JUÁREZ, EL BENEMÉRITO

Casó con la hija mimada de la casa en que entró a trabajar como sirviente

El señor Licenciado don Benito Juárez García, el más grande de los Presidentes que ha tenido este país,  declarado “Benemérito de las Américas” por el Congreso de Colombia y otros naciones, con él nació la primavera  un 21 de marzo de 1806, en el  poblado zapoteca de Guelatao, hoy de Juárez,  y falleció para luto nacional  un 18 de julio de 1872,  a la edad de 66 años.

De origen indígena, siendo adolescente tuvo que aprender primerio el latín, antes que el castellano y por convicción propia dejar el seminario para estudiar jurisprudencia, siendo el  primer abogado titulado por la Corte de Justicia de Oaxaca en 1834. Antes de ello, había fungido como maestro del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, del que incluso fue Rector.

Ejerció como abogado defensor de pueblos indígenas, lo que en algunas ocasiones provocó que fuera encarcelado. Se postuló y gano elecciones como Diputado, y después como Gobernador de Oaxaca.  Casó con la hija mimada de la casa en que entró a trabajar como sirviente de habla zapoteca, que se transformaría en una de las más grandes heroínas mexicanas, Doña Margarita Maza de Juárez.

Luchó contra la dictadura de López de Santa Anna, fue Ministro de Justicia e Instrucción Pública y Presidente de la Suprema Corte de Justicia, cargo  que por mandato  de la Constitución dejó para asumir la Presidencia de la República.

Expidió todo un conjunto de Leyes, conocidas como Leyes de Reforma, enfrentó a los militares en la guerra civil de los Tres Años,  afrentó la coalición de tres potencia europeas, que desarmó, y resistió  y finalmente derrotó la invasión  del Ejército Francés, restaurando la República alevosamente  usurpada por un filibustero que pretendió nombrarse Emperador, cargo que nunca ocupó, pues Juárez era Presidente.

El elogio más grande que ha recibido el Patricio, lo firmó el insigne literato  español don Emilio Castelar,  en el escrito que a continuación transcribo:

“La grandeza de Juárez,  que acrecentarán los tiempos, que confirmará la historia, es debida principalmente a su culto religioso por la legalidad. Recogió el poder desde las alturas  del Tribunal Supremo, y lo sostuvo como una magistratura, contra todo, y contra todos. Las facciones lo desafiaron y venció con la resistencia de la Ley a las facciones. El clero sublevó en su contra todas las supersticiones, y la fría impasibilidad del Presidente,  fue pararrayos bastante  a las excomuniones. El ejército no quiso reconocer en la sencilla toga la virtud del poder y del orden, solo concedido hasta entonces al sable, y superó las repugnancias del ejército. Los gobiernos europeos se coaligaron en su contra, y desarmó la coalición. Un    imperio militar y autocrático brotó donde antes se alzara la República, y destronó este imperio. Todo su vigor estaba en su conciencia, resplandecía con la idea pura del derecho y con la majestad sublime de las leyes.. El ha restaurado la patria y la República alevosamente quebrantada por manos extranjeras. Pero su mérito mayor ha consistido en conservar el gobierno legal contra todas las facciones y todos los facciosos. Así, el día en que Juárez ha muerto,, el Presidente del  Tribunal Supremo ha tomado la Presidencia de la República, y la Nación ha podido mostrar que el orden allí no está a merced ni de los cuarteles ni de  los clubes, sino a merced,  como el universo, de las leyes.” Emilio Castelar