¿Dónde están nuestras azucenas? III

Los dentistas que nos atendían, el Dr. Carlos Sala Ruedas, un gran Odontólogo en su tiempo

El Dr. Ernesto Ortiz Pérez en la calle de Aldama, magnífico médico, tenía también su farmacia, su esposa Carmelita Maldonado, recuerdo cuando operaron a mi papá de la próstata él intervino en la anestesia, por medio de hipnosis que él realizaba fue operado sin tener problema por ser hipertenso.

Los dentistas que nos atendían, el Dr. Carlos Sala Ruedas, un gran Odontólogo en su tiempo, le teníamos miedo, regañaba si no te dejabas, era nervioso, su única hija mi amiga Teté Sala de Hernández su consultorio en la calle de Aldama.

En la misma calle el Dr. Dentista Lopo Nieto, su esposa Elda Padrón, en la esquina de Lerdo con Aldama este doctor en sus horas libres salía manejando su motocicleta por las calles de Villahermosa, para desestresarse.

El Dr. Manuel Andrade en la calle de Juárez, su esposa Carmelita Aguado, después en el mismo lugar su hermano Federico casado con Lesvia Herrera N.

En la calle Zaragoza, el Dr. Rufo Solano y el Dr. Médico Militar Edmundo Batres Ledón excelente dentista.

En la calle de Sáenz el Dr. Solfio Solís, todos estos doctores trabajaban con maquinita de pedal, era horrible soportar la curación delas caries, el ruido que hacía era como de un taladro y se calentaba la pieza dental, teníamos que soportarlo para no perderla.

En el día no teníamos luz eléctrica, en las casas habían neveras que se llenaban con barras de hielo, se enfriaban refrescos, leche, comida, etc., las fábricas de hielo que habían: la del Ing. Luis Hernández, la de los hermanos Cárdenas dedicados a este negocio.

Por las tardes trabajaba una planta de luz que nos alumbraba hasta las 10 u 11 de la noche, por ese motivo si salías de una fiesta o velorio se acostumbraba llevar focos de mano, afortunadamente no existían asaltos, robos o secuestros a mano armada.

Existían dos mercados: el Pino Suárez y Gregorio Méndez, existen de nombre pero en diferentes lugares, no habían supermercados. El primero frente al parque Juárez, ahora Centro Cultural de Villahermosa. El segundo frente al parque Bicentenario en la Calle 27 de Febrero y Vicente Guerrero en la subida a la plaza de Armas (ahora fuentes saltarinas), en esa calle estuvo la botica “La Palma” del Sr. Welio Domínguez y su esposa, ellos atendían a sus numerosos clientes. Enfrente la tienda de Don Homero Fuentes, edificio de dos plantas. En la parte alta su familia y en la baja su comercio.

En esa calle la refresquería “el Xóchitl”, allí se saboreaban exquisitas horchatas que con el sifón levantaban mucha espuma.

La tienda de Don Pablo Noemi que antes estuvo en 27 de Febrero.

En la esquina de 27 de Febrero y Vicente Guerrero el almacén de Don Mariano Aguado quien surtía de todo lo necesario para el hogar y oficinas.

En esa esquina por las tardes viene a mi mente la venta de las jonduras cocidas, las servían con un cucurucho de papel y así se iban comiendo calientes y saboreándolas, no se usaban los vasos desechables, no he vuelto a ver estas frutas de color amarillo, tenían semilla y parecían ciruelas.

Volviendo al mercado Gregorio Méndez contaré que éstos mercados eran un regalo a la vista y al paladar por todo lo que allí se vendía; en canastos enormes traían postas de robalo de río, fritas en manteca, una delicia de pescado fresco y sin contaminar.

Las tortillas gruesas de maíz nuevo, totopostes de manteca y un sin número de ricos dulces regionales: de naranja agria conocido como tornolargo, de sidra, melocotón, coco, papaya, oreja de mico, de leche, zapote, cocoyol, nance, huapaque, etc.

Verduras pocas, comíamos lo que aquí se cosechaba como: chayotes, calabaza, ñame, yuca, elotes, no habían carreteras ni ferrocarril para transportarlas de otras partes, Tabasco como una isla incomunicada. (* OLGA DOLORES CALLES BROCA. EL SÁBADO 14 DE MAYO FALLECIÓ, A LOS 91 AÑOS DE EDAD. EN RECONOCIMIENTO A SU LABOR DE CRONISTA SELECCIONAMOS ALGUNOS FRAGMENTOS DE SU ÚLTIMO LIBRO “3,500 PASOS”).