LOS VAIVENES DE UNA HISTORIA “VERDADERA”
HISTORIA “VERDADERA”
Hernán Cortés, el mastín de las Hibueras, egresado de Salamanca, fue un conquistador implantador de un método salvaje de dominio, violador consuetudinario, asesino de su primera esposa con la que se vió obligado a contraer matrimonio, y perpetrador de los crímenes más execrables en México.
Entre 1521 y 1527 escribió sus famosas Cartas de Relación, sobre la conquista de México, dirigidas a Carlos I (de España) y V (del Sacro Imperio Románico Germánico), el fanático y también criminal gobernante español que usurpó el trono de su madre a la que encerró en un castillo declarándola “loca”, cartas para acreditar sus “hazañas” y que nadie le pudiera quitar esa “gloria”.
Pero el ingrato tirano que no admitía otras luces, ordenó la prohibición y quema de estas cartas y condenó a la interdicción de que Cortés no podía escribir y menos publicar absolutamente nada. Las cartas las conocemos porque algunas copias de ellas se salvaron llevándolas a Francia.
Y Hernán Cortés vivió en Valladolid, y entre 1543 y 1546 contrató para que viviera en su casa y trabajando para él, a Francisco López de Gómara, un historiador, al que le dictó los mismos hechos narrados en sus Cartas de Relación. Cortés murió en 1547, pero ordenó a su hijo Martín que siguiera pagando a Gómara hasta que se editara su Historia.
Y la historia de Gómara salió a la luz pública en 1552, pero inmediatamente fue decomisada y prohibida, pero fue reeditada en varias ocasiones pero cambiando sólo el nombre, para esquivar la prohibición.
Pero seguramente Hernán Cortés, salido de Salamanca, como si fuera un periodista investigador, escribió los mismos hechos con algunas pequeñas variantes, que en 1632 se editaron con la firma de Bernal Díaz del Castillo, como Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Y digo esto, porque los tres textos, las Cartas de Relación y las historias de Gómara y Díaz del Castillo, tienen la misma estructura, el mismo estilo literario, los mismos hechos, la misma secuencia y los mismos personajes.
Hay que agregar que Bernal Díaz del Castillo era un soldado raso, que difícilmente podía tener la cultura para citar a autores clásicos como lo hace en su historia, que en el prólogo de la primera edición de “su” obra él mismo se dice iletrado, y residente de la entonces Santiago de Guatemala, (ahora Antigua), sede de la Audiencia homónima, fechando este prólogo en Febrero de 1668, inexacto cuanto esta Audiencia, que se había ordenado en Madrid en julio de ese 1668, se estableció en realidad en 1670.
Hay muchas inexactitudes en ese prólogo que firma y fecha Bernal Díaz del Castillo, a lo que hay que agregar, que su esposa no sabía escribir y sus documentos los firmaban dos testigos por ella, y que en las actas del cabildo en que Bernal era regidor, todas sus firmas eran diferentes , por lo que seguramente otros firmaban por él, y si no sabía leer ni escribir, difícilmente pudo escribir una historia con mención de clásicos de la literatura.
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