Especial 66 aniversario de Diario Presente
13/02/2025
El oficio periodístico (I): Monsiváis en Londres, retrato de cronista en formación
¿Qué se necesita para ser periodista en el siglo XXI? Más allá de los dispositivos tecnológicos, que sustituyen a la proverbial libreta y lápiz, diremos: una irreprimible ansia de saber, respeto por el lenguaje y la capacidad de comprobar hechos mientras se duda de cualquier versión en solitario.
El ansia de saber conduce a la investigación empírica, documental y virtual; el respeto por el lenguaje conduce a la lectura: clásicos del periodismo y la literatura; la capacidad de comprobar hechos conduce a la búsqueda de fuentes confiables, mientras que la duda ante llaneros solitarios conduce a la triangulación de testimonios.
Esta serie de textos sobre el oficio periodístico festeja el 66 aniversario del Diario Presente. Enhorabuena. Valoro la invitación de su director, Víctor Manuel Sámano Labastida. Muchas veces, con entrañables compañeros de ruta, en la mesa de redacción de Presente, dudas y palabras nos visitaron. Brega periodística que algunos continúan y otros continuarán.
A jóvenes periodistas, que no conozco, van dirigidas estas líneas.
I
Demetrio y medio
La escritora Elena Poniatowska visitaba a presos políticos en la antigua cárcel de Lecumberri. Su novela sobre el movimiento ferrocarrilero mexicano, El tren pasa primero (2005), se gestó en conversaciones entre las rejas. En 1970, Poniatowska compartió apuntes de sus conversaciones con Carlos Monsiváis, joven profesor visitante en la Universidad de Essex (Londres, Inglaterra). Con mirada ética de lector voraz, en carta a Elena, el joven Monsiváis describe a Demetrio Vallejo, líder ferrocarrilero encarcelado de 1959 a 1970: "Vallejo no necesita ser lúcido y visionario para ser un hombre espléndido. No serán sus palabras las que cuenten sino la decisión de respaldar a sus palabras con la cárcel, la decisión de conferirle a sus palabras una función secundaria: explicar sus actos. En Vallejo el acto ha sido más importante que su verbalización y en eso le ha ganado de mano a todos, ha sido un pionero y un negador de la esencia del PRI y sus apóstoles". En esta descripción quizás aparece no sólo el retrato ético de Vallejo: Monsiváis forja parámetros periodísticos.
En otra carta a Poniatowska, Monsi apunta: "La vida que llevo aquí es acumulativa: lecturas y museos y cine clubes y paseos con libros que te explican la variedad de estilos arquitectónicos de cada barrio. Prefiero ahorrarme esa descripción de títulos, no sabría cómo explicarte mi proceso actual, sé que estoy cambiando, sé que voy a otra parte pero que ese cambio, aunque radical, ya no es fundamental, de algún modo voy a seguir idéntico, cada día elaborando más juicios morales queriendo convencerme al mismo tiempo que no soy juez de nadie, cada vez más ahincado en mis ideas y cada día menos convencido de su eficacia práctica." Este joven mexicano lleno de paradojas fértiles, sin título universitario ejerce de profesor en Londres. ¿Cómo lo logró? Misterios de erudición autodidacta: tiene 32 años de edad y está llamado a ser el cronista por antonomasia del México moderno.
II
Soledad, libros y autocrítica
Prosiguen las paradojas de Monsi/1970, en misiva a Elena desde Londres: "Lo único que esta demoledora soledad me aporta sin titubeos es el fin de mis seguridades. Ya no estoy seguro de nada; ya no estoy seguro ni de mis inseguridades". En el terreno cultural, la inseguridad fomenta el esfuerzo formativo. La duda sobre las ideas propias es señal de construcción de un criterio personal que surge en lucha contra nosotros mismos. Este conflicto interior resulta pasaporte a la identidad periodística.
Quien quiera ser periodista, medite el siguiente fragmento, que traza lo que le sobraba a Monsiváis y de lo que adolecen mandarines culturales: "Creo que el problema de mantener (así sea en privado, sin ningún estrépito ni exhibicionismo) una actitud crítica, disidente, es un problema de lucha contra la locura. No es posible que uno tenga razón contra todos, contra la prensa, la televisión, el modo de vivir de los amigos y las apetencias secretas de poder o de fama o de lo que sea. (...) ¿Por qué te digo todo eso de la locura? Porque es una de mis angustias permanentes, la búsqueda de la razón de mi actitud, de la razón de mi razón". He aquí la más despiadada introspección de un periodista en formación: autocrítica como viaje interior, con resonancia ética ineludible. Luego vendrá perseverancia en la formación cultural. Le espera en el futuro su inagotable obra periodística, mientras pasea por un laberinto de libros: "He leído mucho. La Woolf, Forster, Conrad y ensayo crítico, sociología e historia. Me interesa ser un periodista lo más formado posible. Pero todavía tengo muchas lagunas, deficiencias inauditas." Ajá.
Saltemos en el tiempo. Es Monsiváis 2001, en otra carta a Poniatowska sobre "un culto pararreligioso a la inteligencia" en la llamada transición a la democracia: "En nuestro medio, y en casi cualquier medio, el culto a la inteligencia es una técnica nada sutil para consagrar las posiciones de una minoría a cuenta de las ventajas mentales que se les atribuye." Y más: "La inteligencia pregonada suele no ser tal y lo que sí es inocultable es la fuerza social y política que inventa y consolida una autoridad mental". De ahí, de esa crítica a la inteligencia mal entendida de las élites, Monsiváis pasa al ejemplo significativo: "Véase la inteligencia que se le atribuyó a Carlos Salinas, muy hábil sin duda, pero incapaz de usar su habilidad en tarea ajena a su autodeificación." Con la divinidad neoliberal de tu tocayo hemos topado, Carlos. Siguen detalles que encandilaron al grupo de intelectuales que rodeó al salinismo: "Las graves deficiencias del pensamiento salinista (para llamarlo de algún modo) abundaron en su régimen: la promesa del salto mágico al primer mundo, la abolición de la miseria por decreto, la convicción de que la riqueza de la minoría se traduciría a plazo fijo en el bienestar de la mayoría."
Conclusión de Monsiváis, antídoto contra inteligencia apantallante de élite: "se requiere el sitio privilegiado de la razón crítica ante el desdén a los procesos lógicos y la orgía de impunidad verbal y doctrinaria que ha dominado al país por demasiado tiempo". Camino periodístico todavía por recorrer.
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