¿Y de ahí?

Los desafíos: Tren Maya, aeropuerto y Mexicana por el interés nacional


Muchos tabasqueños cierran el año con un empleo en el desarrollo del Tren Maya, así como también muchas personas provenientes de todas partes de la república. El tren, que la semana pasada se inauguró en el tramo de Campeche a Cancún, ha transformado la región sureste por la dinámica de generación de empleos que implica, y así continuará hasta los primeros meses del 2024, cuando se prevé que opere en toda la extensión de sus mil 554 kilómetros.

No obstante la amplia discusión sobre la disyuntiva entre crecimiento económico y sostenibilidad ambiental que ha plagado de polémicas la ejecución del magno proyecto, el gobierno federal siguió adelante en su apuesta para la transformación social y económica de la región. Con una inversión, que también se ha cuestionado porque ha incrementado en casi tres veces el presupuesto inicial previsto, los primeros resultados de la apuesta han sido muy notables desde bastante antes de la inauguración: el crecimiento económico en el sureste fue del 6 por ciento, mientras que el nacional oscilaba entre en 3 y 4 por ciento.

La apuesta del gobierno federal por retomar el llamado modelo del Estado de bienestar no queda ahí, pues el Tren Maya se vincula también con la compra que hizo el gobierno federal de la marca Mexicana de Aviación, que dejó de volar en 2010 y que se prevé que vuelva a los cielos este diciembre, ahora como empresa de participación estatal mayoritaria. Un proyecto que en su momento fue recibido con escepticismo, que no está todavía exento de desafíos técnicos y jurídicos, pero que se va materializando de modo tal que recién se mostró al público el primer avión de su flota.

Tanto el Tren Maya como Mexicana de Aviación y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) forman parte del consorcio Olmeca-Maya-Mexica, grupo aeroportuario, ferroviario y de servicios auxiliares. Todas las empresas y el mismo consorcio tienen como accionista mayoritario a la Secretaría de la Defensa Nacional, la cual recibirá casi 126 millones de pesos este 2024 para la administración y consolidación de este grupo de empresas. Un modelo inédito en México.

La apuesta es clara. Las acciones han sido contundentes, si bien es cierto también que todas se han visto rodeadas de polémica tanto de índole económico como político. De fondo, la discusión es ideológica. Hay quienes consideran inviable retomar el modelo del Estado de bienestar, que señalan que las empresas estatales no son eficientes ni competitivas, por lo que señalan que la apuesta está perdida de antemano. Otros avalan las acciones articuladas por el gobierno federal, pues consideran que la inversión y estrategia valen la pena, pues el objetivo no es crear empresas para el lucro, sino para el desarrollo económico desde una perspectiva nacional de largo plazo.

Por el momento histórico y la situación de la economía mundial, los mexicanos no tenemos margen de error para equivocarnos en este tema. Estas empresas, el consorcio Olmeca-Maya-Mexica en su conjunto, son del mayor interés para los mexicanos, quienes debemos asumirlas como nuestras para fortalecerlas de modo tal que funcionen bien y por mucho tiempo, para que logren su objetivo de contribuir a una nación con menos pobreza y más justicia social.

Los recursos públicos destinados al consorcio Olmeca-Maya-Mexica, su eficiencia cuando las empresas AIFA, Mexicana de Aviación y Tren Maya operen en su totalidad, así como sus ganancias o pérdidas deberán ser totalmente transparentes desde el principio, pues los mexicanos tienen derecho a recibir una rendición de cuentas apropiada. Este factor, sin duda, también será clave para que mantener la confianza de los usuarios. Un aspecto más de las muchos y bastante complejas responsabilidades que esta administración ha confiado a la Sedena.

Con esta apuesta, esta generación observa cómo se ha planteado hacer del sector turístico y de comunicaciones uno tan estratégico para la nación como ha sido el sector energético. Para los mexicanos más jóvenes, que existan empresas de participación estatal mayoritaria que no sean las productivas del Estado, Pemex y CFE, es una novedad.

En ese contexto, el desafío es que la relación con los ciudadanos no llegue a ser meramente la de consumidores o usuarios, sino que los mexicanos efectivamente tengan elementos para sentir que el tren, el aeropuerto y Mexicana son suyos, estar seguros que responden al interés nacional y estar satisfechos de los aportes que realizan a la sociedad. Sólo así será posible mantener estas empresas prestando servicios y generando todavía más empleos en el porvenir.


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