OPINIÓN

Homonimia y Mediocridad
29/01/2025

¿Es usted el CEO para México de la empresa?... Me urge hablar con usted

Sentado frente a la pantalla en blanco de la computadora a punto de iniciar mi comentario pospuesto un par de semanas sobre la película "Emilia Pérez", el celular me avisó que llegó un mensaje en WhatsApp, y de manera instintiva lo abrí y leí la siguiente interrogante: "Señor Javier Cadena, ¿es usted el CEO para México de la empresa... Me urge hablar con usted".

          Aunque no comparto el nombre de la trasnacional para no hacerle publicidad o para evitarle algún posible inconveniente derivado de la pregunta que me hizo la usuaria, de la cual también me reservo el nombre, de dicha red social, permítame distinguido lector comentarle que esta situación de que por mi nombre me confundan con otra persona no me resulta extraña del todo, y esta situación va más allá de que mi mamá se haya empecinado en llamarme igual que mi papá (eso me dijo él), o que tenga un primo con quien comparto el nombre de pila y el apellido, con la diferencia que él es con "X" y yo con "J".

          A principios de los años noventa del siglo pasado, un día recibí un llamado en el lugar en donde trabajaba, y al responder escuché la voz de una joven que me dijo que quería conocerme porque tenía una incógnita que le gustaría plantearme para ver si con mi respuesta se le aclaraba. Con la reserva que debe provocar una situación así, le propuse vernos en un café (lugar público) frente a mi trabajo (le avisé al guardia de la entrada, digo, para estar alerta por cualquier situación anómala). Llegamos casi al mismo tiempo, y tras los saludos protocolarios, le pregunté en qué le podría ser útil, a lo que de inmediato me respondió: "Ya lo fue con su sola presencia". Y ante mi asombro, comentó: "No conozco a mi papá, aunque mi mamá me dijo que se llama Javier Cadena, pero Usted y él sólo coinciden en el nombre porque según la descripción que de él me hizo ella, son totalmente diferentes". Mi silencio seguía, y ella continuó: "Quien fue mi papá era un topógrafo que llegó al pueblo como parte de una cuadrilla que colocó el alumbrado público, y del cual mi mamá se enamoró, pero cuando terminó el trabajo él se trasladó a otro lugar, pero sin decirle nada a ella. Y yo nací un par de meses después. Y de eso hace veinte años, y ahora yo ando en su búsqueda. Usted es el tercer Javier Cadena con quien me reúno". Después de estas palabras nos despedimos. Le desee mucha suerte en su búsqueda de vida. Y por cierto, no he sabido nada de ella.

          Ya en este siglo, al darse a conocer la agenda para el año 2003 de la secretaria del empresario Carlos Ahumada Kurtz, de inmediato apareció en ella el nombre "Javier Cadena" como de uno de los beneficiarios de los apoyos económicos que prodigaba este integrante de la iniciativa privada a algunos políticos o a sus colaboradores, y cuando me enteré de ello me dieron ganas de entonar la canción "Yo no me llamo Javier" del grupo "Los Toreros Muertos", pero resulta que sí me llamo así, pero no soy ese "Javier Cadena", por lo que a sugerencia de un abogado certifiqué toda mi documentación que mostraban que yo no era ese "Javier Cadena", sino este (yo) Javier Cadena. Por fortuna no tuve inconveniente alguno porque aquel "Javier Cadena" estaba bien identificado.

          Pero estos no son los únicos "Javier Cadena" que existen. Hay otros. Y hubo otros, y es que en una ocasión un cuate me llamó para checar si seguía vivo porque había visto en Facebook una esquela mediante la cual compartían el deceso de "Javier Cadena", y me asusté y me dije a mí mismo si a lo mejor ya estaba muerto y nadie me había avisado. Pero no, este otro "Javier Cadena", por fortuna, no era yo. Como tampoco soy ese "Javier Cadena" que, según el mensaje que recibí, trabaja como CEO de una trasnacional.

          Pero distinguido lector, yo ya estaba listo para hablar de la película "Emilia Pérez", pero un mensaje en WhatsApp me distrajo y desvió mi texto hacia otro rumbo. ¿O será que en realidad no quiero hablar de "Emilia Pérez" porque decía mi abuelita: "A la mediocridad es mejor ignorarla"?




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