La manipulación global y desperdicio de recursos

Son actos, incluido el envío de un coche a orbitar el planeta

El turismo espacial es un síntoma de lo peor de nuestra sociedad:

Uno.- Son actos, incluido el envío de un coche a orbitar el planeta, que demuestran el infantilismo y la frustración que caracteriza a los personajes que ha encumbrado como líderes ejemplares y poderosos el neoliberalismo. Demuestra la enorme razón que tuvo Orson Welles al retratar la psicología de los potentados en “Ciudadano Kane”.

DOS.- Son actos de exhibición del exceso de concentración económica en algunos individuos. Gracias a la sobre explotación  y las desregularizaciones laborales y comerciales. Además del lavado del dinero, del cual incluso pueden ser parte. Tienen tanto dinero que no saben cómo o en qué gastarlo. Tampoco en qué invertirlo.

TRES.- Son síntomas culminantes de un consumismo escandaloso y ofensivo.

CUATRO.- Son groseros actos de desperdicio de dinero, materiales y combustible, sin importarles aportar basura espacial a la órbita terrestre y su contribución a su desproporcionada huella ambiental y el calentamiento global.

CINCO.- Estos son los tipos que ahora mediante la compra de medios de comunicación, de congresistas y presidentes y la construcción de un nuevo sistema financiero y jurídico paralelos al orden político internacional, construyen un orden global opaco e inaccesible a los ciudadanos de todos los países: las elecciones y la democracia quedan vacías de contenido porque las decisiones se toman en otra parte.

Es lo que se pide cuando todo sea mediado por el Mercado y su libre competencia sin visibilidad ni regulaciones públicas por órganos políticos sujetos a elecciones. Es la batalla entre lo que ellos llaman populismo (líderes electos) y los poderes fácticos. Esto lo han denunciado hasta películas de James Bond como “El mañana nunca muere” con el personaje que actúa Jonathan Pryce.

SEIS.- Además son actos de manipulación global para mantener una sociedad infantilizada, en donde incluso los más inteligentes son mantenidos con ilusiones como el mito infantil de viajar a Marte y el traslado de la humanidad a otros planetas, en lugar de buscar respuestas aquí y ahora a la pobreza, al hambre, al calentamiento global, a las distintas formas de contaminación (algunas poco mencionadas como las de los fármacos y las de la industria textil) y la pérdida de biodiversidad.