Freire, abrazo a la esperanza

De la tradición popular de la India, Freire adaptó un relato inspirador llamado “La canoa”

El reconocido pedagogo brasileño Paulo Freire, cuya concepción de la educación como una práctica transformadora sigue teniendo impacto en los educadores de América Latina, falleció en 1997 y en este mes de mayo se ajustan 25 años de su ausencia. Apenas en 2021 se cumplió el centésimo aniversario de su natalicio, pero la pandemia de COVID-19 limitó la posibilidad de realizar actos conmemorativos en su honor.

De la tradición popular de la India, Freire adaptó un relato inspirador llamado “La canoa”, en el que cuenta que en un largo río, de difícil travesía, había un barquero que llevaba a las personas de un lado al otro. En uno de los viajes iban un abogado y una profesora. Como a quien le gusta hablar mucho, el abogado preguntó al barquero: mi amigo, ¿usted entiende de leyes? No, respondió el barquero. Y el abogado apenado, dijo: ¡Qué lástima!, usted ha perdido la mitad de su vida.

La profesora, muy sociable, entró en la conversación e inquirió: señor barquero, ¿usted sabe leer y escribir? Tampoco, respondió el barquero. ¡Qué pena!, usted perdió la mitad de su vida, lamentó la maestra.

En eso llegó una ola tan fuerte que volteó la canoa. El barquero, preocupado por la integridad de sus ocupantes, preguntó: ¿ustedes saben nadar? ¡No!, gritaron de inmediato el abogado y la maestra. ¡Qué pena!, ustedes están a punto de perder su vida entera, concluyó el barquero.

La enseñanza del relato es contundente: no hay saber mayor o saber menor. Hay saberes diferentes.

En buena medida el pensamiento freireano se traduce en la importancia de que el conocimiento es provechoso cuando lo usamos para transformar nuestro entorno. De hecho, cuando él habla de alfabetización (y lo digo en presente porque lo sigue haciendo a través de sus obras), no se refiere exclusivamente al acto de enseñar a leer y escribir, sino de enseñar a leer el mundo para poder comprenderlo y mejorarlo.

Freire resume en una de sus sentencias más conocidas todo un método: “La educación es praxis, es reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”. Tres palabras: praxis, reflexión y acción. Practico o actúo, reflexiono acerca de lo que hice, ajusto o modifico para volver a actuar y ser capaz de cambiar mi entorno. Es el ciclo vital de la educación. El aprendizaje permanente para la vida.

A veces me pregunto: si Freire viviera ¿qué diría o escribiría sobre la pandemia que desde 2019 ha asolado a la humanidad? Tal vez hubiera escrito una obra llamada “Pedagogía de la pandemia”. Nos enseñaría que, aun en el confinamiento, educar es el camino para abrir nuevos horizontes y elevarnos como seres humanos. No es difícil saberlo. Encontramos la respuesta en sus libros (Pedagogía del oprimido, Pedagogía de la autonomía, Pedagogía de la esperanza, Cartas a quien pretende enseñar, entre muchos más), porque como él mismo consignó: “Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”.

Paulo Freire continuará siendo una referencia insoslayable de los pueblos que luchan y construyen esperanzas y sueños.

Por cierto, el libro “Pedagogía del oprimido” termina de la siguiente manera: “Si nada queda de estas páginas, esperamos que por lo menos algo permanezca: nuestra confianza en el pueblo. Nuestra fe en los hombres y en la creación de un mundo en el que sea menos difícil amar”.

FREIRE, A REVISIÓN

En la División Académica de Educación y Artes de la UJAT existe un muro como homenaje póstumo a Paulo Freire. Fue construido en 2001 por estudiantes de Ciencias de la Educación, motivados por el maestro Lácides García Detjen, profuso estudioso de la obra del filósofo y educador.

El pasado martes 24 de mayo, una vez que la pandemia lo permitió, nos reunimos en ese espacio autoridades educativas, alumnos y docentes para reflexionar sobre la obra freireana.

Siempre he pensado que a Lácides García y a Paulo Freire, a quienes los unió el amor por la educación como una práctica transformadora, bien les acomodan las palabras que Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la UNESCO, escribió el día de la muerte del pedagogo brasileño: “Los gigantes del espíritu se mueren, pero no desaparecen nunca. Se hacen invisibles, porque practicaron la más importante de todas las lecciones: la del ejemplo”.