Febrero y su atuendo literario
Recién iniciamos el mes de febrero que, por muchas razones, viene a ser muy sui géneris en el calendario gregoriano:
Recién iniciamos el mes de febrero que, por muchas razones, viene a ser muy sui géneris en el calendario gregoriano: es el más corto del año y tildado de loco por los bruscos cambios de temperatura que anuncian la cercana transición entre el invierno y la primavera (de ahí el popular refrán: febrero loco y marzo otro poco).
Para muchos es el “mes del amor”, calificado como tal porque en su día 14, desde hace varios siglos, se celebra este sentimiento en recuerdo de un mítico personaje de nombre Valentín, en torno al cual se han creado relatos o leyendas de todo tipo (que si mártir, que si santo, que si sacerdote, que si médico, que si todo a la vez, etcétera).
Pocas veces reparamos en la fuerte carga literaria que se puede asociar a este mes. Mire usted: en febrero nacieron el escritor irlandés James Joyce (día 2), el poeta estadounidense Paul Auster (día 3), el novelista británico Charles Dickens (día 7), el novelista francés Julio Verne (día 8), el escritor español Gustavo Adolfo Bécquer (día 17), el dramaturgo español José Zorrilla (día 21), el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (día 22), el escritor francés Víctor Hugo (día 26) y el ensayista francés Michael de Montaigne (día 28), por citar algunos.
A los festivos natalicios se contraponen los tristes decesos de otros escritores de renombre: el poeta nicaragüense Rubén Darío (día 6), el escritor ruso Fyodor Dostoyevsky (día 9), el narrador argentino Julio Cortázar (día 12), el poeta mexicano Carlos Pellicer (día 16), el filósofo italiano Umberto Eco (día 19), el poeta español Antonio Machado (día 22) y el dramaturgo estadounidense Tennessee Williams (día 25).
Seguramente hay muchos más, pero esta lista da pie para confirmar que el romanticismo de febrero no se reduce a un 14. En cada personaje mencionado, ya sea por la dicha de ver la luz o la desventura de clausurar el tiempo, se asoma un buen pretexto para que en las siguientes semanas le demos al alma una vigorosa infusión de lectura.
Quizá piense que el inventario es fortuito, casual, que nada de profético ni místico hay en él, porque al hurgar en los demás meses también podemos hallar tantos o más literatos como los expuestos. Probablemente tenga razón, pero ¿acaso no es fantástico asociar los nombres de los autores con la carga sentimental y pasional de este mes? Usted haga como que cree que febrero merece jactarse de ser exclusivo y mantenga el encanto.
Por algo el poeta ruso Borís Pasternak, Premio Nobel de Literatura en 1958, le dedicó un poema que en sus primeros versos dice: “Es febrero. Coge tinta y llora. / Solloza escribiendo sobre febrero / hasta que la sensiblería estridente / se carbonice con la primavera”.
Yo, a manera de corolario, escribí un microrrelato que comparto a los lectores amantes de lo breve:
“Desde lejanos tiempos, febrero intentaba huir aprisa de las ondas gélidas de principios de año, por lo que invocó el consejo del dios Neptuno, su protector. El gobernante de las aguas le propuso deshacerse de algunos días para correr más rápido y apartar de sí a su fantasma, y así lo hizo. Pero por la osadía cometida, febrero no ubicó la dirección de su destino, perdió el sentido y quedó atrapado entre las semanas frías de enero y los días tórridos de marzo. No tuvo otro camino que usar las cálidas palabras de un poeta para guarecer su corazón. Se dice que, desde entonces, suple su corto paso por el tiempo con una fuerte carga de romanticismo y pasión”.