La planeación, la pandemia y el semáforo

Para el ejercicio operativo se organiza con subcomités sectoriales y especiales

La planeación es una herramienta de trabajo que nos permite por anticipado organizar un ejercicio, desarrollar un proyecto, ejecutar acciones que nos lleven a conseguir un objetivo, metas o alcanzar indicadores preestablecidos con un fin.

Esta herramienta de trabajo para el gobierno en nuestro país se norma por la ley de planeación y se organiza con toda una estructura reglamentaría, operativa y administrativa para su cumplimiento en tiempos y forma al seno de un Comité de Planeación Democrática para el Desarrollo (COPLADE).

Para el ejercicio operativo se organiza con subcomités sectoriales y especiales entre otros según cada caso y entidad, ahí se trabaja la formulación, instrumentación, el seguimiento, la evaluación y reorientación dado el caso.

Cuando acontecen situaciones no previstas o extraordinarias como nos ha ocurrido con la pandemia, el comité debe de conformar un subcomité especial para atender el problema. Se hace necesario considerar los distintos sectores y entes que deben intervenir en él, dado los efectos que el fenómeno tienen en la población y la responsabilidad que corresponde a las autoridades.

Desde esta perspectiva, me voy a referir a un problema que vengo visualizando en la comunidad de El Cedro, Nacajuca, en donde pareciera que los problemas que la pandemia ha provocado no solo en las esferas de decisión por lo impactante que ha resultado la pandemia en la sociedad, la economía, las familias y en lo individual llámese jóvenes, adultos en el sector educativo, no cuentan con respuestas a los retos que este nos ha planteado.

En la secundaria del lugar, en un grupo de alrededor de treinta alumnos, ni uno solo de los niños y jóvenes se ha visto librado de los efectos del encierro en casa y el abandono de las aulas por las restricciones en el sector. Todos han presentado, en diferentes grados problemas de estrés, que conforme el tiempo transcurría se agudizaba para algunos casos. Algunos de ellos fueron atendidos con oportunidad, otros vieron agudizarse el padecimiento y algunos padres no sabían cómo actuar en tanto continuaban en sus hogares. No se diga de aquellos que carecían de medios para atender clases en línea o de la poca ayuda que los padres podían proporcionar a sus hijos.

Ni qué decir de aquellos en que las familias se vieron afectados por la partida de algún familiar, la pérdida de recursos económicos, la falta del padre o la madre, del abuelo o hermano. La enfermedad, fuer para todos impactante. Niños con desánimo, nerviosos, ausentes, cortándose o tatuándose las piernas con navajas, el cabello; agresividad, desmotivados, asuntos que si no se tiene todos los elementos que debieran intervenir en este problema desde un subcomité, no es posible darles una atención integral.

Con el regreso a clases presenciales, aunque había inercia de alguno de los padres o en menor proporción de los alumnos para regresar, las medidas o mensajes de las autoridades escolares y oficiales han resultados contradictoria o poco claros.  Si regresaban por partes y en días salteados, si unos si y otros no, si eran a criterio de los padres, que todos debían regresar según el semáforo, si los viernes quienes estén atrasados o tengan problemas.

Más: si ya no se enviaran tareas virtualmente y deberán presentarlas el día que les toca. Si de primero los menos afectados apoyaran a sus amigos a recuperar la confianza…después que no. De nuevo el desánimo con los que estaban asistiendo, y para el colmo, me comentan recientemente que no se presentaron cuatro amiguitos porque el servicio público de transporte no los levantó, ya iban llenos y no pudieron asistir porque ya no les alcanzaría el tiempo para entrar al colegio. 

Me pregunto: ¿Hay un subcomité para atender este problema, o solo un semáforo?