¿Dónde estamos y hacia dónde vamos en educación?

Para quienes hemos dedicado parte importante de nuestra vida a enseñar -en cualquier área del conocimiento- esto no debe ser ajeno, menos una carga por atender, sino una necesidad imperante por asumir con responsabilidad

Para intentar responder estas interrogantes con tan poco espacio, debemos atender necesariamente al momento que vivimos no solo en el país sino el mundo en conjunto; casi sin darnos cuenta -y a pesar de algunas resistencias- caminamos diariamente hacia una especie de uniformidad de pensamiento, pensar distinto es un problema casi en todas las esferas y sectores, las generalidades de ideas mal interpretadas y por consecuencia mal aplicadas en y por la sociedad, se han vuelto un problema; más aún, cuando quienes presiden en posiciones de poder de decisión en los distintos estratos de la sociedad o en esferas de gobiernos locales o nacionales, asumen desde una vaga comprensión de esas generalidades que ahora las cosas deben hacerse de tal o cual manera, casi como si intentaran quitarnos a algunos o a todos la capacidad de disentir u opinar distinto. Su única influencia para asumir una u otra decisión es lo que sienten, no lo que comprenden, no es resultado de un proceso de asimilación del conocimiento y de la mejor toma de decisión, sino de la que ya antepusieron, no la mejor para la colectividad en su conjunto.

En medio de ese escenario el mundo está volviéndose uno, literalmente, -insisto- a pesar de las resistencias; y, precisamente en medio de ese escenario los países, sus gobiernos y particularmente sus sociedades e íntimamente sus ciudadanos debemos considerar seriamente preparar a las generaciones que están entre nosotros.

Para quienes hemos dedicado parte importante de nuestra vida a enseñar -en cualquier área del conocimiento- esto no debe ser ajeno, menos una carga por atender, sino una necesidad imperante por asumir con responsabilidad.

Vivimos un momento magnífico en la historia de nuestro país y de la humanidad, no es triunfalismo trasnochado, menos coincidencia voluntaria para agradar a quienes hoy presiden atinadamente el poder, no; es que éste es quizás un momento irrepetible y debemos aprovecharlo en todo lo que sea posible para transformar tantas cosas, entre ellas, el proceso educativo en nuestro país.

En 1979 la mítica banda británica de rock progresivo Pink Floyd estrenó su emblemática pieza casi de culto Another Brick in the Wall, desatando casi de inmediato una especie de estallido en contra el sistema de educación del momento, al siguiente año se convirtió en un himno de protesta para estudiantes negros sudafricanos que luchaban contra el apartheid en las escuelas de la época.

Su autor Roger Waters, al tiempo vocalista y bajista, describe las estrictas normas que el sistema educativo de la década de los 50´s había instalado en las escuelas, por supuesto posterior a la segunda guerra mundial, un momento de parteaguas para la humanidad, donde emergía una especie de deseo por olvidar los horrores provocados por la guerra y mirar hacia un futuro más promisorio. En palabras del fallecido escritor y célebre asesor internacional en educación, Ken Robinson, un hombre genial, simpático, gran orador, considerado experto en calidad de enseñanza e innovación y creatividad, este pensamiento originó la creación de los sistemas educativos de masas en los siglos XVIII y XIX, diseñados particularmente para responder a los intereses económicos de aquellos tiempos, tiempos de la Revolución Industrial en Europa y Norteamérica, sin dejar de lado el hecho innegable de la fuerte influencia que en México hemos recibido de nuestro vecino del norte, de quien de forma inevitable nuestros políticos desde Salinas de Gortari a Peña Nieto (30 años) tomaron ejemplo para reformar nuestra Constitución Política tanto como fuera necesario en todos los rubros posibles, entre ellos, Educación; craso error.

De ello, podemos deducir que el sistema educativo fue diseñado para satisfacer la necesidad económica, es decir, preparar profesionales que terminarían siendo parte de una masa o en palabras de Roger Waters "otro ladrillo en el muro", personas que contribuyan al desarrollo de la economía del país, pero sin capacidad de pensamiento crítico, no disruptivos, sin razonamiento, solo trabajadores productivos, autómatas, que no opinen distinto ni pretendan cambiar el status quo; esa realidad no dista mucho de la de otros países en la región.

¿Con este argumento estoy diciendo que ahora mismo estamos bien? No. Pero estamos en el camino a seguir haciendo cambios. ¿Qué necesitamos? Muchas cosas. Creo personalmente que debemos comenzar por asegurarnos que el sistema educativo esté alejado de intereses políticos; asegurarnos de que quienes tienen tan importante labor frente a grupo en cualquier nivel educativo, sea público o privado, deban ser personas hombres y mujeres con verdadera vocación por enseñar; concretamente dejar de transmitir información y comenzar a enseñar a pensar, pero para lograr esto último los primeros que debemos hacerlo somos los que tenemos el privilegio de poder enseñar a otros.

"El objetivo principal de la educación en las escuelas debería ser la creación de hombres y mujeres que son capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente repetir lo que otras generaciones han hecho; hombres y mujeres que son creativos, inventivos y descubridores, que pueden ser críticos, verificar y no aceptar, todo lo que se les ofrece".

Jean Piaget