Los niños armados, una afrenta para México; más de 16 mil muertes violentas desde 2006

Dos visiones, una cruda realidad: los pequeños, rehenes del crimen

TENDRÁ quizá unos ocho años. Es difícil saberlo, porque en la pobreza la desnutrición y las enfermedades hacen que muchos adultos parezcan niños. Pero este sí es un infante. Recarga el mentón con los brazos a la altura del pecho sobre una vara gruesa que –se supone- le servirá de arma, al igual que a otros pequeños no mayores de 15 años colocados en fila a la orilla de una carretera. Llama la atención, porque parece abrumado, inmensamente triste, con la mirada al suelo.

En otra fotografía que circuló mundialmente, otros niños sostienen con sus pequeñas manos unos viejos rifles. Cubiertos sus rostros con paliacates, realizan ejercicios militares. La mayoría sólo cubre sus pies con huaraches. Esto sucede en México.

Publica un reporte de la agencia APRO: “Integrantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de los Pueblos Fundadores (CRAC-PF) de Chilapa (Guerrero) marcharon y presentaron a 19 menores de entre 6 y 15 años de edad armados, en su mayoría huérfanos por la violencia, para exigir al presidente Andrés Manuel López Obrador la detención del líder del grupo delictivo Los Ardillos, Celso Ortega Jiménez, hermano del diputado local perredista Bernardo Ortega”. (22/01/2020)

El observador va de la sorpresa a la indignación y a la vergüenza. No puede ser que esté ocurriendo en nuestro país. No es de ahora, pero sí más visible.

ENTRE SICARIOS Y AUTODEFENSAS

AL PRESIDENTE López Obrador sus colaboradores de la Secretaría de Seguridad le informaron que en Guerrero, como en otras partes del país, los grupos criminales han comenzado a reclutar niños y adolescentes “a falta de sicarios” adultos (pistoleros a sueldo). Aunque los niños armados en Guerrero se supone que son integrados a las denominadas “policías comunitarias”, el criterio oficial es que de la legalización de estos grupos se aprovechan quienes se dedican a actividades ilícitas. Los colectivos de autodefensa están permitidos en Guerrero y Tamaulipas, aunque existen en una docena de estados.

En noviembre pasado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) presentó el informe “Niñas, niños y adolescentes víctimas del crimen organizado en México”. Ahí se lee que los asesinatos de menores de edad casi se han triplicado “en las últimas décadas” (¿desde 2006?) y unos 30 mil infantes engrosan las filas de las bandas delictivas.

Más específico, un documento de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), indicó en abril del año pasado que desde diciembre de 2006 –cuando Felipe Calderón declaró su “guerra contra el narco”, se tiene el registro de la muerte por homicidio de 16 mil 759 menores de edad. A esto se suman las fallas estructurales de nuestro sistema que tienen un impacto brutal para los pequeños: cada año mueren en el país cerca de 35 mil niñas y niños antes de cumplir 5 años, debido a causas que son prevenibles. (Congreso convocado por la Cámara de Diputados en 2015)

Tal pareciera que un segmento de la población infantil está condenada a una muerte lenta o a la de la violencia criminal. Luego de que integrantes de la Coordinadora CRAC-PF presentaron a sus “policías niños”, la Redim alertó: “Más allá de su legítimo derecho a la defensa y el reconocimiento a su carácter de policía comunitaria, la ley impide involucrar a niñas y niños en actividades que los coloquen en riesgo. El reclutamiento forzado es considerado un crimen de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional”. (Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la organización)

DETENER EL VÉRTIGO

LA ORGANIZACIÓN internacional Humanium reportó una situación mundial: “Durante el transcurso de los últimos diez años, se estima que más de un millón de niños han fallecido en conflictos armados. Las guerras afectan gravemente a los niños, debido a su vulnerabilidad, de muchas maneras distintas. Solos e indefensos a causa del caos reinante, algunos son reclutados a la fuerza en milicias y otros explotados. Los derechos fundamentales de estos niños son descaradamente ignorados, en beneficio de actos bárbaros y crueles. Muchos de ellos acaban profundamente traumatizados, malheridos e incluso discapacitados”. Humanium se dedica al apadrinamiento de niños buscando acabar con la violación de los derechos infantiles en el mundo.

Refiere varias categorías de niños víctimas de la guerra: Víctimas civiles; niños soldados (integrante de fuerzas gubernamentales armadas o de un grupo armado regular o irregular); niños desplazados; huérfanos; niños heridos o discapacitados; niños encarcelados y niños explotados (explotación sexual o trabajos forzados). Hay, como le decía, una guerra silenciosa basada en la economía, que arroja otra serie de categorías en esta franja débil y vulnerable.

Como era de esperarse, los opositores al gobierno federal aprovecharon la presentación de esos contingentes armados infantiles para argumentar que era una muestra más del fracaso de las estrategias contra el crimen; portavoces oficiales entre tanto vieron exactamente lo contrario: que el reclutamiento de niños mostraba el éxito de los programas para alejar a los jóvenes de las garras de la delincuencia.

La cuestión es mucho más grave y profunda. Nuestros niños están clocados en la primera línea de riesgo por muchos factores. Esto pone a México al borde del abismo de la descomposición. Todos somos responsables y no podemos ser indiferentes ante el surgimiento de los niños rehenes de la violencia. (vmsamano@hotmail.com)