La muerte del joven abuelo Cuauhtémoc
Joven abuelo Cuauhtémoc
Las circunstancias precisas de la muerte de Cuauhtémoc acaecida el 28 de febrero de 1525, son aún objeto de controversia. Se sabe que cuando Hernán Cortés realizó una expedición a Las Hibueras, decidió llevar consigo a Cuauhtémoc, al señor de Tlacopan, y al de Texcoco pues creía que si los dejaba en México podían levantar a los mexicas contra los invasores. En el camino a Las Hibueras -hoy Honduras-, siendo una provincia maya, los lugareños mostraron gran devoción a su Señor Cuauhtémoc, lo que provocó la ira y recelo de Cortés. Y el paisaje no podía ser más desalentador para el de Medellín, ya que como lo diría el historiador Salvador Toscano, "sus ejércitos estaban mermados: las fiebres y disenterías habían diezmado la tropa, muchos habían muerto de hambre y otros habían desertado volviendo sobre sus pasos; el capitán español solo encontró ante sí la densa selva tropical, gigantescos cedros rojos y ramones colosales, amates y retorcidas ceibas -el ixminché sagrado de los mayas- de bejucos colgantes y un ejército hambriento y levantisco."
Si se estaba preparando o no una conjura no se puede saber a ciencia cierta, pero el aguerrido Cuauhtémoc debió pensar en aniquilar a ese puñado de advenedizos rodeados de vegetación desconocida para ellos en los pantanos y ríos de Acallan, pero el capitán ya estaba advirtiendo la "traición". La sentencia emitida por el peninsular fue que a los Tlatoque (Tlatoani en plural), señor de Tenochtitlán, de Tacuba y de Texcoco, se les colgara de las ramas de una ceiba (ixminché) o de un pochote; pero según Salvador Toscano en un documento maya y un códice mexicano -la Tira de Tepechpan- se dice que "antes de colgarse, los condenados fueron decapitados y sus cuerpos suspendidos por los tobillos de las ramas de la ceiba, en tanto las cabezas de las víctimas se clavaron en los muros del templo principal de Tuxkahá."
Se dice que Cuauhtémoc fue bautizado antes de morir con el nombre de Hernando de Alvarado Cuauhtemotzin, aunque algunos documentos coloniales se refieren a él como don Fernando Cortés Cuauhtémoc Huitzilíhuitl. El lugar señalado se encuentra en la cuenca del río de la Candelaria en Campeche. No se sabe, tampoco, el destino de los tres cuerpos de los Tlatoque, o como diría Salvador Toscano: "Como era usual en las reales exequias, se debió incinerar los cuerpos de los muertos; a espaldas de los españoles se debió descolgar a los tres soberanos, se les amortajó y quemó y, una vez consumidos los cuerpos en la cremación, el atado fúnebre se revistió de una máscara de turquesas, acompañándosele de ofrendas y, por supuesto, las mantas y el perrillo sacrificado -el macabro Caronte indígena- para que lo condujese al lugar de las sombras y de los muertos, al Mictlan, la subterránea morada. Su espíritu descendió así, mágicamente defendido, a la sombría morada de la muerte, mientras sus cenizas quedaron ocultas allá en tierras mayas, en Acallan Hueymollan"
Sin embargo, Cuauhtémoc seguiría dando de qué hablar. El 26 de septiembre de 1949, la profesora Eulalia Guzmán descubrió una osamenta debajo del altar mayor de la iglesia de Santa María de la Asunción, en Ixcateopan, Guerrero. Con el aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dos años después concluyó que eran los restos de Cuauhtémoc.
La hipótesis de la arqueóloga generó una gran controversia, al punto que una comisión de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encabezada por el arqueólogo y antropólogo Eduardo Matos Moctezuma, realizó una investigación que rechazó por completo su teoría, ya que, entre otras cosas, lo que se halló fueron ocho cuerpos y un cráneo de mujer.
Pese a la negativa de otros tres veredictos oficiales -por falta de pruebas-, en 1976, el presidente Luis Echeverría decretó a Ixcateopan monumento histórico, con lo que imponía una historia oficial: La presunta tumba del último Huey Tlatoani y el relato de la maestra zacatecana.
Dicho relato cuenta que, tras el ahorcamiento de Cuauhtémoc en Tenosique, Tabasco, 33 guerreros mexicas, encabezados por Tzilancatzin, desertan de la expedición a Las Hibueras. Rescataron el cadáver, lo embalsamaron con hojas aromáticas y tilmas de algodón y emprendieron el regreso.
Luego de 42 días de viaje–del 14 de marzo al 25 de abril de 1525-, llegaron a Ixcateopan, una localidad al este de Guerrero, cercana a la frontera con Oaxaca, donde se supone enterraron sus restos en medio de una procesión fúnebre imperial. Hasta la fecha, muchos lugareños guerrerenses le siguen brindando culto.
El misterio de la ubicación de los restos ha permanecido por 500 años, pero toda persona que visite Candelaria en Campeche se encontrará al entrar a la población con un gran monumento al Huey Tlatoani Cuauhtémoc donde todos sus habitantes aseguran que ellos custodian los restos del "joven abuelo Cuauhtémoc".