ÍNTEGRAmente
VIOLENCIA SOCIAL E INFANCIA
Las sociedades en las que los infantes crecen pueden tener un efecto profundo en los adultos en que se convertirán. Muchos niños crecen bajo condiciones de adversidad. Esto se traduce frecuentemente en la ausencia de los recursos básicos para el desarrollo. Pero la adversidad también puede reflejar la exposición elevada a los acontecimientos negativos a nivel social.
La exposición a la violencia social está entre las experiencias más perjudiciales que pueden vivir los niños, que afectan su forma de pensar, sentir y actuar. La violencia social se refiere a la violencia interpersonal en la comunidad que no es cometida por un miembro de la familia. Puede ser un subproducto de distintas circunstancias, que abarca desde el crimen y violencia en el vecindario, la inseguridad o guerras civiles continuas.
¿Cuál es el impacto de la exposición sobre el desarrollo infantil? Un mensaje claro es que "La violencia engendra violencia". Los niños sometidos a violencia tienen más probabilidad de quedar atrapados en un ciclo que conduce a futuros comportamientos destructivos, incluyendo la agresión, la delincuencia, crímenes violentos y abuso infantil.
Además, se ha considerado que la exposición a la violencia contribuye a problemas de salud mental durante la niñez y la adolescencia. Los trastornos psiquiátricos incluyendo la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) se encuentran con más frecuencia entre jóvenes expuestos a la violencia social.
Muchos niños tienen más de un síntoma o trastorno. Por ejemplo, casi la mitad de los muchachos diagnosticados con TEPT mostraron un diagnóstico de depresión comórbida, y casi una tercera parte tenía trastornos comórbidos por uso de drogas. Entre las muchachas diagnosticadas con TEPT, más de dos tercios tenían también un diagnóstico de depresión comórbida y un cuarto sufría de trastornos comórbidos por usos de drogas.
La exposición a la violencia tiene influencia sobre el desarrollo en muchos campos y en diferentes etapas. Puede tener impacto sobre el desarrollo neurológico, físico, emocional y social de los niños, y frecuentemente conduce a una avalancha de problemas que interfieren con la adaptación. Para los niños muy jóvenes, la exposición repetida a la violencia social puede contribuir a problemas para que formen relaciones positivas y de confianza, necesarias para que exploren su entorno y desarrollen un sentido de seguridad en ellos mismos. Las dificultades que forman estas relaciones patológicas, pueden comprometer futuras relaciones en la edad adulta.
Una inquietud particular es el efecto de estas experiencias sobre el cerebro en desarrollo del niño. Como el cerebro se desarrolla de manera secuencial, los trastornos en la vida temprana pueden poner en marcha una cadena psicológica de desarrollo que se vuelve cada vez más difícil de interrumpir. Para los niños que son "incubados en el terror," las adaptaciones neurobiológicas que permiten sobrevivir en entornos violentos pueden, a la larga, conducir a la violencia y a problemas de salud mental incluso cuando ellos traten de adaptarse. (Psiquiatra/Paidopsiquiatra)