OPINIÓN

La verdad, exigencia social
26/03/2025

El asunto de las desapariciones forzadas en nuestro país, es un problema que hay que tomarlo muy en serio, con la verdad.

El asunto de las desapariciones forzadas en nuestro país, es un problema que hay que tomarlo muy en serio, con la verdad.

Al menos eso es lo que ha dicho la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo cuando algunos medios informativos se refieren a la investigación de la Fiscalía General de la República (FGR) en torno al hallazgo de restos humanos en un rancho en Teuchitlán, Jalisco.

Textualmente, la mandataria de la Nación declaró hace unos días respecto al caso: "La magnitud de este problema, la atención que debe dar el Estado mexicano de este problema, hay que tomarlo con seriedad, con la verdad" (Expansión Política 20/03/025).

Sin embargo en el escenario político nacional hay quienes, tal vez, no coinciden con la Presidenta de México o pareciera ser que no lo consideran así.

Como por ejemplo, el Senador Gerardo Fernández Noroña, quien –con supina ignorancia o ¿sobrada inteligencia?--  a través de un video subido a You tube, calificó el caso como simples "presunciones".  "Hay 200 zapatos ahí? Sí, pero quién dice que esos zapatos son de personas desaparecidas, que lo que se viene contando no es cierto? No tengo porque dudarlo tampoco... hay una investigación en proceso".

Que quede claro, si bien lo de Teuchitlán no se puede decir es lo mismo que aquel caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, ambos parecieran tener similitud exponencial con las desapariciones forzadas en nuestro país.

Y en ese sentido, no debería irritar tanto a quienes hoy gobiernan, tampoco a los miembros de la clase política y menos a las autoridades, porque dicho tema –quiérase o no-- seguirá en el ambiente, en tanto no se demuestre que hay verdadera voluntad para esclarecer la verdad.

Un problema que, sin amarillismos, se ha convertido --nos guste o no--, en un lastre principalmente para los funcionarios y autoridades del área de procuración de justicia, a quienes por cierto, extrañamente, no se les toca ni con el pétalo de una rosa; bueno salvo un caso, el de Jesús Murillo Karám, ex procurador general de la República que fue procesado en el asunto de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, tratando de demostrar que se estaba haciendo la justicia demandada por sus familiares.

Ahora toca el turno, a la hoy denominada Fiscalía General de la República y a la Fiscalía General del Estado de Jalisco, quienes tendrán que demostrar, por una parte, atendiendo lo dicho por la Presidenta de México, que el caso de Teuchitlán hay que tomarlo en serio, con la verdad,  lo declarado por Alejandro Gertz Manero, titular de la FGR de que ahora "esto  va en serio" y el proceder de Salvador González de los Santos, fiscal de Jalisco al mostrar disposición para que en colaboración con el gobierno federal se esclarezcan los hechos.

El asunto –permítame la redundancia, lector querido-- es serio y requiere que se conozca la verdad de lo que pasó en Teuchitlán.

Sin amarillismo ni politiquería, tampoco sin sacar raja política, con sana autocrítica, reconociendo errores y no ser tapadera de las negligencias, complicidades o contubernios de quienes, de alguna manera, han venido actuando y lo siguen haciendo en el área de procuración de justicia y de seguridad pública.

También habría que hacer a un lado el amiguismo, favoritismo o  compadrazgo o el hecho de ser compañeros de partido o de miembros de alguno por conveniencia política para llegar a la auténtica verdad.

La enfermedad --irregularidades, fallas, errores, negligencias, desaseo en las investigaciones--- es de sobra conocido. Pero ya es tiempo de transparentar muy bien los hechos, poner manos a la obra y hablar con la verdad –fuera de los dimes y diretes o vanas especulaciones-- a la sociedad mexicana en general.

La auténtica verdad es necesaria ante el reclamo fundamental que solo es uno: Justicia a secas. (altar_mayor@yahoo.com.mx)





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