La política y la banalidad del mal
Solo así tendremos un mejor futuro.
Un político integrante de un partido o sistema hegemónico, aún con buenas intenciones, puede asumir posiciones absurdas, en la búsqueda de ascenso y hacer carrera dentro de dicha organización, si actúa disciplinadamente dentro de las reglas establecidas por ella sin reflexionar sobre la esencia y los impactos de su hacer. Es decir, no se preocupa de las consecuencias y se justifica en que cumple con la encomienda asignada que lo libera de la responsabilidad personal de sus actos.
Un poco a lo Maquiavelo: "yo actúo y la organización responde por los impactos”.
Esta actitud es muy peligrosa ante el crecimiento de la entropía de los sistemas económicos, sociales y culturales que los puede llevar al error de considerar que "la calidad y bienestar de vida depende del hiper consumismo sobre todo en las comunidades anteriormente marginadas"
¿Cómo liberarnos de este mal?
UNO.- Si aceptamos que tendremos una vida mejor si nos adaptamos a lo que la naturaleza nos puede dar.
DOS.- Asumir el control social del sistema político (los políticos hay que controlarlos ya no basta con que rindan cuentas.
TRES.- Debemos redefinir el equilibrio entre el capital, el creador de riqueza y el poder político.
CUATRO.-Aceptar la necesidad de una revolución cultural; sin ella, la batalla de ideas se queda en la lucha de contrarios; pero sin progresividad. Observemos a la generación del Milenio y planteamiento de cambio de paradigma, con la nueva necesidad de definir lo que es aceptable y lo que ya no lo es.
CINCO.- Necesitamos buscar nuevos mecanismos motivacionales para incrementar la integración, la participación y la cooperación de todos a pesar de sus diferencias políticas. Es decir y para el 2024: URGE UNA REVILUCION CULTURAL EN LA POLITICA desde los estratos sociales comunitarios, que elijan líderes políticos que no dependan solo de los partidos ni de los grupos de presión.
Solo así tendremos un mejor futuro.