Fue en un café

El café que yo tomaba de niño y luego de adolescente era el preparado por mi madre

UNO

¿Gustas un café? Invitar un café significa propuesta para platicar. Echar vuelo a la imaginación y componer el mundo. Se platica de todo. Se inicia o se fortalece una amistad. El aroma y sabor del café despierta recuerdos, acerca hechos vividos, remueve la nostalgia, fortalece la memoria y convoca a lo sublime. De pronto uno está allí, frente a frente, con miradas alusivas a lo muy humano: amor y paz. También las citas de café tienen que ver con cerrar contratos, hablar de negocios por emprender. Y “si me comprendieras”, dice la canción.

DOS

El café que yo tomaba de niño y luego de adolescente era el preparado por mi madre. Ha sido el mejor café que he saboreado. Inigualable. Nos mandaba a comprar el café K. Cero o Zero. Y raudos íbamos a la tienda de la Chata, atrás de la casa,  o la de Chano Bolaños, y le entregábamos a mamá el sobre rojo para ocho o diez tazas. Y ella al rato  nos entregaba de vuelta un espumoso café con leche. Esto era principalmente en tiempos de frío.

TRES

Ahora me ha dado por conocer las varias maneras de prepararlo. Por años ha sido a través del goteo. Lo muy conocido con las cafeteras que tienen un recipiente para agua detrás, y arriba el café molido y el agua sube y cae al café y por goteo cae a la jarra convertido en ese líquido añorado y esperado. El aroma ha inundado el ambiente. Pero hay otras maneras.

CUATRO

Mi madre lo hacía en olla de barro. Ponía ésta con agua al fuego. Y al hervir le echaba el café molido y lo dejaba hervir otros cinco minutos después y luego lo colaba. De esa manera agarra otro sabor. Y mejor si era fuego de leña.

CINCO

Hacer el café en cafetera italiana es de una belleza tal que se disfruta tan solo ver el procedimiento. Esta cafetera es de ese origen geográfico. Se pone al fuego. Y es por vaporización y condensación. El agua queda abajo, pasa vaporizada a la parte media donde está el café y sube a la parte superior donde se condensa y sale en forma de fuente. Las tres partes están conectadas por tubo angosto. Una delicia mirar dicho proceso en su parte final. El aroma inunda alrededor.

SEIS

Hacerlo con la prensa francesa es muy fácil. Esta es un recipiente que tiene precisamente una prensa interior que se activa en la parte de arriba, como un émbolo. A esta cafetera se le pone el café suficiente (para las tazas que se requieran). Y luego la cantidad de agua hirviendo correspondiente. Y lo siguiente es activar la prensa, que tiene un filtro metálico en la parte de abajo. Una o dos veces, sin forzar. Y luego se deja reposar unos dos o tres minutos. Se activa la prensa una vez más. Y ¡qué rico café!

SIETE

El café París de Matamoros (ha de haber muchos en el mundo con ese nombre) estaba ubicado en la 6a y González, contra esquina de la plaza principal. Emblemático por su ubicación y su rico pan. El café a lo mejor no era tan bueno, pero el lechero se disfrutaba bien. Y más por la compañía de amor o amistad. Los que andábamos lejos por razones laborales, con más razón fijábamos allí el lugar de la cita. Céntrico y evocativo. Además era restaurant. Pero desde hace tres o cuatro años está cerrado. Lamentablemente. Hay otros en Matamoros, sí. Quizá mejores, pero el París era único.

OCHO

Tengo varias hermanas (5). Una de ellas, Elvira, me adelantó mi regalo de Reyes. Una regia cafetera de maquinita Keuring. Es de cápsulas que no venden en Villahermosa. Solo que ya en el mercado hay cápsulas reusables vía ventas por internet. Y llegaron el sábado pasado. Ya la estrenamos. Y el café sabe riquísimo. Concentrado. Aromático, cremoso. Para disfrutar. Así que ando estrenando. ¿Gustas un café?

NUEVE

Hemos pedido el café. “Un americano y un capuccino, por favor”. La mesera toma la orden y va. A los diez minutos regresa con ambos, aromáticos. En la música de fondo está la melodía, precisamente Fue en un café:  “cuando yo recuerdo, que una vez la abandoné, el dolor me hace ver, que al dejarla yo tuve razón…”, y etcétera.