El día nacional del historiador

Hoy honramos a los historiadores, cuyo trabajo constante en la investigación del pasado ilumina los caminos del presente.

Hoy es un día de pláceme para quienes ejercemos la noble profesión de historiador y nos dedicamos de manera cotidiana al estudio, el análisis y la difusión del pasado en un esfuerzo por comprender a cabalidad los procesos sociales que nos dan luces para entender con  claridad nuestro presente. Abonamos así con nuestro granito de arena a la posible solución de problemáticas que nos permitan delinear de manera promisoria nuestro futuro como sociedad local, regional y nacional, inexorablemente ligada a una sociedad global. Pero también con la intención de salvaguardar hasta donde sea posible nuestros valores identitarios y nuestro patrimonio cultural material e intangible que nos dotan de pertenencia a una comunidad, en nuestro caso por extensión a la tabasqueña.

La celebración del Día del Historiador en México se creó para reconocer la fundación de La Academia Mexicana de Historia, correspondiente de la Real Academia de la Historia Española, efectuada el 12 de septiembre de 1919. Con la celebración del Día del Historiador en nuestro país se recuerda y celebra el importante trabajo de quienes profesionalmente dedicamos nuestro tiempo a la apasionante tarea de estudiar y analizar el pasado de nuestra nación y preservar nuestros elementos comunes que nos dan sentido como mexicanos. 

En este sentido es importante matizar que los historiadores, poseemos una formación profesional en nuestro campo de estudio; somos investigadores que de manera permanente a partir de las fuentes históricas a nuestro alcance interrogamos el pasado, el cual se nos muestra como un reto. El documento, el testimonio oral, los libros entre otras fuentes de manera constante nos invitan a trascenderlos, comprenderlos en su justa dimensión. La tarea del historiador va más allá de recopilar fechas y eventos; implica sumergirse en los archivos, para que a la luz del análisis científico se muestren testimonios que han pasado desapercibidos y reconstruir narrativas olvidadas pero esclarecedoras para comprender el presente y aportar luces sobre el futuro.

Los historiadores somos conscientes, que las verdades únicas, hipostasiadas no existen; existen diversos enfoques teóricos para abordar el pasado. Por tanto, no existe un historiador único que se ufane de haber escrito en la actualidad la historia definitiva de una sociedad, que posea la verdad absoluta. De ahí que cada generación, cada periodo histórico tenga su propia interpretación del pasado en el cual muestra facetas que habían pasado desapercibidas para las generaciones de historiadores que los precedieron. 

Los historiadores, y esto lo digo a título personal, somos como detectives que indagamos en las fuentes del pasado y aunque hay seudodetectives que pasan su vida viendo la paja en el ojo de sus compañeros y no se percatan de las vigas que tienen en sus ojos. Me recuerda la célebre frase del escritor español José Martínez Ruiz, más conocido por el seudónimo de Azorín: “Arañita quien te aruñó, otra arañita como yo”. 

Tenemos  que continuar con nuestra labor en nuestro afán de explorar nuevos campos para mostrar una panorámica más equilibrada, objetiva y precisa de lo que ha sucedido para comprender con mayor claridad. Las causas que nos han llevado a actuar como lo hacemos y en ese esfuerzo tal vez podamos ubicar en la infancia de nuestros orígenes muchos de los traumas, comportamientos y vicios que padecemos en la actualidad y que impiden, obstaculizan nuestro desarrollo cultural y socioeconómico. (Presidente de la Academia de Historia de la UJAT)