeta y crítico literario, sentencia que "si el único propósito de leer es acumular lecturas y la única consecuencia visible de ello es volvernos vanidosos y arrogantes porque sabemos y somos mejores a los demás, entonces el asunto resulta más ordinario que sublime, y menos noble de lo que solemos decir para hacerle propaganda a la lectura de libros. La mayor parte de los lectores consumados nos presentamos ante los demás como los modelos a seguir. Esto es muy aburrido y petulante". 

Para abordar la temática de la lectura, Argüelles necesitó leer cientos de libros y hacer una parada obligatoria en cada una de las obras, porque "los libros debieran servirnos para comprender mejor la existencia". 

A decir de Juan Domingo Argüelles, le hemos dado un valor "de fetiche a los objetos de la cultura, entre ellos al libro, y creemos que somos mejores porque nos sentimos mejores cuando leemos y porque leemos". En resumen, aconseja a los lectores a disfrutar del gozo que está más allá de una simple parada literaria.

¿Qué es lo que se puede enseñar de la literatura? Jorge Luis Borges decía que no se puede enseñar la literatura, sino acaso solo el amor por ella; fragmento que tomamos de otra parada literaria hecha por el tabasqueño Bruno Estañolen su libro "La mente del escritor. Ensayos sobre la creatividad científica y artística" (Cal y arena, 2011)

Ahora, ¿Qué se puede enseñar de la lectura? No creo que mucho y todo, más que trasmitir el amor de lo que leemos, de ser genuinos y no falsos lectores que van por la vida contando libros que nunca leyeron ni leerán. Enseñemos entonces lo que hay en las obras: el mundo. 

@Librodemar


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