EL TMEC, UN TRATADO MAL ENTENDIDO
Estados Unidos, y Canadá han empezado a separar las cuestiones de migración
Estados Unidos, y Canadá han empezado a separar las cuestiones de migración, y dejando claro que dependerá mucho de las fortalezas entre las naciones, que puedan fortalecer las necesidades de cada uno de los mercados, creando los suficientes empleos.
En México, en el último lustro ha incrementado la migración; esto aumenta las remesas. Pero es un indicador que no hay las mismas oportunidades que existen entre los otros socios. ¿Es acaso que hay gente de EEUU y Canadá migrando al sur?
México presenta una co-dependencia, porque gran parte del PIB nacional está en función de las exportaciones, siendo afectadas en 2022 al haber un alto déficit en la balanza comercial, por importar en mayor cantidad productos de insumo intermedio. Y con el nuevo plan de inflación presentado este 2023, incrementará más por los productos seleccionados para este programa; muchos de ellos son importados, y estarán libre de aranceles. México no produce lo que el mercado necesita.
Ante esta situación, los dos socios comerciales están revisando en qué otros países de América Latina pueden apoyarse. El objetivo es desarrollar manufactura con inversiones específicas, y posiblemente puedan realizar acuerdos trilaterales o bilaterales. Buscan satisfacer la demanda ante la poca productividad de México, y a las rupturas legales, normativas, y de seguridad a las inversiones desde el aspecto financiero e integridad física de sus instalaciones, en ciertas regiones. El costo incremental del transporte podría ser sustituido por una mano más barata, y parar la migración.
México está empezando a ser un socio incómodo. Al principio de la década de los 90 los dos socios comercializaron, analizaron e concluyeron que sería un país aliado, y formarían un bloque único para hacer frente a cualquier cambio comercial que afectara a la región. Al parecer el tiempo dio la razón, y nuestro país no entendió. El acuerdo buscaba desarrollar economías de escala, tecnología propia, incrementar el PIB per cápita de cada persona. Ocurrió todo lo contrario: fue convertida la industria en una simple ensambladora de tecnología, sin figura propia de avance o desarrollo.
Esto ha costado caro a EUA en las últimas dos décadas; al ver que México no desarrollaba tecnología nueva, y solo su vocación era de ensambladora lo dejaron quedarse en un área de confort ante el crecimiento de su demanda. Tuvieron que arriesgar y tomar la decisión de buscar una mano de obra barata, encontrando en China. Algunas empresas decidieron emigrar hacia este país, pero esto salió con alta pérdida de tecnología ante la falta de una política que protegiera a las patentes. Solo ayudó al país camaleónico para incrementar su crecimiento tecnológico.
China, sin tratado de libre comercio, incrementó su capacidad de crear tecnología, tener mano de obra calificada, mejorar los salarios, tener un crecimiento mayor, y acceso a nuevas formas de energía. Es el país de mayor consumo de energía, y depende de mucho de las materias primas que pueda conseguir a mejor precio en los mercados; es un factor para poder reducir los costos al tener margen de negociar con quienes le quieran vender.
México no ha sabido, no sabe y creo no sabrá, que firmó. Muy probable que el tratado pueda terminar en 2026 como hoy en día está. Los próximos meses dependerá de todas las mesas actuales, y que vendrán antes de esta fecha; será de gran interés ver cuántas ganaron los socios de México, y cuánto tuvimos que pagar. Habría una evaluación determinante que será:
Cuánto tiempo perdemos en disputas y cuánto dinero perdió cada uno entre costos para ponerse de acuerdo.
En espíritu de un tratado de libre comercio es intercambiar productos, servicio, tecnología, materias primas y ahora energía; no debería estar concebido para sancionar o perder el tiempo en saber quién tiene la razón.
Un acuerdo comercial debería el facilitar los intercambios, bajo las normas, leyes y lineamientos de cada país, siempre y cuando no afecte a la sociedad. Su meta es incrementar la calidad de vida de las personas en las regiones, asegurar el futuro con tecnología, energías, conocimiento e inversiones privadas de empresas de los diferentes países. El tratado está hecho para que empresas del estado inviertan.
Un tratado comercial no es político, y no está hecho para saber quién controla a la sociedad, conjeturando la protección de una soberanía. Es impropio, y solo indica, que la vocación de un país no es para realizar negocios, derivado que pone primero la ideología, soberanía y al último el bienestar de los mercados internos, para generar una estabilidad económica y financiera, a cada individuo que la compone.
México, si no entiende el concepto de negocio y está preocupado por su soberanía mejor que se salga y haga un acuerdo bilateral específico de intercambios comerciales, debido a que el actual contempla un todo. Es una segunda oportunidad, para dejar de ser robots humanos, que solo ensamblan y no piensan. (Grupo Caraiva – Grupo Pech Arquitectos)